– ?Asi que te gustan los jueguecitos?
– Nada de jueguecitos… ?de que me hablas?
– Si empiezo yo con mis jueguecitos, te vas a hacer mucho dano. Estoy perdiendo la paciencia. ?Me tomas por tonto? -le pregunto Richard.
– Va a venir con la pasta -dijo De Peti.
Pero no aparecio nadie. El bar iba a cerrar. Por fin, De Peti dijo que debian tomar una habitacion en un hotel cercano, que tendria el dinero sin falta «manana por la manana».
1 Dum-dum: proyectiles de plomo sin revestimiento. Su nombre procede del de un deposito de municiones britanico en la India, en el siglo XIX. Las pistolas llamadas derringer, de solo uno o dos disparos, son armas de muy pequeno tamano pero de calibre grande, y solo son efectivas a distancias muy cortas. Su inventor se llamaba Deringer (sic). (N. delT.)
– ?Manana por la manana?
– Lo juro.
Richard llamo a disgusto a Genovese, y este le dijo que podia esperar. Tomaron una habitacion en un hotel cercano. Richard se lavo y, cansado, se echo en una de las dos camas, y De Peti hizo otro tanto. Pero Richard desconfiaba, y no se durmio con facilidad. No sabia cuanto tiempo llevaba acostado, pero en su estado de duermevela noto un movimiento proximo. Abrio los ojos. Cuando se le acostumbraron a la oscuridad, atisbo apenas a De Peti, que se movia sigilosamente por la habitacion, hacia el, le pasaba por delante y llegaba a la ventana. De Peti abrio la ventana y empezo a salir por ella, deslizandose como una serpiente, con intencion de llegar a la escalera de incendios. Con dos movimientos rapidos, Richard se levanto, lo sujeto y lo volvio a meter en la habitacion, donde le dio de punetazos. Su rapidez de movimientos era impresionante para lo grande que era, y a muchos los pillaba desprevenidos. Richard encendio la luz.
– Baboso, hijo de perra, me has estado tomando el pelo todo el rato - le dijo, dandole una patada tan fuerte que lo hizo deslizarse por el suelo. Se moria de ganas de matarlo, de pegarle un tiro en la cabeza, de tirarlo por la ventana; pero sabia que no podia permitirse ese lujo. Aquel tipo debia mucho dinero a Carmine, y Richard no podia matarlo asi sin mas. En lugar de ello, llamo por telefono a Carmine, en Hoboken.
– El puto gilipollas ha intentado escaparse -le dijo-. Lo he atrapado cuando salia por la escalera de incendios.
– ?Hijo de puta! ?Que se ponga!
De Peti, sangrando por la boca, dijo a Carmine que solo habia querido tomar un poco el aire, no escaparse… desde luego que no habia intentado huir.
– Lo juro, lo juro por mi madre -exclamo, llevandose dramaticamente las manos al corazon para dar mas efecto.
– ?Donde esta el dinero? -le pregunto Carmine.
– ?Manana, manana, lo juro! -suplico De Peti.
Richard volvio a tomar el telefono.
– Dale hasta manana -le dijo Carmine-. Si no suelta el dinero, lo tiras por una ventana que no tenga una puta escalera de incendios, ?de acuerdo?
– De acuerdo -dijo Richard-. Sera un placer.
Al dia siguiente se repitio la misma historia de recorrer diversos bares y salones en busca de las personas que tenian el dinero. Richard pensaba que era como si De Peti quisiera jugar a trile con el. De Peti lue a llamar por telefono otra vez. Cerca del telefono habia una puerta, y Richard advirtio que De Peti la miraba. Colgo, volvio, dijo que tenian que ir a una pizzeria. Pasaron alli esperando una hora, y despues fueron a otros dos bares.
Richard estaba harto de los cuentos de De Peti.
– Vendra, vendra -repetia este; pero no aparecia nadie.
Richard, hastiado, volvio a llevar a De Peti al hotel y, sin decirle una palabra mas, lo saco por la ventana. De Peti, suplicante, le dijo entonces que le daria «todo el dinero», que lo tenia en un local suyo en el South Side.
– ?Si me estas mintiendo, te mato alli mismo! -le prometio Richard.
– ?No miento! ?No miento! -insistia el, mientras los coches, los camiones y los autobuses circulaban por la ancha avenida, diez pisos mas abajo.
Richard volvio a meterlo.
– Vamos.
Era una especie de bar con espectaculo erotico. Chicas semidesnudas que habian conocido tiempos mejores bailaban sacudiendo las tetas y moviendo los grandes culos, iluminadas por luces rojas fosforescentes. De Peti llevo directamente a Richard a un despacho, al fondo, abrio una caja fuerte que estaba oculta en una pared de un armario empotrado, saco un fajo de billetes y le dio los treinta y cinco mil dolares.
– Dios, si tenias el dinero desde el principio, ?por que no me lo diste sin mas? -le pregunto Richard, ya verdaderamente molesto, llenandose de ira.
– Porque no queria pagar -reconocio De Peti timidamente.
Richard, al oir esto, empezo a verlo todo rojo. Ya tenia las pelotas retorcidas, como dice el, y aquello fue la gota que colmo el vaso.
– No me digas -dijo con una leve sonrisa, emitiendo aquel suave chasquido suyo por un lado de la boca.
– Voy llamar a una de las chicas para que te arregle los bajos -le ofrecio De Peti.
– No, no hace falta -dijo Richard.
Despues de contar el dinero, Richard apoyo bruscamente y con fuerza la pequena derringer del 38 en el pecho de De Peti y apreto el gatillo. Pum. La detonacion del arma quedo ahogada por el pecho de De Peti y por el ruido de la musica del club.
De Peti, con un orificio terrible en el pecho, cayo al suelo de golpe, y al poco tiempo estaba muerto como una piedra.
Richard salio tranquilamente del club, paro un taxi a una manzana de alli, fue al aeropuerto y tomo un vuelo de vuelta a Newark. En cuanto aterrizo, fue a ver a Carmine Genovese.
– Y ?que ha pasado? -le pregunto Carmine en cuanto le abrio la puerta.
– Tengo que contarte dos cosas.
– ?Que cosas?
– En primer lugar, tengo el dinero. Todo. En segundo lugar, lo he matado. No habia hecho mas que tomarme el pelo -dijo Richard, sin saber si Carmine se iba a enfadar. Al fin y al cabo, habia matado a un cliente suyo despues de que este le pagara todo lo que le debia.
– Bien, bravo -dijo Carmine-. No podemos consentir que estos putos gilipollas nos tomen por tontos. Si corre la voz por la calle, adios negocio. Has hecho lo que debias -anadio, dando unas palmaditas en la espalda enorme de Richard-. Eres un buen tipo, Richie. Mamma mia, ojala fueras italiano. Te apadrinaria al momento, joder, al momento, joder -dijo, y pago bien a Richard.
Carmine, que era un hombre muy rico, tendia a ser avaro y codicioso, como la mayoria de los mafiosos. Eran hombres que nunca tenian bastante.
Richard, satisfecho, se marcho al poco rato.
En Chicago una de las bailarinas de De Peti descubrio su cadaver. Llamaron a la Policia. Interrogaron a todos los presentes en el club, consiguieron una descripcion imprecisa de un hombre grande al que habian visto salir del despacho.
Otro homicidio sin resolver.