Otras veces lo perdian, porque parecia que hubiera notado la presencia de ellos, y entonces se apartaban, esperando que no fuera justamente esa noche la elegida.

Todo anduvo asi durante dos semanas. En la cabeza de Chiti, y probablemente tambien en la de los otros, aparecia el interrogante: si era en verdad el, si no estarian perdiendo el tiempo detras de una especie de desequilibrado en el fondo inofensivo; si un anochecer o una noche, mientras andaban insensatamente detras de el, en la ciudad o en la provincia, no llegaria por radio la comunicacion de otra violacion.

Una vez fue a la casa de la madre. Permanecio alli algunas horas para despues salir, de noche. De nuevo a dar vueltas por la ciudad como un licantropo.

No puede no ser el, se repetia Chiti. Coincide, coincide perfectamente. Solo hace falta tener paciencia y lo pillaremos cuando lo intente de nuevo.

A veces Chiti pensaba que habria querido conocerlo. Buscarlo, preguntarle si queria tomar una cerveza, fumar un cigarrillo, hablar.

Pensaba todo eso en el coche impregnado de olores. Humanidad, chaquetas de cuero, humo, aceite para armas, pizzas, sandwiches, latas de cerveza, termos de cafe.

En el silencio denso, junto a aquellos desconocidos companeros de caza, cuyos nombres a veces, aquellas noches, ni siquiera alcanzaba a recordar.

?Podian siquiera imaginar esos companeros las cosas que le pasaban a el por la cabeza?

9

Aquella noche estaban el y Pellegrini. Como de costumbre, lo vieron salir cuando la medianoche habia pasado hacia un buen rato.

Estaban a punto de ponerse en movimiento cuando se dieron cuenta de que habia otro junto a el.

– Son dos -dijo Pellegrini.

Chiti no contesto. Desde que le seguian la pista era la primera vez que salia acompanado. Aquello no le gusto y al mismo tiempo le dio una carga de excitacion. No habria sido capaz de ponerlo en palabras, o de decir de que detalles, de que cosas, en el modo de moverse de los dos, le venia esa sensacion, pero parecia que los dos iban a hacer algo.

Ninguna de las chicas habia hablado nunca de dos agresores. ?Pero habia elementos para excluir que hubieran sido dos?

Mientras los dejaban alejarse para despues bajar del coche y empezar el seguimiento a pie -dificilisimo de noche, cuando las calles estan desiertas y no es posible confundirse con los transeuntes-, Chiti trato de revisar mentalmente las declaraciones de las chicas para controlar si alguna de ellas habia dicho algo compatible con la hipotesis de dos agresores. El y sus hombres habian dado siempre por descontado que se trataba de un violador solitario. Cuando se piensa en delitos en serie se piensa siempre en un maniaco que actua solo. Tal vez ese estereotipo los habia condicionado. Y sin embargo, ?que habian dicho las jovenes? Mientras se apeaba del coche penso que hubiera querido tener los sumarios a mano para comprobarlo. Todas dijeron que habian sido golpeadas por la espalda. Lo que, obviamente, no excluia que hubiese mas de un agresor.

Todas habian dicho que las habian arrastrado hacia el pasillo de un edificio cercano. Aunque eso no excluia que actuaran en pareja. Al contrario, pensandolo bien, la hipotesis de los dos agresores hacia mas aceptable aquel pasaje de la accion.

Tuvo una punzada lancinante entre la sien, la frente y el ojo. Intento aun reordenar sus ideas. ?Que habian dicho las jovenes, especificamente, sobre el momento de la violencia sexual? ?Habia algo que permitia excluir de modo categorico que los agresores fueran dos? No se lo parecia, pero la cabeza le dolia cada vez mas y en su pantalla mental se agigantaba cada vez mas la cara del dibujo.

Las caras del dibujo.

La voz de Pellegrini, aunque hablo en voz baja, le hizo el efecto de una pedrada que rompiera un cristal o un espejo.

