bidon de la furgoneta, lo tiro rodando por un terraplen que daba a un viejo deposito de ferrocarril, volvio a subirse a la furgoneta y se marcho. La gente llevaba anos utilizando aquel solar para tirar cosas, y Richard creia que a Malliband no lo encontrarian en mucho tiempo, quiza nunca.

Se equivocaba. El bidon choco con una piedra al pie del terraplen, y la tapa salto.

El propietario de la fabrica de productos quimicos abrio la puerta trasera, salio a fumarse un pitillo y vio algo raro: algo que parecia la pierna de un hombre, que asomaba de un bidon grande. Se acerco a investigar, y estuvo a punto de caer redondo cuando vio lo que habia en el bidon, un hombre muy grande, muerto, con las piernas cortadas, el femur bien visible. El hombre corrio a avisar a la Policia.

No tardo en establecerse la identidad del muerto. Se pusieron en contacto con su familia. El hermano de Malliband dijo que, el dia de su desaparicion, George habia ido a ver a Richard Kuklinski, vecino de Dumont. La Policia interrogo a Richard. Este, naturalmente, dijo que no sabia nada del asesinato. Pero era la primera vez que lo relacionaban con un homicidio que habia cometido, aunque la cosa no siguio adelante. De momento, no paso de alli.

Richard estaba furioso consigo mismo. Deberia haber enterrado a Malliband, haberlo arrojado por alguna sima de las cuevas, haberlo echado a las ratas. Debo tener mas cuidado, se dijo a si mismo.

Con todo lo que a Richard le gustaba la vida del hogar, hacer de padre de familia, llego a la conclusion de que estar casado, tener hijos, lo estaba volviendo… blando, como explico el, le estaba embotando la agudeza que debe tener un asesino profesional. Se prometio a si mismo que pondria mas cuidado. Volveria a recuperar la agudeza. Estaba de mal humor, y en su casa tuvo un arrebato de furia y se puso a romper cosas.

La cocaina de Brasil llego y se entrego en un almacen que habian encontrado Gaggi y DeMeo en el sur de Brooklyn, junto al puerto, cerca del antiguo arsenal.

Richard, armado hasta los dientes, estaba alli para recibir el envio. Era mucho mas de lo que pensaba. La cocaina venia sobre dos pales de madera. Todo estaba muy bien envuelto en plastico. Richard se preparo un catre, sembro el suelo de vidrios rotos, hasta instalo dos alarmas electronicas en la puerta para que nadie pudiera colarse. Tenia que vigilar la coca hasta que la fueran a recoger. Aquellas eran sus instrucciones. Aquella noche se presentaron algunos hombres de DeMeo y se llevaron la carga. El trabajo de Richard estaba cumplido. Al poco tiempo recibio una buena cantidad de dinero de DeMeo, del que se le desconto, naturalmente, lo que habia debido Malliband. Pero DeMeo no le cobro ningun interes.

El proceso siguio repitiendose de manera impecable durante meses. Llegaban los cargamentos; Richard los recibia y los custodiaba hasta que los recogian; poco mas tarde, recibia una bolsa llena de billees de cien dolares. Richard estaba contento. Todo estaba saliendo bien. Todo el mundo ganaba dinero. No habia problemas.

Las cosas cambiaron.

DeMeo aviso a Richard por el «busca». Se reunieron cerca del puente Tappan Zee.

Tenemos problemas con los brasilenos -dijo DeMeo.

– ?Que ha pasado? -pregunto Richard, inquieto.

DeMeo explico que Gaggi y el habian encontrado a unos proveedores de cocaina mejores, unos colombianos de Medellin, que vendian la coca por mucho menos que los hermanos Mediro, y DeMeo no habia pagado a los brasilenos el ultimo cargamento; ademas, segun dijo, no pensaba pagarles.

– ?De cuanto se trata? -pregunto Richard, pensando que aquello era una estupidez por parte de DeMeo y de Gaggi. ?Por que tenian que ser siempre tan avariciosos esos italianos?, penso.

