libre, y sabia que la unica manera de salir seria hablar, contar lo que sabia, llegar a un acuerdo. Sin embargo, la perspectiva de tener que entenderselas con Richard era temible, aterradora. Respiro hondo, y dijo por fin:
– Mire… puedo darle algunos nombres. No digo que los matara Richard, el Grandullon… pero hay quien dice que los mato el.
Y House hablo a Kane de los asesinatos de tres personas: Louis Masgay, George Malliband y Paul Hoffman. Habia oido hablar de estas muertes porque se las habia contado su cunado, Phil Solimene; y asi cobro nueva vida de pronto la investigacion sobre Richard Kuklinski.
Kane, provisto de esta informacion, se puso a investigar las tres muertes. No apreciaba a Percy House, ni confiaba en el, pero le parecia que estaba diciendo la verdad; aunque necesitaria pruebas tangibles para presentarlas ante un tribunal. Kane no tardo mucho tiempo en enterarse de que Richard Kuklinski habia sido interrogado brevemente tras los asesinatos de Hoffman y de Masgay, y que habia negado conocer a ninguno de los dos. La cosa habia quedado asi en ambos casos. Kane comprendio enseguida que el hecho de que los crimenes hubieran sucedido en jurisdicciones policiales distintas estaba impidiendo el avance de una investigacion seria. Kane expuso lo que habia descubierto al fiscal del Estado, Ed Denning.
– Espere un momento -dijo Denning-. Kuklinski… ese apellido me suena. Pero no en relacion con esos asesinatos. Hace algun tiempo hubo un asesinato macabro, mataron a un sujeto llamado George Malliband. Este era uno de los nombres que dijo Percy House. Lo encontraron en Jersey City, metido en un bidon. Le habian pegado cinco tiros y lo habian descuartizado, le habian cortado una pierna para meterlo en el bidon. Era un hombre grande. El dia que lo asesinaron habia dicho a su hermano que iba a verse con ese tipo… con ese tal Richard Kuklinski.
– ?Lo dice en serio? -dijo Kane, atonito.
– Pero nadie habia visto a Kuklinski con Malliband -prosiguio Denning-, y la investigacion no condujo a ninguna parte.
Ahora seguira adelante, penso Kane, y se prometio a si mismo que no descansaria, pasara lo que pasara, hasta haber llegado hasta el fondo de aquel asunto. Todo lo que tenia importancia en su vida, sus hijos, su mujer, los demas casos de que se ocupaba, pasarian a un lugar secundario.
De vuelta en su despacho, Pat Kane escribio un informe en el que detallaba meticulosamente todo lo que habia descubierto. El expediente de Richard Kuklinski iba creciendo. Por primera vez, un agente policial estudiaba las piezas, las sometia a un analisis detallado, intentaba encajar una con otra.
Pero cuando Kane conto a sus superiores y a sus companeros lo que tenia, lo que creia, sencillamente no le creyeron. De hecho, se burlaron de el, se reian a sus espaldas, hacian bromas a costa de Kane. Al expediente que llevaba Kane sobre Kuklinski lo llamaban con sarcasmo «el proyecto Manhattan», que era el nombre que habia recibido el proyecto de creacion de la bomba atomica, por lo grueso que se habia vuelto el archivador, lleno ya por entonces de fotos de los lugares de los crimenes y de los cadaveres, de mapas y de atestados policiales procedentes de muchas jurisdicciones.
Kane estaba en lo cierto, pero lo tomaban por tonto.
– Pat -le dijo con condescendencia uno de sus jefes-, estas diciendo que andas detras de un tipo que envenena a sus victimas, que las mata a tiros y las estrangula, y que tambien les corta las piernas. Eso no tiene consistencia. Vamos, Pat, ?abre los ojos!
Pero Pat Kane seguia creyendo con firmeza que Richard Kuklinski era un asesino en serie diabolico oculto pero a la vista de todo el mundo, un maestro del crimen, y el estaba decidido a demostrarlo. Pero ?como?, ?por donde empezar?
Kane sabia tambien que si estaba en lo cierto respecto de Kuklinski, su familia y el podian correr peligro facilmente. Estaba seguro de que Percy House era capaz de hablar a Kuklinski de el. Sabia que Percy House podia intentar servirse de Kuklinski para quitarlo de la circulacion a el, a Kane. Si faltaba Kane, House lo tendria mas facil para salir del apuro. Habia sido Pat Kane quien habia preparado toda la acusacion contra House, quien habia recopilado todos los detalles.
