John Gotti, como DeMeo, tenia fama de hombre peligroso, arrojado, de buenos punos y de genio vivo. Hacia poco que habia salido de la carcel, donde habia cumplido condena por su participacion en un asesinato: Gotti habia matado a Jimmy McBratney, el hombre del que se rumoreaba que habia sido responsable del secuestro y asesinato del sobrino de Carlo Gambino. Gotti contrato al celebre Roy Cohn, que le consiguio un acuerdo de amigo: cuatro anos por intento de asesinato, una ganga.
Gotti habia cumplido la condena, estaba en la calle y producia agitacion en la familia Gambino. Como otros muchos del clan Gambino, odiaba a Paul Castellano por muchos motivos: por la avaricia de Paul; por el empeno de este en que todos los capitanes acudieran a rendirle homenaje una vez por semana en el Club de Veteranos y Amigos; por el hecho de que lo hubieran nombrado por una relacion de parentesco; porque no habia impedido que el FBI le pusiera microfonos en su casa; porque su relacion con el ama de llaves se habia convertido en un escandalo publico muy comentado en el mundillo de la Mafia.
DeMeo no apreciaba a John Gotti ni confiaba en el; y cuando se celebro la «sentada», se llevo a Richard como guardaespaldas. Camino de la reunion, que se celebraria en casa de otro capitan de la familia Gambino, Roy dijo:
– Grandullon, no podemos fiarnos del puto Gotti. Vigilalo, y no me pierdas de vista a mi, ?entendido?
– Entendido -dijo Richard.
Richard llevaba encima tres pistolas, y un cuchillo atado a la pantorrilla.
A Richard le gustaba que DeMeo hubiera tenido aquella confianza en el. Entre todos los asesinos de su equipo, DeMeo habia elegido a Richard para que le guardase las espaldas. DeMeo sabia que Richard era el asesino mas frio y mas peligroso que se habia encontrado en su vida, y confiaba en el. A lo largo de los anos que habian pasado haciendo negocios juntos, Richard siempre se habia portado con el con honradez escrupulosa, siempre habia sido fiel a su palabra. DeMeo seguia sin tener idea que Richard esperaba la oportunidad de matarlo, que no habia olvidado la paliza que le habia dado, ni como le habia apuntado con la Uzi cargada y se habia reido. Por una parte, Richard apreciaba a Roy, le gustaba su caracter sociable y generoso cuando estaba de buen humor. Por otra parte, despreciaba su comportamiento escandaloso y agresivo, como pasaba del calor al frio en un abrir y cerrar de ojos.
Roy y yo nos pareciamos en muchos modos. Cuando yo estaba de buenas, era un tipo encantador, estaba dispuesto a dar hasta la camisa por un amigo. Pero cuando estaba de malas… me daba miedo a mi mismo, explica con toda sinceridad.
La reunion se celebraba en una casa de ladrillo de dos viviendas en el Mili Basin de Brooklyn. Era una casa sencilla, sin pretensiones. En el jardin delantero habia una estatua de un metro de la Virgen Maria, vestida de blanco y azul, como si estuviera puesta para observar con ojos criticos a los visitantes. Richard estaba contento, orgulloso a su manera de que DeMeo confiara en el de ese modo, de que contase con Richard para que le guardase las espaldas. Richard sabia bien que podian encontrarse en una situacion a vida o muerte, y DeMeo habia querido que Richard estuviera presente para protegerlo.
Sentia que era como un honor, ?sabe?, explico Richard.
Richard llevaba, como tenia por costumbre, una camisa grande, holgada, de mangas cortas, con los faldones por fuera. La camisa ocultaba las pistolas que llevaba bajo el cinturon. Llevaba cargadores de repuesto en el bolsillo de los pantalones.
