Calabro habia querido librarse de su mujer, de la que estaba separado, Roy se encargo del trabajo, la rapto en Brighton Beach, Brooklyn, la ahogo y la echo al mar. Pero por puro azar la Guardia Costera encontro su cuerpo flotando cerca del cabo Sandy de Nueva Jersey. La madre de Carmella estaba convencida de que Calabro habia sido responsable de aquello, y dijo a todos los policias que le prestaron atencion que Peter Calabro habia matado a su hija, que era un vil asesino, un «bellaco», segun decia ella. El caso llego a presentarse ante un gran jurado de Brooklyn, pero Calabro tenia una coartada a prueba de bombas y no habia pruebas suficientes para sustentar una acusacion. No se podia establecer con claridad si la muerte de Carmella habia sido un homicidio o un suicidio.
Richard no habia tenido nada que ver con el asesinato de Carmella Calabro, pero DeMeo se habia ocupado en persona de ahogarla y de dejar su cuerpo en el mar. A diferencia de Richard, DeMeo no tenia ningun reparo en matar a una mujer.
DeMeo sabia que esta muerte forjaria un vinculo inseparable entre Calabro y el, y gracias a ello DeMeo gozaba de informacion constante sobre la mayor parte de las investigaciones que se realizaban sobre sus actividades de negocios enormemente delictivas, sobre todo sobre su lucrativo negocio de coches robados. DeMeo era como un pulpo codicioso; sus tentaculos llegaban a todas partes. Ademas, pagaba muy bien a Calabro su colaboracion. Uno de los muchos «favores» que hacia el detective Calabro a DeMeo y a otros miembros de la familia Gambino era proporcionarle numeros de identificacion VIN limpios para los coches robados.
Los negocios que tenia Richard con el polifacetico Roy DeMeo eran de dos tipos, el asesinato y la pornografia, y en ambos ganaba dinero a espuertas. Cuando DeMeo tenia un «trabajo especial», llamaba a Richard, el Grandullon. A Richard tambien lo llamaban el Polaco, un nombre que a el no le gustaba demasiado [6], aunque sabia que cualquier mote seria mejor que su nombre verdadero. No es casualidad que todos los mafiosos tengan apodos.
Con la colaboracion mortal de Richard, DeMeo se convirtio en el aparato bien engrasado de ejecuciones de la familia Gambino; y como DeMeo no era todavia «hombre hecho», aceptaba encargos de asesinato para casi cualquier persona que queria que se matara a otra.
Nino Gaggi, el mentor de Roy, repetia a este que se controlara un poco, que fuera mas discreto, que dejara de matar a tanta gente; pero las cantidades enormes de dinero que estaba dando DeMeo a Gaggi servian para despejar casi todas las inquietudes de este. Gaggi tenia una verdadera ansia de dinero, era avaricioso a mas no poder, y Roy DeMeo le entregaba con regularidad bolsas de papel de estraza llenas de billetes de banco; y en las fiestas DeMeo seguia presentandose en casa de los Gaggi con camiones cargados de regalos (literalmente), joyas costosas para Rose, la esposa de Nino, juguetes para todos los ninos. Una especie de Papa Noel italiano salido del infierno.
En los meses que siguieron a la ejecucion de Hoffa, Richard se reunio con DeMeo una docena de veces en la casa de comidas junto al puente Tappan Zee, y llevo a cabo con exito todos los encargos que le hizo DeMeo, sin problemas ni repercusiones, sin complicaciones ni contratiempos.
Fue en esta epoca cuando Richard empezo a llevar a mas victimas a las cuevas para que las devoraran las ratas, mientras el filmaba sus muertes. hasta tomo la costumbre de sentarse en su casa a ver esos videos espantosos, cuando ya se habian acostado todos los demas. Mientras los veia, se tomaba un tentempie de medianoche, un emparedado de pavo con pan de centeno, con algo de mayonesa. Mas que por divertirse, veia las peliculas intentando comprender las reacciones que le producian… por que aquellas cosas no lo inquietaban en lo mas minimo, dice el; por que no le importaban, segun explico hace poco.
