un psicopata que acabaria por llamar la atencion de la Policia. Castellano se nego a aceptarlo.

Despues, DeMeo agito un verdadero avispero cuando acogio en el seno de los Gambino a los tristemente celebres Westies. Aquello fue otro gran error.

Los Westies eran un grupo de irlandeses, poco cohesionado, que funcionaban en la Hell's Kitchen de Manhattan, en el West Side. Sus especialidades eran la extorsion a los comercios del barrio, las apuestas, la usura, la loteria clandestina… y el asesinato.

Los jefes de la banda eran James Coonan y Micky Featherstone, dos asesinos frios. Featherestone era un tipo de aspecto mas bien fragil, de unos 65 kilos de peso, con manos pequenas de nino y cara de crio, pero que estaba dispuesto a pegar un tiro en la cabeza a cualquiera como si tal cosa. Coonan era lodo lo contrario: ancho de hombros, huesudo, de mandibula fuerte, con la cara roja y nariz gruesa; tenia el pelo rubio blanquecino, que llevaba cortado a flequillo al estilo militar.

DeMeo apreciaba a esos tipos porque eran absolutamente despiadados. Por consejo de DeMeo, empezaron a descuartizar a sus victimas y a enterrar los cuerpos desmembrados en los depositos abandonados del ferrocarril, en lo mas apartado del West Side de Manhattan.

Una tarde que Richard fue a dejar dinero en el Gemini Lounge, DeMeo le pidio que se pasara por Harlem acompanando a Freddie DiNome, que iba a hacer una visita a un tipo negro que tenia alli un bar. El tipo debia mucho dinero a DeMeo y no lo estaba devolviendo segun lo acordado.

– Grandullon, quiero que vayas a verlo y le digas que esta en la jodida cuerda floja, ?vale?

– Sin problema -dijo Richard-. Claro.

– Ve a recoger a Eddie Mack. El conoce al moreno, y tiene unos huevos de bronce, ?vale?

– Claro, Roy -dijo Richard, y salio hacia la ciudad acompanado de Freddie DiNome, un sujeto feo, de cabello castano ensortijado y una nariz que parecia una patata gigante. DiNome era un experto en automoviles que ayudaba a Roy a camuflar los coches robados dandoles documentaciones limpias. Tenia como mascota un chimpance que un dia le dio un punetazo y lo dejo sin sentido. Richard no tenia ningun interes economico en aquel asunto; iba simplemente por hacer el favor a DeMeo.

DeMeo estaba muy crecido ultimamente. Se figuraba que no tardaria en ser «hombre hecho», lo que habia ansiado desde que era un chico gordito, blanco de las burlas de los matones del barrio. Para el, en cierto modo, ingresar como «hombre hecho» era como encontrar el santo Grial y ganar el premio gordo de la loteria, todo junto.

Eddie Mack era miembro de la banda de los Westies. Era un irlandes duro, y tambien el era asesino frio. Richard apreciaba a los Westies, le parecia que tenian huevos. Pero tambien le parecia que estaban descontrolados, que deberian estar atados en corto, o incluso enjaulados. En todo caso, llego con DiNome a la ciudad y alli recogieron a Mack, un tipo regordete de pelo rubio largo, y los tres fueron a Harlem. El bar estaba en la Tercera Avenida. Eddie dijo que entraria el a hablar con el propietario, que los dos se conocian de la carcel.

– Te acompano -se ofrecio Richard.

– No, no hace falta -dijo Mack, y bajo del coche y entro.

Richard iba armado, como siempre. Se quedo sentado en el coche preguntandose por que demonios le habian pedido que fuera, si Mack no queria que entrase con el. Pero al cabo de unos minutos se produjo un estruendo dentro del local, ruido de objetos que se rompian, un tiro. Richard salto del coche y entro a toda prisa. En cuanto entro en el local le dieron un golpe en la frente con un bate de beisbol. Retrocedio, vacilante, pero no llego a caer. Veia pajaritos que cantaban. La acera le daba vueltas. Saco una derringer del 38 y volvio a entrar, muy enfadado. Eddie Mack salio con las manos en el vientre.

– El jodio negro me ha pegado un tiro -dijo.

– Vamos por el -dijo Richard.

– Dejalo. Hay una jodida tribu -dijo Mack, subiendose otra vez al coche-. Que cabrones.

– ?Que ha pasado? -pregunto Freddie.

