– Claro.

– ?Los haras sin hacer preguntas?

– No soy hombre curioso.

Roy miro fijamente a Richard. La mirada de Roy, con sus ojos negros penetrantes, era penetrante como dos taladros electricos.

Roy tenia que comprobar en persona si Richard era capaz, en efecto, de hacer un trabajo de manera fria y metodica.

– De acuerdo -dijo-. Vamos a dar un paseo. ?Te apuntas?

– Claro -dijo Richard; y Roy, su primo Joe Guglielmo y Richard subieron al coche de Roy. Joe conducia. Richard iba en el asiento de atras.

– Vamos a la ciudad -ordeno Roy. Siempre daba ordenes a la gente; nunca pedia las cosas por favor. Fueron en silencio hasta Manhattan. Hacia un dia hermoso y despejado. El cielo estaba azul. Lucia el sol. Alguien iba a morir. Cuando pasaban por el tunel de Brooklyn Battery, Roy se volvio y dio a Richard una 38 de canon corto con silenciador.

– Usa esto -dijo.

– De acuerdo -dijo Richard, y se guardo tranquilamente el arma bajo el cinturon. Siguieron hasta la zona alta y llegaron a una calle tranquila, con arboles, de la parte oeste del Greenwich Village. Era el antiguo cazadero de Richard. Pasaron ante un hombre solitario que paseaba con un perro.

– Para -ordeno Roy-?Ves a ese tipo del perro? -pregunto a Richard. - Si.

– Cargatelo.

– ?Aqui? ?Ahora?

– Aqui, ahora.

Richard se bajo con calma del coche y camino hacia el hombre del perro, que estaba por detras del coche, a unos veinte pasos quiza. Cuando Richard se hubo cruzado con el, se detuvo, se volvio y siguio al desventurado. Queria hacer el trabajo delante mismo de Roy y de Joe. Cuando el paseante estuvo a la altura del Lincoln, Richard lo alcanzo, se cercioro de que no lo observaba nadie, saco rapidamente la pistola y disparo al hombre un tiro en la nuca.

No se entero de que se moria ni de por que.

Cayo como un saco de ropa sucia, conto Richard.

Richard volvio tranquilamente al coche y subio.

– Eres frio como el hielo, joder -dijo Roy, sonriente-. Bien hecho. Eres de los nuestros.

Se volvieron a Brooklyn. Richard acababa de demostrar a Roy, sin ningun genero de dudas, que era un asesino frio y duro como la piedra, y aquel asesinato termino de sellar la sangrienta relacion entre ambos. Cuando llegaron al Gemini Lounge y pasaron a la trastienda, estaban alli reunidos Joey Testa, Anthony Senter, Chris Goldberg y Henry Borelli.

– El grandullon es frio de narices -les anuncio Roy-. Acabo de verle hacer un trabajo en plena calle. Es de los nuestros.

Y asi ingreso Richard en una cuadrilla de asesinos en serie como no se habia conocido otra igual ni se conoceria despues. En los anos venideros escribirian un capitulo de la historia del homicidio.

Pero aquello no gustaba a Richard; no le gustaba que aquellos tipos supieran de el, lo que hacia, los «trabajos especiales» que llevaba a cabo. No se fiaba de ellos y no le gustaban; pensaba que, tarde o temprano, acarrearian problemas, para ellos mismos, para Roy y para el propio Richard.

Richard tuvo que pasar al bano. El ambiente estaba cargado de un olor extrano, denso, fetido. Mientras orinaba, miro detras de la cortina de la ducha y alli, colgado sobre la banera, estaba el cadaver de un hombre. Estaba degollado, y tenia clavado en el pecho un cuchillo de carnicero de mango negro. La sangre, densa y espesa, le caia poco a poco a la banera. Lo estaban desangrando.

Estos jodidos si que estan metidos en el asunto, penso Richard, y salio del bano.

– ?Has visto al tipo que se esta duchando? -le pregunto Roy, riendose ruidosamente de su propio chiste. Los otros se rieron tambien.

– No; no he visto nada -dijo Richard; y se sentaron a comer spaghetti olio y broccoli rabe. A Roy le gustaba cocinar y le encantaba comer. Mientras comian y bebian vino tinto (con aquel tipo colgado sobre la banera), hacian bromas, hablaban de deportes, de una chica a la que se habian tirado Joey y Anthony la noche anterior.

Despues de tomar cafe espreso, Chris y Anthony extendieron en el suelo una lona de plastico azul. Sacaron al tipo del bano y se pusieron a cortarlo en «trozos manejables», como decia Roy.

– Asi es mas facil deshacerse de el -dijo a Richard. Tenian instrumentos profesionales para autopsias, con sierras y cuchillos afilados como navajas de afeitar y que se habian construido especialmente para diseccionar cadaveres. En cuestion de minutos lo habian cortado en cinco trozos. Envolvieron cada trozo en papel de estraza y los metieron en sendas bolsas de basura negras de las mas gruesas. Richard contemplaba todo aquello divertido, pensando: Estos tipos son otra cosa, admirando la facilidad y la habilidad con que descuartizaban el cadaver. Saltaba a la vista que tenian mucha practica y que sabian lo que hacian. Chris Goldberg daba especiales muestras de disfrutar diseccionando el cuerpo.

Cuando Richard se disponia a marcharse para volver con su familia, pidio hablar a solas con Roy. Salieron a la calle. El sol ya se estaba poniendo. Llegaba una brisa agradable de Jamaica Bay.

– Mira, Roy -dijo Richard-; no me entiendas mal, pero el caso es que yo preferiria trabajar a solas contigo en los trabajos especiales.

– Me has leido el pensamiento -dijo Roy-. Grandullon, tu eres mi arma secreta. No voy a hacer que te trates con mi cuadrilla. No te preocupes. Son todos muy buenos, unos tipos legales de cojones; Chris es como si fuera hijo mio; pero no voy a hacer que te trates con ellos.

– De acuerdo -dijo Richard. Se abrazaron y se besaron en la mejilla, y Richard se volvio a Nueva Jersey con su familia. Y, de este modo, Richard Kuklinski se convirtio en el «arma secreta» de Roy DeMeo.

La Policia no pudo encontrar ningun testigo del asesinato del hombre que paseaba a su perro en el Village; ningun sospechoso logico, ningun motivo para el asesinato: un nuevo homicidio sin resolver en Nueva York que habia sido obra de Richard Kuklinski.

29

Cabeza de familia

Richard procuraba escrupulosamente ocultar sus actividades a su familia. Barbara no tenia idea de a que se dedicaba en realidad; ella no se lo preguntaba, y el no se lo decia.

Ademas de distribuir pornografia, Richard tenia alquilado un almacen en North Bergen que le servia de base para vender articulos falsificados: jerseis, bolsos, pantalones vaqueros, incluso perfumes. Compraba grandes partidas de esos articulos a precio de saldo; tenia mujeres que les cosian etiquetas de marcas conocidas, y despues los vendia en los mercadillos de todo el pais. El dinero llegaba a espuertas. Richard seguia dedicandose a los asaltos a camiones, en calidad de intermediario entre los asaltantes y los compradores, obteniendo siempre un beneficio. Dejo de beber licores fuertes y procuraba no jugar. Queria mucho a su familia y no queria hacer nada que la perjudicara. Por una parte era marido y padre ideal, atento,

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