al que hubieran ofrecido el papel de su vida, un papel que lo convertiria sin duda en estrella, en luminaria dentro de la galaxia del crimen organizado.
Richard paso diez dias planificando meticulosamente este asesinato. Tal como habia dicho Carmine, De Gillio siempre estaba rodeado de guardaespaldas, pero tenia una novia en un barrio residencial de Nutley y, cuando iba alli, cada pocos dias, solo lo acompanaba un chofer-ordenanza, un chico delgaducho que era sobrino suyo. La novia vivia en un edificio amarillo de dos pisos, tranquilo y apartado, con un aparcamiento a la izquierda. El sobrino esperaba fuera, en un rincon discreto del aparcamiento, cerca de una valla de madera, mientras De Gillio, un hombre corpulento de grueso vientre y piernas cortas y arqueadas, entraba, hacia con su novia lo que tenia que hacer y volvia a salir. No tardaba mas de una hora en salir: un polvete rapido a la hora de la siesta. El dia que Richard pensaba actuar siguio a De Gillio hasta el apartamento de Nutley. De Gillio se bajo del coche y subio al apartamento con su andar contoneante. Richard espero un cuarto de hora, se acerco al sobrino y, sin mediar palabra, le pego un tiro en la sien con una pistola del 22 que llevaba acoplado un silenciador. La bala de pequeno calibre hizo papilla al instante el cerebro del chofer, que murio sin haberse enterado siquiera de que le habian pegado un tiro.
Despacio, tranquilamente, Richard se volvio a su coche, se subio, lo dejo cerca del de De Gillio, abrio el maletero y se puso a cambiar una rueda, con movimientos lentos, sin prisas, sin llamar la atencion. Era un tipo cualquiera con un pinchazo, en un aparcamiento casi vacio. De Gillio salio de la casa casi con la puntualidad de un reloj suizo, contoneandose como un simio, sin prestar atencion especial al tipo del pinchazo. Pero cuando llego a su coche hizo una mueca de ira, creyendo que su sobrino se habia quedado dormido. Richard empezo a andar entonces hacia De Gillio, sacando a la vez la pistola del 22 con el silenciador, un arma de ejecutor que hizo que De Gillio se detuviera al momento.
– ??Es que me estas tomando el pelo, joder?! -exclamo De Gillio-. ?Es que no sabes quien cono soy yo?
– Si, se quien eres. Eres un tipo que se va a venir conmigo -dijo Richard, mientras presionaba discretamente, aunque con firmeza, con la pistola del 22 en el vientre de De Gillio, lo asia del brazo y lo conducia hacia su coche-. Una persona quiere hablar contigo -le dijo.
– ?Ah, si? ?Quien?
– Un amigo.
– Un amigo… ?estais muertos, joder! ?Tu amigo y tu estais muertos!
La respuesta de Richard fue apretar con fuerza el 22 contra el pecho de De Gillio. Levanto el percutor. De Gillio palidecio. Richard lo llevo hasta detras de su coche. El maletero ya estaba abierto. Antes de que De Gillio quisiera darse cuenta, Richard lo metio en el maletero de un empujon. Alli, De Gillio intento resistirse. Richard le dio un golpe en la cabeza con su rompecabezas y lo dejo sin sentido. Le esposo las manos a la espalda, lo amordazo con cinta adhesiva, cerro el maletero y se dirigio a una zona desierta de Jersey City, junto a la orilla.
Una vez alli, Richard se bajo tranquilamente del coche, saco a De Gillio del maletero y lo tendio en el suelo. Extrajo del maletero un bate de beisbol y, sin mas preambulo, empezo a golpear a De Gil Lio en las piernas, rompiendole huesos a cada golpe, diciendole:
– Esto te pasa por haber robado a tu jefe. Esto te pasa por ser un puto cerdo avaricioso -y seguia golpeando a De Gillio con fuerza terrible, en los brazos, en los codos, en los hombros, en las claviculas. Despues, Richard se puso a trabajarle el pecho y le rompio todas las costillas.
Acto seguido, Richard se puso un par de guantes de goma azules, quito a De Gillio su cartera, se guardo el dinero que llevaba, saco las taijetas de credito, le dijo:
– Me han encargado que te meta estas por el culo. ?Te lo crees? Yo mismo no me lo creo todavia. Los jodidos italianos estais locos.
