Ahora forma parte de un coche, en alguna parte de Japon, dijo en confianza Richard hace poco, con una leve sonrisa burlona en su cara de grandes pomulos.
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Los tipos de la Mafia, sus asociados, sus aliados, sus afiliados y sus amigos son, en su mayoria, gente rencorosa y vengativa. No son partidarios de echar pelillos a la mar. Por ello, el negocio de Richard como asesino florecia. Cuanto mas trabajaba, cuanto mayores eran sus exitos, mas contratos recibia de todo el pais, y mas tarde, incluso del extranjero: Richard asesino por dinero en Sudamerica y en Europa.
Lo mas corriente era que el encargo requiriera un asesinato rapido, nada muy complicado. Pero Richard estaba matando a tanta gente que recibia, inevitablemente, «peticiones especiales», como las llama el.
Un «hombre hecho» de Nueva Jersey tenia una hija encantadora, inocente, de grandes ojos, una preciosidad. Tenia diecinueve anos. Habia empezado a verse con un hombre mayor, un sujeto muy bien parecido. El padre quiso impedir que su hija se viera con aquel hombre mayor, que era evidentemente un galan mujeriego, de grandes dientes blancos y ojos negros relucientes, con un pendiente en la oreja izquierda, demasiado guapo para su propio bien.
El padre, impotente, llevo aparte al amigo y le pregunto educadamente:
– ?Que intenciones tiene usted para con mi hija?
– ?Intenciones? -repitio el galan, perplejo. No tenia la menor idea de que el padre era de la Mafia.
– Si… su madre y yo quisieramos saberlo.
– Pues, simplemente… pasarlo bien, ?sabe?
– ?Pasarlo bien? -repitio el padre.
– Si; ya sabe, divertirnos. ?Pasarlo bien! -explico el galan, con su gran sonrisa seductora y luciendo los dientes.
El pudre, que era siciliano, se puso rojo como una remolacha, pero no dijo una palabra mas.
Este siciliano se puso en contacto con Richard por mediacion de unos amigos; le dijo que queria que aquel tipo desapareciera, pero que antes «?tenia que sufrir!».
– Sera un placer -dijo Richard con toda sinceridad.
A los dos dias, Richard se apodero del galan y lo llevo a las cuevas del condado de Bucks, donde sabia que vivian las ratas. Richard tenia preparadas unas tiras delgadas de piel sin curtir. Queria probar una cosa nueva. Desnudo al galan, mojo las tiras de piel, le envolvio con una los testiculos y le puso otra alrededor de cada brazo y otra en la frente. Era un dia templado de septiembre. Richard contemplo los sufrimientos del galan cuando se fue tensando la piel, divertido, desapegado, explicando al hombre por que le estaba pasando aquello. Hizo algunas fotos Polaroid de los sufrimientos del galan, de sus huevos, ahora rojos como tomates. Se quedo alli un rato con el galan, viendolo sufrir, oyendo sus suplicas. Richard, impasible, estudiaba los sufrimientos del hombre como un cientifico que observara una bacteria infecciosa al microscopio. Para Richard era una experiencia didactica ver como se le clavaba en la carne la piel sin curtir, como empezaban a acercarse las ratas a la victima. Aparecieron tantas ratas que Richard tuvo que marcharse por fin, aunque tomo mas fotos Polaroid del galan antes de irse.
Volvio dos dias mas tarde. Del hombre no quedaban mas que algunos restos del esqueleto mordisqueado. Las ratas se habian comido hasta las tiras de piel sin curtir. El aire estaba cargado del olor apestoso de las ratas y de sus excrementos desagradables. Richard arrojo los pocos restos por el pozo de una mina.
Cuando Richard enseno al padre siciliano las fotos, este se quedo encantado, tenia una sonrisa de oreja a oreja y, viendo al Grandullon con nuevo respeto, le dio diez mil dolares mas de lo acordado. Otro cliente satisfecho.
Richard empezo a preguntarse por que no le inquietaba en absoluto ver y hacer esas cosas, cometer tales actos de barbarie. Penso mucho en esto. La cuestion lo inquietaba y, hasta cierto punto, lo desconcertaba.
