Se miraron el uno al otro, separados por el cristal de la puerta. Empezo a llover. El seguia alli, bajo la lluvia.

– Me he divorciado -dijo, sacando los documentos del divorcio para ensenarselos-. Mira: tienen la firma de un juez.

Los papeles se estan mojando.

– Me sorprende. No crei que lo hicieras.

– Te dije que lo haria, y lo hice. Te quiero, Barbara. Te quiero tanto, que me duele -le dijo. Y de esta manera, Richard consiguio acceder de nuevo a la vida de Barbara, con un cielo de tormenta rojizo y lleno de relampagos a su espalda, como si la naturaleza intentara dar a entender algo a Barbara.

Cuando Barbara se entero de que su madre habia pagado el divorcio de Richard y le habia dicho donde estaba, llamo a su madre y se paso un cuarto de hora rinendola e insultandola sin parar. La respuesta de Genevieve fue la siguiente:

– No quiero que tengas un hijo sin marido. ?Que pensaria la gente? No esta bien… No es… natural.

– ?A mi que me importa lo que piense la gente? No tenias ningun derecho a decirle donde estaba. ?Ningun derecho! ?Ningun derecho!

Y le colgo el telefono.

Barbara era joven e inexperta, y ahora se encontraba especialmente vulnerable con aquel embarazo repentino y no deseado, y no tardo en convencerse de que Richard cambiaria, de que el amor que le tenia lo arreglaria todo y que serian felices.

Al Pedrici acepto con facilidad a Richard. Se daba cuenta de que Richard estaba loco por su hija, y decidio no estorbar a la pareja. Supuso que las cosas se arreglarian, que Barbara, cuyo embarazo resultaba mas visible cada dia, estaba mejor con un marido que sin ninguno. Al no tenia idea de lo violento que era Richard con Barbara, de sus amenazas homicidas, de la tranquilidad y la frialdad con que las proferia, ni de que siempre iba armado. Barbara estaba segura de que incluso entonces Richard llevaba encima una pistola.

Barbara y Richard salieron a dar largos paseos y hablaron. Ella ya sabia que el tenia problemas con la bebida y con el juego y le hizo jurar que dejaria los dos vicios. El lo juro de buena gana. Al consiguio encontrar a Richard un empleo de conductor de un camion de reparto, y el iba a trabajar con formalidad todos los dias, sin quejarse, portandose bien, decidido a demostrar que podia ser un buen padre de familia. Un buen marido. Un hombre mejor. Tambien tomo la resolucion de dejar la vida delictiva. De dejar de matar a gente. De dejar la Mafia. Los dias transcurrieron rapidamente, las semanas y los meses. Llego el verano de Florida, que trajo todavia mas humedad espesa y agobiante, asi como mas mosquitos gigantes. Al ir creciendo el vientre de Barbara, el calor y la humedad la molestaban cada vez mas. Richard seguia insistiendo en que se casaran; Barbara accedio por fin, y cuando iba terminando el verano, Barbara y Richard se casaron ante un juez de paz en el ayuntamiento de Miami. Al y su esposa asistieron al acto. Aquella noche salieron todos a cenar bien en una marisqueria. Se hicieron brindis. No hubo luna de miel; no habia dinero para eso, y asi, de pronto, Barbara Pedrici se convirtio en Barbara Kuklinski.

Aquel fue el peor dia de mi vida, recordaba ella hace poco. Ahora que lo recuerdo, pienso que deberia haberme tirado al mar y haberme ahogado, antes que casarme con Richard. Pero me case con el, y mi suerte quedo echada.

Una noche, despues de cenar, Richard vio que su nueva esposa se estaba fumando un cigarrillo, y tuvo una reaccion desproporcionada: le arranco el cigarrillo de la mano y lo aplasto con el pie.

– Si quiero fumar, fumare -dijo Barbara, molesta.

La respuesta de Richard fue pisarle el pie derecho, cargando todo su peso y retorciendo, con lo que le rompio el dedo gordo del pie.

– ?Estas loco? -pregunto ella haciendo un gesto de dolor-. ?Que le pasa?

– No vas a fumar -dijo el-. ?Haras lo que yo te diga!