– Se quiso pasar de listo, fui a por el, y uno de esos me pego un tiro en el costado. Alli dentro esta oscuro, y yo no veia mas que dientes y ojos. Esto no va a quedar asi. Llevadme a casa. Tengo buenas armas. Voy a por ellas y volvemos enseguida.

– Vamonos -dijo Richard. Volvieron a Hell's Kitchen. Freddie llamo a Roy y le conto lo sucedido, dijo que querian armarse y volver alli. DeMeo, entre maldiciones, les dio luz verde. Eddie Mack tenia un baul viejo lleno de armas, armamento de guerra que habia conseguido por medio de DeMeo. Richard eligio una «barrecalles», una escopeta del doce con un peine de municiones redondo, como las metralletas de estilo antiguo. DiNome y Mack tomaron sendos Mac-10, pistolas ametralladoras que disparaban a razon de treinta y nueve proyectiles de nueve milimetros por segundo. Richard ayudo a Mack a vendarse el orificio de la bala, que le atravesaba un costado a la altura del ombligo, y se pusieron en camino. Volvieron directamente al bar y aparcaron delante, en la acera de enfrente. Richard, con la frente muy hinchada, salto del coche, fue el primero en entrar y se puso a disparar con la escopeta. Freddie y Mack lo siguieron enseguida, ametrallando con las Mac-10, y entre los tres hicieron anicos el local y abatieron a todos los presentes.

Satisfechos, se marcharon y se volvieron a Brooklyn, haciendo bromas por el camino sobre el tema de que en aquel bar a oscuras no se veia a los negros. Cuando estuvieron en el Gemini, DeMeo hizo venir a un medico que conocia para que tratara la herida de Mack. Al parecer, la bala le habia atravesado limpiamente el costado. Freddie conto a todos que Richard habia entrado el primero con la escopeta y se habia puesto a disparar.

– El Grandullon tiene huevos de elefante -dijo DeMeo con orgullo.

Richard tenia en la frente un chichon del tamano de una naranja. Tenia un dolor de cabeza tremendo. DeMeo le dio las gracias una docena de veces, le regalo una cesta grande llena de alimentos italianos exquisitos.

– Esto le gustara a tu mujer -le dijo; y Richard se volvio a su casa, enfadado porque hubiera pasado aquello. Sabia que podian haberlo matado, por nada, por un asunto en el que el no tenia ninguna participacion. Ya tenia una cosa mas en contra de DeMeo.

Barbara se quedo atonita cuando vio como tenia Richard la cabeza.

– ?Que te ha pasado? -le pregunto, preocupada.

– Me he caido -dijo el, sin dar mas detalles. Barbara le preparo una bolsa de hielo. Richard se tomo unas cuantas aspirinas, se sento en su sillon del cuarto de estar y se puso a ver una pelicula de Clint Eastwood mientras bufaba de rabia para sus adentros. Como cabria esperar, sus actores favoritos eran Clint Eastwood y Charles Bronson.

Por los circulos mafiosos corrio rapidamente la voz de que el Grandullon habia ido a Harlem y habia hecho trizas a una pandilla de «negros engreidos» que estaban pidiendo a gritos que los pusieran en su sitio, que los mataran; y Richard empezo a recibir todavia mas encargos, mas que nunca. Sus hazanas como asesino adquirian proporciones legendarias; sin embargo, todavia eran pocos los que conocian siquiera su nombre verdadero.

Tambien corria el rumor de que echaba a sus victimas a las ratas para que se las comieran vivas, y estos relatos divertian e impresionaban a la vez a los que los oian.

El Grandullon era muy solicitado.

Aquello empezo por una tonteria, en la calle Ochenla y Seis de Bensonhurst. Nino Gaggi estaba sentado en su coche, aparcado en doble fila ante el Hy Tulip, que era una conocida tienda de alimentos judios de la avenida Veinte, bajo el tren elevado del West End. Gaggi estaba esperando a Marie Gaggi, la esposa de su hermano Roy. Marie era una belleza de cabello oscuro y ojos azules. Casi todos los hombres se volvian al verla pasar por la calle. Aquel dia, el 14 de febrero de 1975, cuando Marie salio de la tienda de alimentacion algunos jovenes del barrio hicieron comentarios groseros, soltaron silbidos. Nino Gaggi, al verlo, salto de su coche con un martillo y empezo a lanzar golpes con el a los jovenes, dispuesto a romper la cabeza a alguno. Era de la vieja escuela y no estaba dispuesto a tolerar esa falta de respeto. Uno de los

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