– ?Que pasa? -dijo-. Os habia dicho que no volvieseis hasta que hubierais hecho aquello.
– ?Has visto los periodicos? -le pregunto Richard.
– No… ?por que? -pregunto Carmine a su vez.
La unica respuesta de Richard fue una leve sonrisa de satisfaccion.
– Ah, que hijos de puta, lo habeis hecho, bravo. Que hijos de puta - exclamo Carmine, y los invito a pasar, les sirvio unas copas con mucha hospitalidad, les dio quinientos dolares a cada uno. Se les habia abierto de par en par la puerta de acceso al crimen organizado.
7
Carmine cumplio su palabra y dio muchos encargos a Richard y a su equipo. De pronto empezaron a ganar dinero a espuertas. Demostraron sin ningun genero de dudas que eran de confianza, que eran inflexibles y que cumplian con el trabajo, fuera el que fuera. Carmine sabia que la mejor manera de poner a prueba a socios en potencia era hacer que cometieran un asesinato. Una vez hecho aquello, ya se podia fiar uno de ellos, al menos en teoria, pues se habian implicado en un crimen grave. En aquellos tiempos eran pocos los hombres relacionados con la Cosa Nostra que se hicieran chivatos, y la manera mejor de garantizar la lealtad de una persona era hacer que cometiera un asesinato; y eso era precisamente lo que habia hecho Carmine con los Rosas Nacientes. De hecho, el primer paso para entrar en cualquier familia de la Mafia era llevar a cabo un asesinato, lo que se llamaba hacerse «los huesos». Asi se establecia ese vinculo vitalicio que tan buenos resultados habia dado durante tantos anos, en Italia primero, despues por todo el mundo: la Mafia italiana era, y sigue siendo, la empresa criminal de mayor exito de todos los tiempos, y Richard Kuklinski llegaria a convertirse en uno de sus ejecutores mas destacados, en una superestrella del homicidio.
Carmine Genovese tenia unas fuentes de informacion increibles en toda Nueva Jersey. Sabia que camiones se debian asaltar, cuando, donde y que transportaban; hasta tenia las matriculas de los camiones, que facilitaba al equipo de Richard. Carmine recibia la mitad de los beneficios delictivos, y los cinco de la banda se repartian la otra mitad. Asaltaban camiones llenos de electrodomesticos, joyas, ropa, albumes, hojas de afeitar, muebles, maquinas y herramientas, e incluso alimentos de lujo tales como la carne y el caviar: cualquier cosa que se pudiera convertir rapidamente en dinero contante y sonante.
Por mucho que fuera lo que ganaban los del equipo de Richard, se lo gastaban todo en el juego y viviendo a lo grande. Richard no era demasiado aficionado a las carreras de caballos, pero le encantaba Las Vegas, e iba alli el solo o con Linda (la mujer mayor que el con la que seguia viviendo) y jugaba con desenfreno. Tambien le gustaban mucho los espectaculos extravagantes y chillones de Las Vegas. Su musico favorito era Liberace [1], nada menos. Le encantaba jugar al bacarra, y gano mucho, pero perdio mucho mas. Explicaba hace poco: No tenia ni idea de lo que era el dinero, y se me iba entre las manos como el agua. Debi invertirlo, comprar propiedades, pero lo derroche todo.
A Richard tambien le gustaba ver a las atractivas chicas de los espectaculos. Le solian hacer proposiciones las prostitutas de Las Vegas. Era dificil pasarlo por alto, con lo enorme que era, ataviado con un traje amarillo, pero el no se fue nunca con ninguna de las hermosas prostitutas que se le acercaban. Para el, las prostitutas eran putas, y no lo excitaban. Una chica que se ha tirado a ocho ese mismo dia no me dice nada, explico.
El golpe mas importante que dieron Richard y su banda gracias a Genovese fue el asalto a una empresa de furgones blindados de North Bergen, Nueva Jersey. Genovese les habia facilitado la combinacion del sistema de cierre y de alarma, y tras pulsar unos cuantos botones pudieron entrar en el pequeno almacen de ladrillo donde estaban aparcados en fila los furgones blindados. Habia una caja fuerte enorme llena de cajas de dinero y de oro. Carmine les dijo que no podia parecer que estaba complicado en el golpe uno de la empresa, por lo que lo primero que hicieron fue perforar la pared. Despues, hicieron saltar la caja fuerte con explosivos y llenaron a rebosar uno de los furgones blindados de oro, billetes y monedas.
