salio a buscarlo, lleno de ideas violentas, con intencion de matarlo y de tirar su cadaver donde nadie lo encontrara. Esto, deshacerse de los cadaveres, seria una de las especialidades mas notables de Richard.
No tardo en enterarse de que el administrador estaba en un bar de enfrente donde tambien iba a veces Richard. Eran casi las cuatro y media de la tarde, y el bar estaba abarrotado de hombres que se tomaban una copa a la salida del trabajo antes de volver a casa con sus familias o a la soledad de sus apartamentos vacios. Richard torcio los labios hacia la izquierda y profirio ese suave chasquido suyo entre los dientes apretados. Abrio la puerta y entro. Lo recibio el olor del guisqui, del tabaco y de los trabajadores que bebian licores. Localizo al administrador, que estaba de pie ante la barra. Era un hombre grande y pendenciero, un maton, el tipo de hombre que mas odiaba Richard.
Richard se acerco a el caminando con calma.
– ?Con que derecho ha pegado a mis hijos?
– No querian callarse… -dijo el administrador; pero antes de que hubiera tenido tiempo de terminar de hablar, Richard le golpeo con tal fuerza que parecio como si atravesara la sala volando, como en los dibujos animados. Richard lo siguio y le siguio pegando hasta dejarlo hecho un amasijo sanguinolento. Sabia que el barman era un policia pluriempleado, pero no le importaba. Cuando Richard se dirigia a la puerta, el barman le enseno la placa y le pidio la documentacion. La respuesta de Richard fue un gancho de derecha salvaje que lo dejo sin sentido. Richard habria matado al administrador alli mismo sin dudarlo si no hubiera habido tantos testigos.
No tardaron en aparecer unos detectives con cara de enfado, buscando a Richard por haber pegado al barman-poli. Richard fue a hablar con Carmine Genovese y le conto lo sucedido. Genovese se puso en contacto con algunos amigos suyos del Departamento de Policia, y Richard tuvo que pagar tres mil dolares para que se echara tierra al asunto. El administrador paso tres semanas en el hospital; tenia roto un pomulo y la mandibula. Cuando le dieron de alta, dejo el empleo y se largo de Jersey City con viento fresco. Hizo bien. Richard tenia pensado matarlo.
Algunos meses mas tarde, Richard salia del bar La Ultima Ronda y su hermano Joe le llamo desde la acera de enfrente.
Joe, como Richard, media ya casi un metro noventa y cinco y era rubio y apuesto.
– ?Eh, Rich!
– ?Como te va, Joe?
– Tirando, como siempre.
– ?Que hay?
– Rich… tengo… tengo que contarte una cosa.
– ?De mama?
– No… de Linda.
– ?De Linda? ?Que pasa?
Joe miro fijamente a su hermano. Como todo el mundo en Jersey, sabia que Richard iba siempre armado, que era siempre peligroso.
– No se como decirtelo… -empezo a decir Joe.
– ?Decirme que?
– Richard… he visto a Linda y a Sammy James meterse en una habitacion en el Hotel Hudson.
– ?Que? -exclamo Richard alzando la voz, con el rostro de color rojo vivo.
– No te vayas a enfadar conmigo, Rich… pense que debias enterarte, nada mas.
– ?Sabes en que habitacion?
– Si; en la numero 16, en la planta baja, junto a la maquina de coca- cola.
– Gracias, Joe -dijo Richard; y salto a su coche y se dirigio al Hotel Hudson a toda velocidad.
Es cierto que Richard y Linda estaban practicamente separados por entonces, pero Richard seguia considerandola su mujer, de su propiedad. Dejo el coche en el aparcamiento del hotel, que estaba en una zona discreta, cerca del rio. Era un hotel donde se iba sobre todo a tener citas amorosas. Richard conocia a Sammy James. Habian jugado al billar formando pareja. Richard llego hecho una furia a la habitacion 16 y abrio la puerta de una patada de su enorme pie derecho.
Estaban los dos en la cama desnudos; de hecho, en ese momento estaban haciendo el amor. A Linda casi le saltaron los ojos de las orbitas con el susto. Richard asio a James, un tipo alto y musculoso de pelo negro ensortijado, y le dio de punetazos. Linda contemplaba la escena, aterrada.
– ?Desgraciado, traidor! -dijo Richard a James-. Te voy a romper todos los huesos del cuerpo menos uno: y si te vuelves a acercar a ella, te buscare y te rompere el que falta.
Y Richard se puso a romper a golpes metodicamente casi todos los huesos del cuerpo de James, salvo el femur de su pierna izquierda, subiendo repetidamente a la cama, saltandole encima, dandole patadas, pisotones, punetazos.
Cuando hubo terminado con James, Richard dirigio su ira contra Linda. Saco un cuchillo.
– Si no fueras la madre de mis hijos, te mataria -dijo-. Pero me limitare a darte una leccion que no olvidaras nunca.
Le asio el pecho izquierdo. Ella intento resistirse. La dejo inconsciente de una bofetada, volvio a asirle el pecho izquierdo y le arranco el pezon con el cuchillo. Hizo despues lo mismo con el otro pecho y salio de la habitacion como un huracan, dejandola asi.
A partir de aquel dia, Richard tuvo poco trato con Linda. Veia a sus hijos de vez en cuando; nada mas. James se marcho de la ciudad y no volvio nunca a Jersey City.
Philip Marable era capitan en la familia Genovese del crimen organizado. Tenia un restaurante italiano popular en Hoboken y vivia en Bloomfield, alli cerca. El restaurante se llamaba Bella Luna. Servian buena comida del sur de Italia a precios razonables. En las mesas habia manteles de hule amarillos y velas en botellas vacias de vino cubiertas de goterones de cera de varios colores.
Marable era un hombre que sabia vestir, siempre iba muy bien peinado, con pelo negro y espeso y ojos oscuros y amenazadores… todo un dandi. Hizo llamar a Richard y lo cito en el restaurante. Lo recibio calurosamente, lo invito a sentarse, se empeno en invitarlo a una buena comida. Richard se preguntaba que querria de el. Cuando hubieron comido y se hubieron tomado un cafe expres con anis, Marable dijo:
– Conoces a George West, ?verdad?
– Claro -dijo Richard.
– Ese tipo nos esta dando problemas. Ha estado atracando a mis corredores [los encargados de recoger las apuestas de la loteria clandestina], y quiero que desaparezca de la circulacion -le explico Marable.
– Se puede arreglar -dijo Richard.
– Asegurate de que queda bien claro, ?me entiendes?, que no se pueden consentir esas porquerias, ?de acuerdo?
– Entendido -dijo Richard, satisfecho, viendo que se le abrian nuevos horizontes profesionales.
Dicho esto, Marable hizo deslizarse sobre la mesa un sobre blanco, con gran habilidad, como si fuera un truco que tuviera practicado. El sobre estaba lleno de dinero. Richard se lo guardo. La cena habia terminado. Richard sabia que aquel encargo por parte de Marable era una gran oportunidad, y se puso a buscarlo inmediatamente. Busco a West por todas partes, pero no lo encontraba. Vigilo