palabras.

– Salgo -dije, y me marche.

Furioso con ellos porque tenian razon. Furioso conmigo mismo.

Furioso y solo.

A la manana siguiente, lunes, a las nueve y media, telefonee a Maria.

12

No se habia sorprendido al oirme. En absoluto. Se habia comportado como si esperase mi llamada precisamente aquella manana. Dijo que ese dia estaba ocupada y que podiamos vernos a la manana siguiente.

Puedes venir manana por la manana, habia dicho. A su casa. Por supuesto, para seguridad debia telefonear antes. Esta bien. Hasta manana entonces. Hasta manana. Adios.

Adios.

Despues de cortar la comunicacion me quede largo rato con la mano en el auricular. Asombrado por la total ausencia de matices o de sobreentendidos en aquella conversacion. Preguntandome hacia donde estaba yendo.

De momento iria a su casa al dia siguiente.

Despues de telefonear, por seguridad.

Ni siquiera habia dicho: ven, que charlamos un rato, tomamos algo. Asi, como para guardar minimamente la formas. Ven manana por la manana. Y basta.

Tenia una sensacion de vacio mezclada con una excitacion elemental y obtusa.

La consecuencia de esa extrana quimica cerebral fue una especie de cortocircuito en camara lenta. Pensaba sin lograr pensar en verdad. En mi cabeza se formaba una secuencia de imagenes lenta e incontrolable. Mi madre. Mi padre. Sus rostros demasiado envejecidos para su edad. Los sacaba con trabajo del cuadro y aparecia mi hermana, desenfocada. No conseguia verla bien.

Es decir: no lograba recordar la cara de mi hermana. Esto me daba tristeza y entonces la alejaba tambien a ella. Con menos esfuerzo, pero sacandola tambien, y en su lugar hacia entrar a Francesco. Tambien el desenfocado. Luego relampagos del pasado, cada vez mas remoto. Recuerdos de secundaria, el primer dia de vacaciones al final de cuarto grado (?por que justamente ese? ?por que lo recordaba?), el llanto desconsolado de un nino en una fiesta de mi infancia. ?Por que lloraba aquel nino? Lo sentia mucho por el, pero no fui capaz de ayudarlo. No habia podido decir nada cuando otros dos ninos mayores se habian burlado de el, con aire malvado. Solo habia sentido una gran humillacion mientras miraba hacia otro lado.

Despues otras imagenes aun mas lejanas en el tiempo. Tan lejanas que ya no conseguia distinguirlas. Y lentas.

Todo era muy lento, casi insoportable.

Se me resquebrajaba algo por dentro y en cierto momento ya no pude mas.

Fui a mi cuarto y puse un casete de los Dire Straits. La guitarra de Knopfler expulso el silencio y todo lo que invadia mi cabeza. Cogi las cartas y empece a ejercitarme. La musica termino y yo segui practicando como si no contase ninguna otra cosa. Termine cuando oi la llave de mi madre en la cerradura, alrededor de las dos.

Las manos me dolian, pero ahora el cerebro estaba exento de culpa y tranquilo.

Como un lago helado.

Despues de comer me fui a dormir. Un buen sistema de fuga. Un excelente anestesico natural. Cuando me desperte eran casi las seis y, como no soportaba estar en casa despues de la discusion del dia anterior, sali enseguida.

No hacia calor, por ser el mes de junio, y despues de haber caminado un poco sin meta termine en la libreria, como de costumbre.

Ninguno de mis colegas habituales habia acudido aquel dia. En realidad, cuando entre no habia nadie.

Mientras seguia dando vueltas entre mostradores y estantes, me di cuenta de que ya ni siquiera los libros me interesaban.

Habia ido a la libreria como se puede ir a una taberna o a un cafe. Por costumbre, porque no sabia adonde ir y ni siquiera a casa de quien ir puesto que la unica persona que ahora frecuentaba era Francesco. Y era el quien decidia cuando debiamos vernos.

Hojee distraidamente algunos volumenes tomados al azar, pero solo era un gesto fisico, lleno de aburrimiento y vacio.

Senti un poco de interes cuando, en la seccion de juegos y pasatiempos, me encontre frente al Gran tratado de juegos de prestidigitacion, de un editor desconocido. Nunca lo habia visto antes y no volvi a verlo. Lo hojee hasta el capitulo dedicado a las manipulaciones de cartas; me di cuenta de que se trataba solo de algunos trucos caseros para fiestas familiares y lo deje a un lado, desilusionado.

Me disponia a dar una ojeada al Manual completo del malabarista. Pelotas, clavas, diabolo y antorchas, cuando oi que me llamaban por el apellido.

– ?Cipriani!

Me volvi hacia la izquierda, hacia el tipo regordete que me llamaba. Camino hacia mi -note que cuando grito mi apellido estaba ante el estante de manuales de oposiciones-, y, mientras se acercaba con una sonrisa elemental estampada en la cara, lo reconoci.

Mastropasqua, companero de clase en la secundaria.

Inequivoca, unanimemente reconocido como el mas tonto de la clase. Pero no el ultimo porque, con una voluntad de mula, estudiando ocho horas por dia, siempre habia conseguido aprobar todas las asignaturas.

Nunca habiamos sido amigos. En tres anos habriamos intercambiado tal vez treinta palabras. Casi todas durante los partidos de futbol jugados en la calle, el sabado, al salir de la escuela.

No habia vuelto a verlo despues de los examenes de tercero.

Se acerco y me abrazo.

– Cipriani -dijo de nuevo, con tono afectuoso. Como diciendo: por fin te encuentro, viejo amigo.

Despues de retenerme unos cuantos segundos, mientras yo temia que entrase alguien que me conociera y viera la escena, Mastropasqua por fin me dejo libre.

– Me alegro de verte, Cipriani.

Oi mi voz que respondia:

– Yo tambien, Mastropasqua, ?como estas?

– Estoy bien. Siempre con el culo tapado.

Siempre con el culo tapado. Era una expresion que usabamos en la escuela secundaria. Mastropasqua no habia actualizado mucho su lexico.

– ?Y tu, estas con el culo tapado?

Me volvieron a la mente todas las frases de nuestra jerga de aquellos anos. Una jerga que yo habia abandonado y que no habia tardado en olvidar al pasar a la siguiente escuela. Mastropasqua, evidentemente, no. Debia de haberlo cultivado como se hace con una lengua muerta pero rica de significados, de sugestiones, de poder evocativo.

– Siempre. Con el culo tapado, siempre. -Y mi voz como si fuese la de algun otro.

– Con perseverancia, con perseverancia, Cipriani. Cuanto me alegro. ?Que haces?

Me dedico a hacer trampas en el juego, he dejado de estudiar, planeo como tirarme a senoras cuarentonas, destrozo el corazon de mis padres. Diria que eso es todo.

– Estoy a punto de terminar Derecho. ?Y tu que haces?

– ?Joder! ?A punto de terminar Derecho! Y bueno, estaba claro que serias abogado. Se veia en los examenes.

Me falto poco para decirle que no pensaba ser abogado ni de lejos. Pero me contuve. Mis ideas ya no eran demasiado claras con respecto a lo que haria. Y el prosiguio.

– Yo me matricule en Veterinaria, pero es una carrera dura. Asi que ahora comence a preparar

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