El jefe de Kane, John Leck, estaba preocupado por el joven Kane. Creia que era victima de una fantasia. Los recursos eran escasos, y Leck no podia permitirse tener dedicado a uno de sus investigadores a asesinatos que habian tenido lugar en otras jurisdicciones, sobre todo teniendo en cuenta que las victimas eran ladrones y tahures, la escoria de la sociedad. ?A quien le importaba aquello? Leck atribuyo los errores de Kane a su juventud, y recomendo a este que se centrara en otros casos, que superara aquella «obsesion» que tenia.
– Si, senor-respondio Kane, apretando los dientes.
A finales de aquel mes de febrero, Roy DeMeo se puso en contacto con Richard y acordaron una reunion para el dia siguiente. Richard salio para Brooklyn poco despues del mediodia. Llevaba en los pantalones una 38 de canon corto, y llevaba atados a la pantonilla una pistola y un cuchillo.
Richard se reunio con Roy en el Gemini, segun lo acordado. Roy tenia muy mal aspecto. Desde la ultima vez que lo habia visto Richard, hacia cosa de un mes, parecia que habia envejecido diez anos. Estaba demacrado, despeinado, y tenia ojeras de color de berenjena. Subieron al Cadillac de Roy y, mientras este conducia, conto a Richard sus preocupaciones, las acusaciones que pesaban sobre el, que el fiscal federal Walter Mack pensaba acusarlo del asesinato de los dos Esposito.
Richard penso que Roy parecia un hombre derrotado, un hombre que ya no sabia que hacer. Aparcaron en un lugar apartado de la bahia de Sheepshead y Roy siguio habiendole de sus problemas, contandole que todo se habia vuelto en su contra. Richard siempre habia considerado a Roy un tipo duro, arrojado. Pero el hombre que tenia entonces a su lado no era mas que una sombra del que habia conocido.
Richard estaba preocupado… muy preocupado, de hecho: al fin y al cabo, DeMeo conocia hasta los ultimos detalles de muchos asesinatos que habia cometido Richard. Alli sentado, escuchando los lamentos de DeMeo, Richard recordo como le habia pegado DeMeo con una pistola, como lo habia encanonado con una Uzi cargada, como lo habia puesto en evidencia delante de todo el mundo.
La rabia empezo a sustituir a cualquier sentimiento de solidaridad que hubiera podido sentir Richard hacia DeMeo. Decidio alli mismo desquitarse de una vez; y, antes de que DeMeo tuviera tiempo de reaccionar, saco su 38 y disparo a DeMeo cinco tiros, dos de ellos en la cabeza, y lo dejo muerto. Despues, lo golpeo repetidas veces con la culata del 38, como Roy le habia golpeado a el, insultandolo al mismo tiempo. Richard abrio el maletero del coche de DeMeo, arrojo dentro su cadaver. Advirtio que en el asiento trasero del coche habia una lampara. Richard sabia que la lampara era de Gladys, la esposa de Roy, y la retiro del asiento trasero y la puso con cuidado sobre el cadaver de Roy. Segun explico, no queria que la robaran. Cerro el maletero y dejo asi el cadaver de DeMeo, con la lampara encima.
Mientras Richard se alejaba caminando hacia Flatbush, lo que acababa de hacer le producia sentimientos contrapuestos. Por una parte, se alegraba: al fin habia conseguido la venganza que tanto habia esperado. Por otra parte, estaba triste: habia llegado a apreciar a Roy en parte. Sabia que los dos se parecian de muchas maneras. En cualquier caso, Richard siguio caminando, contento de que DeMeo hubiera muerto, pues los muertos no hablan.
Era un buitre grande, pardo oscuro, de ojos malignos, y picoteaba con afan algo que estaba envuelto en plastico negro, arrancaba con violencia pedazos de carne.
Por pura casualidad, un hombre que pasaba en bicicleta de montana por la carretera de montana proxima al embalse de West Milford se fijo en el ave, redujo la velocidad para ver que estaba comiendo. Por un agujero de la bolsa, que habia abierto sin duda el buitre con su pico afilado, el ciclista percibio un brazo humano, vio claramente un brazo humano semiesqueletico que asomaba de la bolsa como si pidiera auxilio, ayuda. El buitre, sobresaltado, echo a volar. El ciclista, sin estar seguro de si el brazo era autentico o no, se acerco y vio una cabeza humana que asomaba de la bolsa. Tenia bigote de Fu Manchu y le faltaban varios dientes delanteros. El ciclista fue inmediatamente a llamar a la Policia, pedaleando con tal furia que estuvo a punto de caerse dos veces por el camino.
La Policia llevo la bolsa con los restos a la oficina del forense. Cuando
