Fueron a recogerlo segun lo acordado, y lo llevaron a la residencia de los Mediro, una amplia casa blanca rodeada de un jardin precioso, lleno de flores olorosas. Estaba en la zona donde estaba el Cristo, en una montana que dominaba la ciudad.
Los hermanos Mediro eran dos brasilenos apasionados y muy corteses. Richard conocio primero a Eduardo, un hombre apuesto, moreno, de dientes blancos y relucientes, ojos oscuros de depredador, con el pelo negro como el azabache, peinado hacia atras con fijador. Richard y Eduardo salieron a un porche, tomaron bebidas frias y se pusieron a hablar. Estaban hablando cuando se presento John Carlo, el hermano de Eduardo.
John Carlo era muy moreno. Richard penso que parecia un hombre de color. Se sento, y empezaron a debatir el trato, el precio, la entrega. Richard se estaba portando muy bien. Cuando queria, podia tener una cortesia sorprendente, podia portarse como el perfecto caballero. Parecia que habia caido bien a los hermanos. Eduardo tenia una nina preciosa de dos o tres anos, que salio corriendo al porche, se quedo absolutamente fascinada por Richard, por lo grande y lo blanco que era. Se llamaba Yada. A Richard le gustaban los ninos, y se puso a jugar con Yada enseguida, la levanto en vilo y le hizo cosquillas, mientras la nina se reia, encantada. Salio una ninera a recogerla y se la llevo para ponerla a dormir la siesta.
– La gente le fascina -le explico Eduardo, al que habia agradado mucho la acogida que habia hecho Richard a su hija. Ahora que ya habian quedado cerrados los detalles del negocio, Eduardo dijo que queria ensenar a Richard el laboratorio; despues, irian a comer.
– Bien -dijo Richard. Se subieron a un Mercedes amarillo que tenian los hermanos e hicieron un viaje de dos horas. Cruzaron un puente muy largo y llegaron a una region de colinas llenas de vegetacion. El laboratorio estaba en un almacen enorme, construido con bloques de hormigon. Ante el almacen habia unos guardias armados sentados en sillas. Cuando vieron el coche amarillo de los hermanos se levantaron de un salto y se pusieron firmes.
En el interior del almacen, Richard se quedo atonito al ver tanta cocaina. Habia grandes bloques cuadrados de la droga, envueltos en gruesos embalajes de plastico y apilados ordenadamente del suelo hasta el techo. Cubas enormes de hojas de coca se convertian en un polvo blanco casi puro. Eduardo ofrecio a Richard catar la mercancia, pero Richard se nego, dijo que nunca tomaba drogas. Tambien aquello agrado a a Eduardo.
Richard vio todas las instalaciones, impresionado, pensando que sin duda ganaria una fortuna. Sabia que estaba corriendo grandes riesgos al intervenir en una operacion con tanta cocaina de por medio, pero no creia que lo llegaran a atrapar. Parecia que el riesgo valia la pena, segun cuenta el.
Se volvieron del almacen a Rio y fueron a un restaurante barbacoa de lujo en Ipanema, donde se asaba carne de todo tipo en asadores de meal sobre una lumbre de lena en el centro del restaurante, y Richard se comio el bistec mas grande y mejor de su vida, segun contaria mas tarde. Despues de aquella cena maravillosa, los hermanos se ofrecieron a llevar a Richard al dia siguiente a hacer una visita turistica y a montar a caballo, pero Richard rechazo la oferta educadamente, dijo que tenia que volverse a su casa. Echaba de menos a su familia.
– Como usted quiera-dijo Eduardo, y lo llevaron a su hotel. Richard llamo a DeMeo y le dijo que todo iba bien, le dijo el vuelo en el que pensaba volver. DeMeo dijo que iria a recogerlo. Aquella misma noche llevaron al aeropuerto a Richard, que consiguio tomar un vuelo de Rio a Nueva York, con una breve escala en Lima, Peru.
Richard se sorprendio al ver en el aeropuerto a Gaggi con Roy. Camiino de un restaurante alli cerca, en Bensonhurst, Richard les conto todo lo que habia visto.
Gaggi dijo que ya habia hablado con los hermanos Mediro y que a estos les habia caido muy bien Richard… hasta le habian comentado lo carinoso que habia estado con la pequena Yada.
– Lo has hecho bien -dijo Gaggi. Despues cenaron, y ultimaron los planes para la recogida del primer cargamento de cocaina, al mes siguiente.