Ya estaban alli John y Gene Gotti, asi como algunos soldados de su cuadrilla, y Aniello Dellacroce, jefe de la familia Gambino y mentor de John, que era un hombre diplomatico, de la vieja escuela. Todos en la Cosa Nostra habian creido que Aniello se haria cargo de la familia Gambino a la muerte de Carlo. Era el candidato mas cualificado. Se merecia el cargo, pero no lo habia recibido. Sin embargo, para muchos de los capitanes, Aniello Dellacroce era el verdadero jefe de la familia; habia conseguido mantener una paz inestable dentro de la familia tras la muerte de Carlo. Dellacroce parecia fragil y enfermizo, como si fuera a derrumbarse en cualquier momento. Tenia grandes circulos de color de berenjena bajo los ojos azules tristes, el pelo gris y ralo, la nariz achatada. Pero era una persona de caracter, un siciliano duro con espinazo de acero que creia que era mejor ganar dinero que hacer la guerra, pero que estaba dispuesto a matar en un abrir y cerrar de ojos cuando y donde fuera necesario. Aquella reunion era un encuentro informal. No era una «sentada» formal como tal. Se intercambiaron saludos, apretones de manos, abrazos reservados y respetuosos y besos en ambas mejillas, segun la vieja costumbre. Flotaba en el aire el olor a colonia Oid Spice y Canoe. Se presento a Richard. Este saludo con un gesto respetuoso de la cabeza, dio apretones de manos; a el no le dieron abrazos ni besos. Todo el mundo sabia quien era: era el arma secreta de Roy, una verdadera maquina de matar… y les molestaba que DeMeo lo hubiera llevado. Era una afrenta. Pero si DeMeo habia llevado consigo a Richard era precisamente por este motivo. Queria dejar las cosas claras, y lo habia conseguido sin decir una sola palabra.
Todo aquello sucedia antes de que John Gotti se convirtiera en una superestrella de la Mafia, en una figura de leyenda segun su propia apreciacion y segun la del publico; pero ya por entonces era enormemente ambicioso y francamente mortal, y todos lo sabian. Pero Roy DeMeo tenia una amplia reputacion de hombre peligroso que superaba con mucho la de John Gotti.
Cuando empezo la reunion, Richard se quedo de pie, tenso, en el cuarto de estar, mientras los demas pasaban a una mesa grande de comedor, de madera oscura. DeMeo se sento dando la espalda a Richard, que observaba cuidadosamente lo que sucedia, como un juez de silla observa un partido en un torneo. No oia bien lo que se decia. John Gotti expuso con volubilidad su postura, Roy la suya, Dellacroce manifesto su opinion, y al poco todos se dieron la mano. Habian llegado a un acuerdo. Richard se daba cuenta de que los Gotti desconfiaban de DeMeo. ?Acaso no tenian motivos? No era ningun secreto que Roy habia convertido la trastienda del Gemini Lounge en un verdadero matadero; que DeMeo y su cuadrilla asesinaban a docenas de personas, las descuartizaban y se deshacian de los trozos de los cadaveres por todo Brooklyn. Gotti consideraba que DeMeo era un monstruo descontrolado que acabaria acarreando problemas a toda la familia con todos aquellos asesinatos.
Fuera cual fuera el tema de la disputa, Richard veia con claridad que se habia resuelto en paz. La reunion no tardo en terminar. DeMeo y Richard se marcharon. En el coche, volviendo de nuevo al Gemini, DeMeo dijo:
– No se puede fiar uno de ese jodido de Gotti. Fijate en lo que te digo: va a dar problemas. No me gusta. Se cree que es la leche, y no es nadie. Ni siquiera seria hombre hecho, si no hubiera sido por Dellacroce.
Richard se limitaba a escuchar. Cuando llegaron al Gemini, no entro en el club. Sabia que estaban dentro los hombres de DeMeo, y no queria tratarse con ellos. DeMeo agradecio a Richard que le hubiera acompanado, lo abrazo y lo beso, y acto seguido Richard se puso en camino hacia la casa, con la sensacion visceral de que algun dia habria problemas, en efecto, por causa de John Gotti. Aquello se veia con claridad en los ojos de Gotti, en su manera de moverse, en sus posturas, hasta en su manera de gesticular con las manos. Richard penso que era como una tormenta dispuesta a desencadenarse.
Por entonces Richard ya no volvia nunca a su casa directamente. Siempre daba rodeos, salia a veces de repente de la carretera y se esperaba a que lo adelantaran los demas coches. No queria que lo siguiera nadie. No queria que nadie supiera donde vivia. Richard queria, por encima de todo, proteger a su familia, mantenerla apartada del mundo de la calle y de sus actividades.
Barbara seguia sin tener idea de a que se dedicaba Richard, de que era uno de los asesinos mas eficientes que se habian conocido jamas en el crimen organizado. Pero una vez encontro en el garaje una pistola envuelta en un trapo, en un estante alto. La dejo donde estaba sin decirle nada siquiera; no sabia bien como iba a reaccionar.
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Richard seguia teniendo arrebatos de mal humor y