hizo ademan de pagar.
– Es por cuenta de la casa.
– Esto me gusta -dijo Richard-. Gran idea. Esto si que es camuflarse.
– Me llamo Robert, Robert Pronge -dijo el hombre, tendiendole la mano.
– ?Como te va? Yo soy Richard -respondio este; y se dieron la mano de nuevo.
– Es curioso como nos topamos el uno con el otro -dijo Richard.
– Yo guardo la furgoneta en un garaje aqui cerca. Asi que, ?estas haciendo un trabajo?
– Si. El tipo es muy dificil de alcanzar.
– ?Va en coche?
– Si.
– Pues usa el coche…
– No puede ser asi… el encargo tiene requisitos especiales.
– Entendido. Mira, si te puedes pasar por el garaje, te ensenare unas cosas interesantes.
Voy ahora mismo. Te sigo -dijo Richard, y se subio a su furgoneta y, lleno de curiosidad, aunque en guardia, siguio a Pronge hasta un garaje de un barrio tranquilo de North Bergen.
Pronge dejo la furgoneta en el garaje y abrio un armario gris destartalado que estaba en un rincon del fondo del mismo garaje. Estaba lleno de armas: rifles, pistolas, granadas de mano, cajas de municion. Richard se quedo impresionado. No habia oido hablar nunca de un heladero que se dedicara a matar gente. ?Que mejor disfraz que aquel? El hombre enseno a Richard una granada de mano que tenia preparada para detonarla por control remoto. Resultaba que Robert Pronge tambien era asesino a sueldo.
– Lo que hago -le explico Pronge- es poner la granada bajo el asiento del conductor del coche, y detonarla en el momento oportuno. El mando a distancia un radio de accion de unas dos manzanas.
– Muy listo -dijo Richard. Vio alli una botella de veneno.
– Veo que utilizas veneno.
– Desde luego. Lo uso siempre que es posible. He preparado un espray, pero hay que tener mucho cuidado con el viento al usarlo.
– ?Como que un espray?
– He mezclado cianuro con DMSO [dimetil sulfoxido, un disolvente que se absorbe facilmente por la piel] y lo he metido aqui explico, ensenando a Richard un bote de espray blanco muy resistente.
– ?Funciona?
– Desde luego que si, joder. Mira esto -dijo el otro, claramente orgulloso de su invento.
Habia por ahi un gato callejero rondando por los botes de basura. Pronge se acerco al gato haciendo como que le iba a dar algo de comer. Cuando estuvo lo bastante cerca, comprobo la direccion del viento, contuvo la respiracion, echo espray al gato en la cara y retrocedio rapidamente. El gato cayo inmediatamente, moribundo.
– ?Increible, joder! -dijo Richard-. No sabia que existiera una cosa asi. ?Funciona con un ser humano?
– Desde luego que si, cono -dijo Pronge. Y los dos se pusieron a compartir anecdotas y experiencias sobre como mataban a la gente. Que Richard Kuklinski y Robert Pronge se hubieran conocido era una coincidencia entre un millon. Aquello parecia una especie de plan diabolico en el que hubiera intervenido Satanas.
Robert Pronge habia sido militar de Operaciones Especiales. Tenia una pasion en la vida: matar a gente. Tenia treinta y seis anos. Era un tipo con una mente extremadamente diabolica; un hombre aparentemente normal que llevaba una furgoneta de helados, pero que en realidad era un psicopata desequilibrado. Richard diria mas tarde de el: Los dos hombres mas peligrosos que he conocido en mi vida eran Roy DeMeo y Mob Pronge. Pronge estaba completamente loco. Roy, al menos, tenia alguna apariencia de normalidad; pero Pronge estaba ido, ido… era increiblemente peligroso. Mucho mas peligroso que Roy.
Robert Pronge era un asesino obseso. Odiaba al mundo, a todos sus habitantes, y casi todas las horas que pasaba despierto las dedicaba a disenar maneras nuevas y originales de asesinar a la gente. Tenia en su garaje montones de revistas sobre Operaciones Especiales y sobre supervivencia; cajas de libros sobre como matar a la gente… sobre el empleo de los explosi vos, los venenos, las trampas, las pistolas, los rifles de vision nocturna.
Pronge, como Richard, llevaba a cabo contratos para la Mafia, y los dos se entendieron como si fueran parientes que llevaran mucho tiempo sin verse. A Richard le cayo bien Pronge enseguida, y a este le cayo bien Richard. Despues de pasar algun rato intercambiando experiencias, Richard dijo que tenia que volver al trabajo, y se marcho despues de haber quedado en volver a verse pronto con Pronge.
La tarde siguiente, Richard consiguio aparcar su furgoneta cerca del Lincoln de la victima. Tenia a mano el rifle con dardos tranquilizantes. Habia practicado con el rifle y estaba seguro de dar en el blanco a poca distancia. Algo despues de la medianoche, la victima salio del hotel y se dirigio a su coche. Cuando llegaba al vehiculo, Richard le disparo el dardo, que se le clavo en la nalga izquierda. El hombre, sobresaltado, se volvio, busco su arma, pero no llego a alcanzarla. Cayo redondo. Richard lo recogio, lo echo a la furgoneta, le esposo las manos y los pies, lo amordazo con cinta adhesiva y partio camino de las cuevas del condado de Bucks, en Pensilvania.
El encargo exigia tortura, y Richard iba a echar al hombre a las ratas. Le agradaba mucho el buen resultado que habia dado el rifle tranquilizante y se propuso volver a usarlo. Cuando llego al condado de Bucks eran casi las cuatro de la madrugada. Richard detuvo la furgoneta, saco a la victima, le libero los pies y lo llevo hasta la cueva. El tipo ya estaba histerico, lloraba como un nino, pero como estaba amordazado no podia emitir mas que grunidos y suspiros. Richard no queria oir nada de lo que pudiera decirle. Ya lo habia oido todo otras veces y no queria volver a oirlo.
Richard cuenta que aquello no le producia ninguna emocion especial. Dice que se trataba de un trabajo, nada mas. En la cueva, alumbrandose con una linterna potente, Richard obligo a la victima a echarse y volvio a esposarle los tobillos. Hizo unos cortes al hombre en los brazos para que sangrara. Sabia que la sangre atraeria rapidamente a las ratas. Richard instalo la camara y el foco y se marcho.
Cuando Richard regreso, dos dias mas tarde, la victima habia desaparecido por completo. Solo habia quedado una mancha en el suelo donde habia estado.
Richard recogio la camara, y aquella noche vio el video en su puesto de mando de la calle Spring; y, en efecto, alli estaba grabado todo otra vez: como empezaban a aproximarse las ratas, como empezaban a morder a la victima con precaucion, como la cubrian por completo al poco rato. Richard se llevo el video a Hoboken y se lo enseno al capitan de la familia De Cavalcante que le habia encomendado el trabajo. Le encanto. Aplaudia, daba palmaditas en la espalda a Richard.
– ?Eres el mejor, joder! -exclamo; y pago encantado a Richard cuarenta mil dolares.
Despues de un nuevo encargo bien cumplido, de dejar satisfecho a un nuevo cliente, Richard se dirigio a su casa, mirando por el retrovisor, apartandose de pronto de la carretera para asegurarse de que no lo seguian. A Richard le gustaban las canciones antiguas, ademas de la musica country, y se puso a escuchar Blue Moon. Dice ahora que esas canciones antiguas lo relajaban.
Richard sabia dentro de si que aquello no podia durar eternamente; que si no dejaba aquello tendria problemas, tarde o temprano. No se preocupaba por si mismo, sino por su