– ?Sabes si consumia ultimamente?
– No lo se. ?Se lo juro!
Lo habia dicho con un tono exasperado, pero recupero el control casi en el acto y siguio hablando.
– Mire, yo le estoy ayudando. Y no se ni siquiera como ha conseguido que le diga ciertas cosas, cosas que no tenia intencion de contarle. El hecho de que este siendo sincera con usted deberia convencerle de que no tengo la intencion de ocultarle nada. Tiene que creerme.
– Te creo. Pero puede escaparsenos algo, por eso insisto.
– No se si Manuela, justo antes de su desaparicion, consumia drogas. No lo se. Si lo supiera se lo diria, ya le he dicho un monton de cosas.
– ?A quien podriamos preguntarselo?
– No lo se. Los ultimos meses yo estaba en Bari y ella en Roma, nos veiamos menos.
Habria debido preguntarle si alguna vez ella consumio droga con Manuela, pero no fui capaz de hacerlo.
– ?Que sabes de ese sitio cerca de Ostuni en el que Manuela paso la noche del sabado?
– Nada especial. He estado una vez, el ano pasado, cenando. Es un sitio que esta muy bien, siempre hay un monton de gente enrollada que va y viene. A Manuela le gustaba mucho ir alli.
– ?Conoces a la chica que hospedo a Manuela?
– Muy por encima.
Hice una pausa para procesar la informacion que estaba recibiendo. No estaba tomando notas. Habia pensado que la conversacion fluiria de forma mas natural y que, por lo tanto, seria mas util si no la interrumpia para escribir. Intente, pues, organizar mentalmente lo que me habia dicho Caterina. En cuanto la joven se fuese apresuraria algunas anotaciones.
– ?Recuerdas cuando fue la ultima vez que viste a Manuela?
– El miercoles o el jueves. No lo recuerdo con seguridad. La llame, quedamos en el centro y nos tomamos el aperitivo.
– ?De que hablasteis?
– No me acuerdo. De nada importante.
– ?Dijo algo sobre Michele?
– No.
– ?Notaste algo fuera de lo normal en su forma de comportarse? No se, si estaba nerviosa, agitada, euforica…
– No. Manuela estaba perfectamente normal. Puede que dijera algo sobre que tenia que ir a Roma a la semana siguiente, pero tampoco estoy segura. Fue un encuentro normal y corriente, como otros muchos.
– ?Manuela se veia con alguien en esa epoca?
– ?Quiere decir si tenia una historia?
– Si.
– No. Unos meses antes habia salido con un tio, en Roma. Nada serio. En septiembre no estaba con nadie, seguro.
– ?Sabes quien era ese ultimo chico, con el que salia en Roma?
– No. Recuerdo que unos meses antes me habia hablado de uno que iba detras de ella y que la habia invitado a cenar, pero ese tio no le gustaba especialmente. Habia aceptado salir con el solo porque se aburria.
– ?Y no lo conoces?
– No, no lo he visto en mi vida. Ni siquiera se como se llama.
– Quiza lo conozca Nicoletta Abbrescia.
– Si, es posible, aunque solo sea porque vivian en el mismo piso.
– Nicoletta Abbrescia ahora esta en Roma, ?no?
– Creo que si. No hablamos desde hace mucho.
– ?Y eso?
– Desde que me he ido de Roma las relaciones se han enfriado. Ademas, ella viene a Bari mucho menos que Manuela. Creo que nos hemos visto tres o cuatro veces desde que he vuelto.
– ?Cuantas veces os habeis visto desde la desaparicion de Manuela?
– Ninguna. Hemos hablado por telefono, pero no hemos quedado.
– ?Y eso?
– Ya le he dicho que nuestras relaciones se han enfriado. Probablemente, era Manuela la que nos mantenia unidas. Sin Manuela, es natural que hayamos dejado de vernos.
– Pero habeis hablado por telefono.
– Si, claro, un par de veces. Ella me llamo en cuanto se entero de que Manuela habia desaparecido.
– ?Cuando fue eso?
– Un par de dias despues, creo. Los padres de Manuela la llamaron para preguntarle si la habia visto cuando empezaron a no saber nada de ella.
– Y Nicoletta no sabia nada.
– Nada.
– ?Habeis hecho alguna conjetura juntas?
Hizo otra pausa, pero esta vez muy breve. El argumento ya se habia tocado.
– Las dos hemos pensado en Michele, pero luego resulto que estaba en el extranjero.
– Pero, ?que os habeis dicho exactamente?
– Nada en concreto. Cosas del tipo: ?no tendra Michele algo que ver?, ?y que habra hecho?, no la habra secuestrado, ?no?
– ?Habeis hablado de la posibilidad de que la hubiese secuestrado?
– De la posibilidad, no. No sabiamos que pensar y hemos dicho «no la habra raptado, ?no?» o algo parecido. Pero era solo por hablar.
– ?Quien ha dicho esa frase, tu o Nicoletta?
Me di cuenta de que mi tono se habia vuelto apremiante.
– ?No era una frase! Era una especie de broma, dicha, asi, sin pensar, solo por decir algo: «No la habra secuestrado, ?no?», en vista de que no sabiamos explicarnos que era lo que le podia haber pasado. Nunca he pensado, en serio, que la haya secuestrado de verdad.
– Pero hace poco has dicho que, cuando te enteraste de la desaparicion de Manuela, pensaste enseguida que Michele podia haber tenido algo que ver en el asunto.
Ella se encendio otro cigarro, esta vez sin pedir permiso.
– Es verdad. Y tambien es verdad que dijimos lo del secuestro. Pero solo fue, no se, por decir algo. No me imagino, en realidad, como podria haber ocurrido algo asi. Y, ademas, todo este discurso no tiene sentido porque el no estaba entonces en Italia.
Su tono se habia vuelto todavia mas exasperado, y pense que habia llegado el momento de concluir. Para no hacerlo bruscamente, y que ella tuviera la impresion de que me detenia porque ella se habia impacientado, permaneci en silencio unos segundos, dejando que terminase de fumarse su cigarro.
– Esta bien, gracias. Me ha sido muy util hablar contigo.
Ella me miro y se relajo visiblemente. Parecia que, ahora, era ella la que queria hacerme una pregunta.
– ?Que piensa hacer?
Le devolvi una mirada parecida a la que ella me habia dirigido hacia apenas unos segundos. Me estaba preguntando si debia responder a su pregunta y, en caso afirmativo, como hacerlo. Me dije que ella podia ayudarme a echar un vistazo en el mundo de Manuela, suponiendo que los motivos de su desaparicion estuviesen ocultos en ese mundo.
– Buena pregunta. Yo tambien me la estoy haciendo. Logicamente, seria interesante hablar con Cantalupi, pero por ahora no lo veo facil. Y me gustaria hablar tambien con Nicoletta, yendo a Roma, si es necesario. Eso, claro, si ella consiente en hablar conmigo.
– Si quiere, yo puedo hablar con Nicoletta.
La mire, sorprendido por la proposicion.
– Bueno, me seria de gran ayuda, si…
– Siento haberme puesto antes un poco nerviosa. Me pasa siempre que me siento insegura. No me gusta sentirme insegura. Perdone.