Hasta llego a ensenar una de las peliculas a DeMeo, que era un psicopata con todas las de la ley; y ni siquiera DeMeo fue capaz de soportar el espectaculo. Por las peliculas, DeMeo comprendio que Richard era un personaje fuera de lo comun, que era, segun creia el, un hombre sin alma.
– Es de hielo, joder -decia a los de su cuadrilla-. De hielo de verdad.
Y aquellas peliculas establecieron tambien unos lazos perversos de «amistad» entre Roy y Richard, que llegaron a disfrutar mutuamente de la compania del otro… eran tal para cual.
Con todo, Richard seguia esperando la oportunidad de matar a Roy, de darle una paliza, humillarlo y quitarle la vida. Para Richard, este tratamiento era el remedio definitivo de todos los males. Richard se servia del asesinato para librarse de sus problemas del mismo modo que la gente se sirve de la aspirina para librarse de los dolores de cabeza.
Ademas de los asesinatos por contrato, Richard asesinaba a gente con la que mantenia tratos de negocios, a hombres a los que habia dejado pornografia a cuenta y que habian decidido que no pensaban pagarle. Uno de estos tipos tenia una tienda de pornografia en el centro de Los Angeles. Era un hombreton como un oso, que se jactaba de ser duro, independiente, de no tener miedo a nadie. Debia a Richard diez mil dolares y, arrogante, hasta dejo de atender las llamadas de Richard.
Richard, enfadado, tomo un avion y fue a ver a aquel tipo. Se habia traido en su equipaje dos granadas de mano de fragmentacion que habia conseguido por medio de DeMeo. Richard entro en la tienda del tipo sin haber anunciado su visita. Llevaba una granada de mano en cada bolsillo. El tipo estaba detras del mostrador, que llegaba a la altura del pecho. Estaba sentado en un taburete alto, con un cojin; era un tipo grande, pesado y con cara de pocos amigos, de estar renido con el mundo y con todos sus habitantes.
– Hola, amigo -dijo Richard, dirigiendose hacia el, caminando sobre las puntas de los pies, torciendo la boca hacia la izquierda, emitiendo ese leve chasquido suyo.
– Hola, Grandullon, dijo el tipo, nada contento de ver aparecer de pronto a Richard en su tienda.
– He estado intentando ponerme en contacto contigo, amigo -dijo Richard.
– Si; bueno… he estado muy liado; ya sabes como son las cosas.
– Tienes una cuenta pendiente conmigo, amigo.
– Si, bueno… de momento, no tengo todo el dinero.
– ?Y cuanto tienes? -le pregunto Richard.
– Nada.
– ?Nada?
– Eso es; cero -dijo el tipo, sonriendo, mostrando unos dientes torcidos y manchados de nicotina, como si acabara de decir un chiste. Pero Richard no le vio la gracia.
– Que gracioso -dijo Richard.
– Soy el rey de la comedia. Trabajaba de humorista antes de dedicarme a esto -dijo, indicando la tienda con un amplio gesto, como si fuera un logro notable y digno de admiracion.
– Y ?que pasa con mi dinero? Lo necesito -dijo Richard.
– ?Que te parece si vuelves a pasarte por aqui dentro de… un mes, digamos?
– Eso no fue lo que acordamos.
– Si, bueno, pues ahora si lo es.
– ?Porque tu lo dices?
– Porque yo lo digo.
Richard sonrio. Su sonrisa no era agradable de ver. Le salio de los labios aquel chasquido suyo, ti-ti-ti.
Richard saco una granada de mano y le extrajo la anilla, aunque el propietario de la tienda no lo vio porque se la ocultaba el alto mostrador. Richard entrego la anilla de la granada al tipo que estaba detras del mostrador.
– ?Que es esto? -le pregunto el tipo.