– Senor teniente, debemos ir. Ya estan a tres manzanas. Si seguimos esperando corremos el riesgo de perderlos.

Chiti tuvo una especie de sobresalto, como de alguien a quien sacuden justo en el momento en que esta a punto de dormirse. Se puso en movimiento sin decir nada, mirando las dos figuras ya muy lejanas. Demasiado, tal vez.

– Yo los sigo. Tu encargate de que venga enseguida a la zona otro par de coches. Vehiculos nuestros, no de la brigada radiomovil. Indicales exactamente el aspecto de los dos chicos, describelos con precision, diles que deben explorar la zona. Si los encuentran solo deben vigilarlos, sin detenerlos ni dejarse ver. Y que nos llamen enseguida. Cuando termines reunete conmigo.

Partio sin esperar la respuesta, con la cabeza siempre latiendole. En aquel momento Francesco y Giorgio doblaron una esquina, doscientos metros mas adelante. Se apresuro mientras oia la voz de Pellegrini en la radio, sin distinguir las palabras. Luego comenzo a correr. A algunos metros de la esquina aminoro de nuevo y cruzo la calle con tranquilidad, como quien anda cavilando sus propios asuntos. Miro hacia la derecha, donde los dos habian doblado.

La calle estaba desierta, aparte de los vehiculos aparcados sobre la acera.

10

Ella caminaba rapido, y nosotros ibamos detras, rapido. Pronto comence a sentir el cansancio. Creo que el efecto de la cocaina y del alcohol empezaba a esfumarse. Tenia una sensacion de opresion en el pecho y respiraba con dificultad. Veia borroso.

Francesco dijo que la chica se disponia a doblar por la calle Trevisani.

Inmediatamente despues pasaria ante el portal de un edificio deshabitado y en estado ruinoso. Habia que interceptarla ante ese portal y arrastrarla dentro. El la sujetaria. Yo solo debia seguirlo.

Cuando la chica se acerco a la esquina nosotros aceleramos.

El acelero, y yo fui detras.

En mi cabeza resonaba la frase: «?Que estas haciendo? ?Que estas haciendo? ?Que estas haciendo?» Y mientras resonaba -y literalmente rebotaba como un objeto fisico- entre las paredes de mi craneo, advertia una sensacion de fatalidad. Ese es mi destino. Dentro de poco todo estaria definitivamente hecho pedazos. Todo a la mierda, y yo no podia hacer nada.

Mientras todavia continuaban aquellos rebotes en mi cabeza, Francesco acelero el paso y alcanzo a la chica justo a la altura del portal.

Le dio un punetazo directo y fuerte en la cabeza, por la espalda. A la chica se le doblaron las piernas, se estaba cayendo sin emitir ningun sonido. Francesco la atrapo casi al vuelo, le puso una mano en la boca y con el otro brazo la sujeto por la mitad del pecho. La arrastro hacia el zaguan diciendole algo con voz sibilante y aterradora. Lo segui como en una pesadilla.

En la entrada habia puntales de una pared a otra. El edificio era inseguro y me di cuenta de haber visto, un instante antes de entrar, un cartel con alguna prohibicion. Una senal de peligro.

La arrastro hacia el fondo. Estaba oscuro y olia a gato. Apestaba. Ella sollozaba.

– Si dices una palabra te mato a golpes. -Luego le solto la cabeza y la boca. Le dio dos bofetadas muy fuertes y un rodillazo en el costado. Siempre por detras.

– Arrodillate, zorra. Y ten los ojos bajos. Si intentas mirarnos te mato. -La voz de Francesco era irreconocible y, al mismo tiempo, familiar.

– Francesco, basta. Dejalo ya -oi mi voz. Habia salido sola.

La accion se detuvo por un instante. Luego Francesco golpeo muchas veces a la chica, con punetazos en el

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