A De Gillio se le salian los ojos de las orbitas de miedo y de dolor; intento suplicar a Richard, ofrecerle dinero, todo el dinero que tenia; pero la cinta adhesiva aguantaba. Richard hizo oidos sordos a sus suplicas ahogadas.
– Despidete del mundo -dijo Richard, y golpeo a De Gillio en plena cabeza, aplastandole el craneo, destrozandole el cerebro… matandolo.
Le bajo violentamente los pantalones y los calzoncillos, y le metio las tarjetas de credito por el trasero. Envolvio a De Gillio en una lona de plastico, se lo llevo a Bayonne y lo dejo en un solar junto al agua, donde lo pudiera ver todo el mundo.
Cuando hubo terminado, Richard fue a ver a Carmine y le conto con detalle todo lo que habia hecho.
– ?Eres un buen hombre, el mejor! -exclamo Genovese, dando palmaditas efusivas a Richard, y le pago con generosidad el trabajo bien hecho. Cuando encontraron a De Gillio, se llamo a la Policia, pero no habia testigos ni pistas que apuntaran a Richard. Otro ajuste de cuentas entre mafiosos; nada nuevo en Jersey City, Hoboken o Bayonne.
La reputacion de Richard como asesino eficaz y de sangre fria se extendio. Empezo a aceptar encargos de hombres de diversas familias de la Mafia, no solo de las familias Ponti y De Cavalcante de Nueva Jersey, sino tambien de las familias de Nueva York. Como no era «hombre hecho», podia trabajar sin problemas en calidad de giovane d'honore, contratista independiente. Planificaba con cuidado cada golpe y se cenia escrupulosamente a las instrucciones.
Si querian que torturara a un tipo, yo lo hacia, explico recientemente. Si querian que la victima desapareciera, lo hacia. Llegue a disfrutar de verdad con la planificacion y con la caza. Era algo asi como… una ciencia.
Con todo, Richard perdia en el juego casi todo el dinero que ganaba. Se encontraba con los bolsillos llenos de billetes de cien dolares; se metia en unas cuantas partidas de cartas en las que se jugaba fuerte, y lo perdia todo. Facil de ganar, facil de gastar. Esta era su actitud. Una vez, en una partida de cartas en Hoboken, no solo perdio todo el dinero que llevaba sino que perdio tambien su coche y tuvo que volverse a su casa en autobus.
13
Linda dio a luz un segundo hijo varon al que llamaron David. Richard trataba a sus hijos con una indiferencia absoluta. Los veia como si fueran hijos de otro. La relacion con Linda se habia vuelto cada vez mas tirante, y ya ni siquiera mantenian relaciones intimas. Richard le daba algo de dinero de vez en cuando, pero nada mas.
Sin embargo, mantenia una actitud extremadamente protectora hacia Linda y los chicos. Los consideraba como bienes de su propiedad, sobre todo a ella, y se enfurecia si alguien abusaba de Linda o de sus hijos o se aprovechaba de ellos.
En los bloques de apartamentos modestos donde vivian Linda y los chicos habia un administrador que trataba a Linda con lisonjas y le hacia proposiciones cada vez mas atrevidas. Ella no le hacia caso. Al cabo de cierto tiempo se volvio insultante, descarado, grosero. Linda queria decirselo a Richard, pero no queria problemas. Sabia que Richard tenia un mal genio explosivo y que saltaba a la minima, que podia ser violentisimo, que tenia armas de fuego, cuchillos y armas terribles de todas clases, por lo que no le dijo nada del administrador insultante.
Pero un dia el administrador dio unas bofetadas a los dos hijos de Linda, diciendo que hacian demasiado ruido. Aquello fue demasiado para Linda, que llamo a Richard a un bar que solia frecuentar, La Ultima Ronda, en una localidad proxima de Hoboken. Cuando Richard se entero de que el administrador habia abofeteado a sus hijos, colgo el telefono con violencia, salto a su coche y se dirigio a la casa a toda velocidad. Sus hijos le confirmaron que el administrador les habia pegado por jugar en el pasillo. Richard