Y aquella noche Richard ni siquiera permitio a Barbara que se acostara. Le obligo a pasarse toda la noche sentada en un taburete gris de metal en el patio cubierto.

– Si te mueves de ahi, matare a tu padre delante de ti -le dijo con una seriedad mortal; y dejo alli a Barbara.

Barbara, convencida de que Richard mataria de verdad a su padre, se paso sentada en ese duro taburete de metal toda la maldita noche, como lo cuenta ella. La temperatura cayo bruscamente, como era habitual, y Barbara tenia tanto frio que empezo a temblar. Sin duda, debia haber acudido corriendo a la Policia, debia haber contado lo que habia hecho Richard, lo que le estaba obligando a hacer; pero tenia tanto miedo por su padre que se paso alli toda la noche, temblando y helandose, maldiciendo en silencio el cielo y la tierra, y a su madre, por haber dicho a Richard donde estaba ella.

Barbara perdio al nino algunos dias mas tarde. Estaba segura de que la causa habia sido lo que le habia obligado a hacer Richard. Cualquier afecto que hubiera sentido alguna vez Barbara hacia Richard estaba siendo sustituido inevitablemente por otro sentimiento muy distinto: por el odio.

20

El amor, el matrimonio y los hijos

El 15 de octubre de 1962 Barbara y Richard Kuklinski regresaron a Nueva Jersey. Era una noche de frio terrible. El tio Arnold los fue a recibir al aeropuerto, lleno de sonrisas, abrazos y besos. Barbara se alegro mucho de ver a su tio y de haber vuelto a su casa. Cuando Barbara vio a la Nana Carmella, las dos lloraron de alegria y se dieron un abrazo larguisimo. Ahora que Barbara y Richard estaban casados, la familia estaba dispuesta a aceptarlo a el, para bien o para mal. El sueno de Richard de hacer de la familia de Barbara su propia familia se habia hecho realidad. Era lo que habia querido, y era lo que habia conseguido. Al ver que los recien casados tenian poco dinero y no tenian donde vivir, Genevieve los invito generosamente a alojarse con Nana y con ella hasta que «fueran saliendo adelante». Richard se habia tomado muy en serio la tarea de hacer que su matrimonio con Barbara funcionara. Habia jurado no volver a beber licores ni a jugar, y guardaba su palabra… en general. Barbara seguia sin tener una idea clara de lo implicado que habia estado Richard en crimenes, en asesinatos, y Richard sabia que si queria tomarse en serio el matrimonio y tener una familia con Barbara, tendria que renunciar a todo aquello. Tenia que ser formal. Tenia que convertirme en un obrerete, en un hombre honrado, dice.

Como Richard no tenia estudios ni conocimientos especiales, sus oportunidades de encontrar trabajo estaban bastante limitadas. Pero Armond, el tio de Barbara, consiguio encontrarle un puesto de trabajo en los laboratorios cinematograficos 20th Century Deluxe, en la Octava Avenida, en Manhattan. A Richard no le gustaba tener que ir a la ciudad todos los dias, pero tomaba obedientemente el autobus llevandose en una bolsa de papel de estraza el almuerzo que le habia preparado Barbara. El trabajo consistia en mover y almacenar cajas y grandes rollos de pelicula, en hacer recados y en recoger y tirar los trozos de pelicula descartados. Estaba empezando por lo mas bajo del escalafon. Los laboratorios cinematograficos 20th Century Deluxe producian copias de peliculas a partir de copias maestras, para distribuirlas por los cines de todo el pais. Richard aprendia pronto, siempre estaba buscando nuevas oportunidades y estaba deseoso de subir en la empresa, de modo que empezo a fijarse bien en como hacian las copias los operadores con las maquinas. Habia un operador con pelo de remolacha llamado Tommy Thomas que enseno pacientemente el proceso a Richard, paso a paso. Al cabo de pocos meses, Richard empezo a trabajar de operador. Le subieron el sueldo, y empezo a ganar noventa dolares por semana. El trabajo empezaba a gustarle, y no tardo en encontrar el modo de ganarse algun dinero mas haciendo copias piratas y vendiendolas en el mercado negro. Los laboratorios hacian todas las

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