Por desgracia, habian cargado demasiado el furgon, y cuando salieron del garaje y bajaron a la calzada las cuatro ruedas traseras reventaron con fuertes explosiones. Intentaron seguir camino hasta un almacen que habian alquilado al efecto en las proximidades, pero el furgon blindado no avanzaba, y los de la banda tuvieron que volver atras y tomar dos furgones mas. Trabajando a marchas forzadas, descargaron el contenido del primero en los otros dos furgones, alli mismo, al borde de la carretera, no lejos de la entrada de la carretera de peaje, y se pusieron en marcha por fin. Si hubiera aparecido un coche de Policia, los habrian pillado, con toda seguridad, pero tuvieron suerte y llegaron a su refugio cuando empezaba a aclarar el dia.
Habian robado en total dos millones de dolares en dinero y en oro. Camine se quedo con la mitad, y Richard y su grupo se repartieron un millon; tocaron a doscientos mil cada uno. Un gran golpe para aquellos jovenes delincuentes, todavia verdes. La banda de los Rosas Nacientes se dio entonces la gran vida. Todos derrocharon sus partes y, cuando se quisieron dar cuenta, ya lo habian perdido todo, principalmente en las carreras de caballos, en las mesas de poquer y en mujeres.
Richard hizo varios viajes a Las Vegas, volando en primera clase, y se las arreglo para perder todas sus turbias ganancias.
Yo era un chico tonto. No sabia nada. Pero ?como lo pase! cuenta, sonriendo aun al recordarlo.
Con todos aquellos exitos, la banda se volvio mas atrevida, y sus miembros empezaron a creerse invencibles.
A dos de los Rosas Nacientes, John Wheeler y Jack Dubrowski, se les ocurrio que no estaria mal dar un atraco en una partida de cartas patrocinada por un «hombre hecho» de la familia De Cavalcante. Lo hicieron sin pedir permiso a Richard ni consultarlo, con lo que cometieron un error de juicio fatal para ellos. Una de las victimas reconocio a John, a pesar de que los dos atracadores llevaban el rostro cubierto por panuelos. La noticia llego a oidos de un «soldado» de los De Cavalcante. Como sabia que Richard era el jefe de los Rosas Nacientes, y que estos trabajaban con Genovese, este soldado (se llamaba Albert Parenti) localizo a Richard y le hizo sentarse con el solemnemente en un rincon de un bar llamado bar de Phil. Parenti era un italoamericano de origen siciliano, de ancho pecho, calvicie incipiente, cara de comadreja, con las piernas tan arqueadas que caminaba como si se acabara de bajar de un caballo. Dijo a Richard:
– Se que dos de tus chicos atracaron mi partida de la calle Washington. Tambien se que tu no tuviste nada que ver con ello; si no, no te estaria hablando con tantas contemplaciones. He venido a verte aqui por cortesia, ?te das cuenta? Todos sabemos que eres un sujeto cabal; solo oimos decir cosas buenas de ti. Por eso te estoy hablando bien, ?entendido? Esos tipos tuyos tienen que desaparecer. No hay otra manera.
Richard, furioso pero controlandose, no cometio el error de intentar negar la participacion de sus hombres, ni de ponerse pendenciero en ningun sentido. Lo que hizo fue pedir clemencia.
– Permita que le diga, en primer lugar, que le agradezco que haya hablado conmigo de esta manera -dijo-. No tenia ni idea de esto. Lo siento mucho. Me encargare de que se devuelva hasta el ultimo puto centavo, todo…
– No se trata del dinero; es una cuestion de principios.
– Ya lo se, solo digo que…
– Mira, voy a ir al grano: esos tipos tienen que desaparecer. Y te tienes que encargar tu, ?te das cuenta? Son responsabilidad tuya, ?entendido?
Richard recibio aquello como un punetazo en la cara. A su manera callada, apreciaba a John y a Jack; eran los primeros y unicos amigos que habia tenido. ?Como iba a matarlos?