hacia, quiero decir, lo de matarlos a golpes, para descargar mis frustraciones, mi ira… mi odio hacia el mundo; supongo que se podria llamar asi.
Richard amordazaba a la mayoria de sus victimas con cinta adhesiva para que no pudieran gritar mientras el les pegaba, las apaleaba y destrozaba sus cuerpos. Habia comprado un camion de bidones de doscientos litros, y tenia los bidones guardados en el garaje. Habia espacio para tres coches. Tambien habia un grifo con manguera, y Richard la usaba para lavarla sangre del suelo, aunque habia manchas de sangre tambien por las paredes, incluso en el techo.
Richard se deshizo de aquellas quince victimas de dos maneras. Inspirado por DeMeo, desangraba los cadaveres hasta dejarlos secos, y despues los descuartizaba, amputando los brazos y las piernas por las articulaciones para no tener que serrar los huesos. Asi es mas facil. A algunas de las victimas las metia en bolsas de plastico negras, que iba dejando en diversos contenedores que encontraba. Pero a la mayoria las metia, cortadas en varios pedazos, en los bidones de doscientos litros. Despues, abria en los bidones agujeros del tamano de un palmo, y los cerraba bien soldando la tapa. Habia aprendido a hacerlo porque a george Malliband lo habian encontrado detras de aquella fabrica de Jersey City porque habia saltado la tapa del bidon. Aquello no volveria a suceder. Despues, Richard metia el bidon en su furgoneta, atravesaba el tunel Lincoln y volvia a su antiguo cazadero, el West Side de Manhattan. Alli habia kilometros enteros de muelles destartalados donde podia llevar la furgoneta marcha atras hasta el borde mismo del agua, abrir la puerta trasera y arrojar el bidon al rio Hudson. Los bidones se hundian enseguida gracias a los agujeros que les habia hecho, y al poco tiempo, los cangrejos, unos carroneros muy eficientes, empezaban a darse un banquete con la carne de los cuerpos que estaban dentro de los bidones. Podian entrar y salir con facilidad, y terminaban por no dejar ni una brizma de carne. Richard sabia que como los bidones eran metalicos, el agua salada los corroia en poco tiempo, y las corrientes del rio se llevaban los huesos. Esta idea se le habia ocurrido a Richard viendo a la gente que pescaba cangrejos a orillas del rio, y por una pelicula de piratas en la que echaban a alguien a los cangrejos. Richard habia desarrollado asi un nuevo sistema singular para deshacerse de los cadaveres. Explico que si iba al West Side de Manhattan era porque alli habia mucho trafico, muchas furgonetas y camiones, y sabia que alli no llamaria la atencion. Los muelles y los embarcaderos de Jersey City y de Hoboken estaba desiertos de noche, pero alli era mas probable que le diera el alto algun policia curioso. En el West Side se fusionaba con el bullicio constante de la ciudad.
Resulta interesante como volvia Richard una y otra vez al West Side, a su primer cazadero, como si fuera su alma mater, el lugar donde habia estudiado el arte de matar para licenciarse con premio extraordinario, para doctorarse en asesinato.
Aquellas Navidades fueron muy alegres en casa de los Kuklinski. Eran las fiestas favoritas de Barbara. Esta puso todo su empeno en decorar un hermoso arbol y rodearlo de muchos regalos costosos, envueltos cuidadosamente, adornados con lazos y con papel de colores. Barbara pinto escenas navidenas en las ventanas de la calle: un Papa Noel sonriente que saludaba, colinas nevadas con ninos sonrientes. Barbara y los ninos instalaron luces navidenas en el exterior de la casa. Richard no colaboro en nada de aquello. Compraba con mucho gusto todo lo que queria Barbara, pero no participaba en las labores. Parecia como si la Navidad le gustara y la aborreciera a la vez. Cuando llego el momento de comprar el arbol, Barbara y Richard fueron a unos viveros, y Richard iba levantando en vilo diversos arboles para que Barbara decidiera cual era el mejor. En estas cosas mandaba Barbara. Ella siempre mandaba en todas las cosas relacionadas con las fiestas. Eligio un arbol enorme, como de costumbre, y Richard lo llevo obedientemente al coche, y despues lo metio en la casas y lo monto sobre un gran soporte. Barbara y los chicos decoraron el arbol con cuidado, con carino, mientras Richard los miraba, dando muestras de agrado, pero sin participar. Barbara habria preferido que Richard no estuviera presente, porque siempre que estaba el habia tension. Segun dice ella, nunca se sabia cuando podia estallar. Barbara puso villancicos en el equipo de musica, clasicos navidenos cantados por Johnny Mathis y Barbra Streisand.