George Malliband era un hombre corpulento, alborotador; un buscavidas de tres al cuarto, un tahur empedernido, que pesaba ciento treinta kilos. Richard habia conocido a Malliband en la tienda de Phil Solimene. Hicieron algunos negocios juntos, llegaron a tratarse un poco. George vivia en una granja en Pensilvania, y Richard iba alli de caza con el de vez en cuando. En cierta ocasion, Malliband, acosado por las deudas del juego, tuvo que pedir dinero prestado a los usureros y se vio en un aprieto, en un aprieto especialmente peligroso. Como otras muchas personas, Malliband habia oido decir lo peligroso que podia llegar a ser Richard, y recurrio a el. Richard, a su manera, habia llegado a apreciar a Malliband, a Georgie-boy, como lo llamaba el, y le ayudo, aunque de mala gana. Acordo unos dias de plazo con los usureros y presento a Malliband a DeMeo, que acabo prestandole treinta y cinco mil dolares a «un interes de amigo».
Malliband pago a los usureros de Nueva Jersey y a gente de Las Vegas a las que debia dinero tambien. Habia prometido que pagaria a DeMeo a tiempo, lo habia jurado por su madre, por su padre y por todo el mundo; pero al cabo de poco tiempo dejo de hacer los pagos a DeMeo, y Roy le apreto las tuercas. Malliband volvio a acudir a pedir ayuda a Richard.
– Mira, no te puedo ayudar -le dijo Richard-. Diste tu palabra de honor, juraste por toda tu familia que harias lo que debias con esto, y ahora estas obligado. DeMeo… con ese tipo no se juega, ?sabes? Es peligroso, joder.
– Si; bueno, Rich, tu me lo puedes arreglar. Se que tu puedes -dijo Malliband-. Lo unico que necesito es un poco mas de tiempo, eso es todo.
– ?Cuanto tiempo mas?
– Una semana, pongamos una semana.
Richard volvio a hacer un esfuerzo. Fue a ver a DeMeo, y consiguio que a Malliband le dieran una semana mas.
Pero al cabo de una semana George Malliband se presento con cuentos en vez de con el dinero, y Richard volvio a hablarle de hombre a hombre, le explico que DeMeo estaba enfadado, que DeMeo hablaba de hacerle dano. Iban en la furgoneta de Richard, por la carretera.
– Grandullon… yo se demasiado acerca de a que te dedicas -dijo Malliband-. Creo que tu no vas a consentir que DeMeo me haga dano. La verdad es que se que no lo consentiras. Recuerda, Grandullon, que se donde vives, que se donde vive tu familia. No vas a consentir que me pase nada a mi -concluyo, creyendose muy astuto.
Aquello encolerizo a Richard. Se puso palido. Torcio los labios hacia la izquierda. Profirio aquel leve chasquido suyo. Una amenaza a su familia, Dios bendito, era una cosa que no podia tolerar. Estaba casi ciego de rabia ardiente.
Te equivocas, Georgie-boy, ?sabes?-dijo Richard, mientras detenia la furgoneta junto a la acera. Y, sin decir una palabra mas, saco una pistola del 38 y disparo cinco tiros a Malliband, matandolo.
Veia como le rasgaban la ropa las balas, conto mas tarde.
Richard se llevo el cadaver de Malliband al garaje grande que tenia alquilado en North Bergen y que usaba de almacen y como lugar para matar a gente, y que estaba cerca del otro garaje donde Pronge guardaba su furgoneta de helados de Mister Softee. Richard intento meter el cuerpo enorme de Malliband en un bidon de doscientos litros. Pero Malliband era tan corpulento que Richard no lo podia encajar en el bidon, por mucho que empujaba y apretaba, sin dejar de hablarle, diciendole: «?Lo ves, Georgie? ?Has visto lo que me has obligado a hacer? Yo no queria hacerte esto. ?Has visto lo que me has obligado a hacer?».
Al final, Richard tuvo que tomar una sierra y cortar una pierna a Malliband para poder encajarla en el bidon negro de metal, que sello y echo a su furgoneta. Aunque pesaba mas de ciento treinta kilos, Richard lo levanto con facilidad. Fue en la furgoneta hasta Jersey City, su antiguo territorio. En la calle Hope habia una fabrica de productos quimicos grande llamada Chemtex. Al fondo habia una especie de vertedero. Estaban en febrero; hacia un frio terrible y nevaba un poco. Todo estaba helado y quebradizo. Llegaban vientos polares del atlantico. Richard metio su furgoneta marcha atras en aquel vertedero improvisado, saco el