– Poco mas de medio millon. Y ellos… bueno, ellos nos han amenazado.

– Claro. Roy, esos tipos van en serio. Yo en vuestro lugar no andaria jodiendo con ellos. Dadles…

– No se lo daremos -le interrumpio Roy.

– Y ?que quereis que haga yo?

– Que vayas alli con algunos de los otros y mates a los mamones -dijo DeMeo.

– ?En Brasil? -Si.

– Roy, Rio es una ciudad grande; yo no se moverme por alli.

– Te mandare con tres de los otros.

Richard se lo penso. El sabia bien que la propuesta era arriesgada… pero le gustaba el desafio, hasta el peligro que suponia.

– Si voy, quiero hacerlo yo solo -dijo.

– Como a ti te parezca mejor. Ganaras sesenta de los grandes.

– De acuerdo -dijo Richard, atraido por el desafio, por aquel trabajo en que tenia todo en su contra. Su deseo de muerte volvia a entrar en juego.

– ?Cuando puedes ir? Cuanto antes, mejor -dijo DeMeo.

– Saldre manana -dijo Richard-. ?Te vale con eso?

– Muy bien -dijo DeMeo, y abrazo a Richard y lo beso. Los dos volvieron a subirse a sus coches y partieron en direcciones opuestas.

Richard daba vueltas en la mente a lo que haria, a como lo haria, como si estuviera estudiando una partida de ajedrez gigante en la que estuviera en juego la vida y la muerte.

Por entonces, lo que mas me gustaba era la caza, ?sabe? El desafio que representaba aquello, explico hace poco. Para mi, el acto de matar era secundario. En general, no solia producirme ninguna emocion. Pero los preparativos, el desafio, el acecho y el hacerlo bien, con exito… eso me excitaba mucho. Cuanto mayor era la dificultad, mas emocion le sacaba yo.

El juego… supongo que era como el juego, ?sabe?, un juego en que ponia sobre el tapete mi vida, todo lo que tenia: esa era la apuesta. Yo solo, contra ellos… no me refiero necesariamente a aquellos tipos, a los hermanos brasilenos, sino a cualquiera que se hubiera convertido en mi objetivo. En aquello participaba yo, solo yo… mi familia no corria el menor peligro. Eso si que no lo hare nunca. Jugar con ellos. Con sus vidas. Con su bienestar.

Al parecer, Richard no se daba cuenta de que si que estaba poniendo en peligro a su familia. En grave peligro. Los sudamericanos suelen atacar sin reparos a las familias de sus enemigos como cosa habitual. Para ellos era una cosa normal. Para Richard, era anatema. Para los sudamericanos, el primer objetivo logico era matar a la familia del enemigo, y sabian que esto producia un efecto mucho mas doloroso y duradero que matar, incluso, al enemigo mismo.

Por otra parte, tampoco parece que Richard estuviera relacionando lo que hacia con la amplia gama de calamidades que podian caer y que caerian sobre su familia si a el lo descubrieran. Eran cosas tan dolorosas para el, que ni siquiera queria pensarlas. Quiza no fuera capaz de pensar en ellas. Las echaba a un rincon oscuro de la mente y las dejaba alli.

Richard sabia que el primer paso seria conseguir llevar armas a Rio.

Aquella noche desmonto dos pistolas automaticas italianas con silenciador y las metio en una caja de madera rellena de trozos de poliespan. A la manana siguiente se la envio a si mismo por correo, con una caja de balas de nueve milimetros, al Copacabana Palace. (Usaba un nombre falso.)

Como de costumbre, no dijo a Barbara ni una palabra acerca de adonde iba ni de lo que hacia. Se despidio de ella con un beso, fue en su propio coche al aeropuerto Kennedy, dejo el coche en el aparcamiento y tomo sin mas un vuelo de la Pan Am que iba directamente a Rio de Janeiro.

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