Una de las hijas, Merrick, ya tenia novio fijo, Richie Peterson, y tambien el ayudo a decorar el arbol. Richie Peterson media un metro noventa y seis, era rubio y tenia los ojos azules. Al parecer, Richard lo apreciaba, aunque al cabo de algun tiempo Peterson acusaria a Richard y contaria muchas cosas de el.
Aquella Nochebuena, Barbara habia preparado su banquete de vigilia habitual. Richard estaba… raro; oscilaba entre la animacion y el abatimiento. La Navidad le recordaba a su infancia, a Stanley… los malos tratos, la perdida de Florian; y el se deprimia, inevitablemente. Por otra parte, disfrutaba mucho comprando regalos para los chicos, viendo como decoraban estos la casa. Para sus hijos, todo era poco. Daba a Barbara todo el dinero que le pedia. Sin problema. Sin hacer preguntas. Toma.
Barbara sabia bien que Richard podia quedarse callado y sombrio durante las fiestas, podia quedarse sentado en su gran sillon mirando fijamente el suelo, como si estuviera viendo cosas de un pasado lejano, como si estuviera viendo algo, a alguien a quien quisiera hacer dano. Barbara hacia todo lo que estaba en su mano para mantener un ambiente alegre, pero aquello, con Richard, era una lucha contra viento y marea.
El dia de Navidad por la manana, la madre de Barbara vino temprano con su novio, Primo, para estar presentes cuando se abrieran los regalos. Richard se puso un gorro rojo de Papa Noel y repartio los regalos con alegria. Parecia que disfrutaba enormemente con aquello. Tomaba un regalo, leia el nombre que llevaba escrito y, sonriente, lo entregaba a su dueno. Era un tiempo de jubilo para Richard, era lo que habia sonado de nino sin poder tenerlo. Era lo mejor que podia ofrecerle la vida: estar rodeado de una familia feliz, todos contentos, sonrientes y llenos de alegria.
Despues de abrir los regalos, Richard se llevo a toda la familia a desayunar al Seville Diner, en Westwood. Alli estaba tambien Richie Peterson, el novio de Merrick. Barbara le habia regalado por Navidad un jersey azul de cachemira, y Richie lo llevaba puesto con orgullo. Merrick pasaba del metro ochenta, y Richie y ella hacian muy buena pareja en todas partes, aunque imponian por su altura.
Mas tarde se sentaron a hacer la comida de Navidad, un banquete de seis platos con entrantes, coctel de gambas, ensalada, rosbif con jamon, patatas al romero, alcachofas rellenas y champinones, seguido de pasteles, fruta, cafe y frutos secos, segun la costumbre italiana. Despues, jugaron al bingo casero.
En aquellas navidades la vida era hermosa para los Kuklinski, llena de regalos bonitos, de sentimientos de afecto, de mucho amor.
Aquel dia de Navidad, al caer la noche, Pat Kane mojaba una rosquilla de canela algo dura en una taza de plastico con cafe tibio. Estaba en su coche, vigilando el apartamento de Danny Deppner, esperando que apareciera.
Pat echaba mucho de menos a su mujer y a sus hijos: eran las primeras navidades que pasaba sin ellos; pero era un hombre dedicado a su mision. Estaba seguro de que alli habia algo grande, aunque todavia no estaba seguro de que demonios se trataba. El viento helado de finales de diciembre soplaba con fuerza. Las ramas desnudas, artriticas, de los arboles se agitaban con violencia. Deppner no aparecio en toda la noche. Kane paso los dias siguientes buscandolo en todos los lugares que habia frecuentado, pero sin encontrar rastro de el.
El 3 de enero, a las 9 de la manana, Pat Kane estaba en su despacho repasando un atestado sobre un robo en una casa cuando sono el telefono. Kane habia comunicado a todas las jurisdicciones policiales de los alrededores que estaba buscando a Smith y a Deppner. Le llamaba un policia de la localidad proxima de Franklin.
– Pat -le dijo-, tengo aqui conmigo a la esposa de Danny Deppner, y esta fuera de si, histerica por asi decirlo.
– ?Por que?
– Pat, creo que se trata de un homicidio. ?Puedes venir por aqui?
– Un homicidio… claro, voy para alla -dijo Kane. Tomo su coche y fue a toda prisa a Franklin, la localidad vecina. Entro en el edificio, semejante a un cuartel, sin esperarse la tormenta que se le venia encima.