Se preguntaba como podia ser tan frio, tan indiferente hacia los sufrimientos de la gente. Aquello le hizo creer durante cierto tiempo que no estaba bien de la cabeza. Segun explico: Desde que era nino, siempre me senti como un extrano, como relegado, y ahora, por las cosas que hacia, volvia a sentirme de nuevo asi. Pero desde otro punto de vista, en general aquello no me molestaba… me acostumbre. Pero ?por que?, ?por que era asi?, me preguntaba. Quiero decir, por que era tan frio, tan indiferente ante los sentimientos de las personas. Ante su dolor. ?Habia nacido asi, o me habian hecho de esa manera? Hasta con mi propio familia… lo malo que podia ser con ellos, con las unicas personas que me habian importado en la vida. Esto no me gustaba; no queria ser asi, quiero decir, ser asi con mi familia.
Pense ir a consultar a un psiquiatra, por si podia darme, ya sabe, ayuda, alguna medicacion quiza; pero, claro, no podia hacer eso. ? Como iba a decir al psiquiatra: mire usted, mato y torturo a la gente por dinero, y me gusta mi trabajo? Imposible.
Este «Richard introspectivo» contrastaba mucho con el asesino frio como una piedra que se habia labrado una reputacion como superestrella del homicidio entre los circulos mafiosos de todo el pais. Richard, al que llamaban el Grandullon, se estaba convirtiendo en un asesino muy solicitado. Era eficaz y discreto, y no tenia tratos personales con gente de la Mafia. Era un verdadero padre de familia que se daba la circunstancia de que trabajaba de asesino a sueldo. Gracias a esto, Richard paso muchisimo tiempo sin que se fijara en el la Policia ni el FBI. Muy poca gente sabia siquiera su nombre verdadero. No hacia vida social con gente de la Mafia. No asistia a sus bodas, a sus funerales ni a sus fiestas familiares.
Hasta el propio Roy DeMeo solo tenia su numero de «busca». Era la unica manera de ponerse en contacto con el, y asi lo preferia. Nunca llevaba a gente de la Mafia a su casa ni les decia donde vivia. Mantenia a su familia apartada de todo aquello.
Una de las pocas personas con las que Richard mantenia un trato personal era con Phil Solimene, de Patterson. Richard tenia a Solimene por amigo suyo; no tenia intencion de matarlo, cosa rara en el, y hacia muchos tratos con Solimene: le vendia pornografia, le compraba y le vendia articulos procedentes de asaltos, asesinaba a gente a la que Solimene atraia con ofertas de falsos tratos y negocios. Hasta salian juntos Barbara y Richard y Solimene y su mujer. Esta relacion, esta unica amistad, acabaria por convertirse en el unico punto vulnerable de Richard. Era un resquicio en aquella armadura que se habia forjado con tanto cuidado.
Era el talon de Aquiles de su pie de la talla 48.
Mientras tanto, Roy DeMeo estaba descontrolado, era como un tren sin frenos que se dirigia al desastre. Habia llegado a considerarse invencible, por encima de la ley, con derucho a hacer lo que le diera la gana, donde y cuando le diera la gana. DeMeo habia convertido la pequena trastienda del Gemini Lounge en un verdadero matadero. Con su cuadrilla de asesinos en serie mataban, descuartizaban y despedazaban a docenas de personas. Varias por semana. A veces, dos en un dia. Todos aquellos asesinatos se le estaban subiendo a la cabeza a Roy. Empezo a considerarse intocable, un dios entre los mortales. Tenia a sueldo a varios detectives del Departamento de Policia de Nueva York, y asi llegaba a sus manos regularmente la informacion que le servia para librarse de problemas, para evitar que lo detuvieran. Uno de estos policias corruptos era un detective de ojos saltones de la unidad de vehiculos robados de Brooklyn. Tenia el pelo oscuro con entradas, ojos negros y velados y labios carnosos; tenia unos treinta y cinco anos, por lo que era bastante joven para ser detective.
Peter Calabro estaba muy comprometido con Roy DeMeo. Cuando