mirarme.
– Puede que te haya puesto en un compromiso al decirte que nos fueramos juntos. Puede que no te apetezca mucho darte un paseo con una ex puta. Ademas, que en esto nunca se es ex. Si has sido puta, vas a ser una puta hasta que te mueras.
– Otra salida como esa y me voy.
Se volvio hacia mi. Le dio una ultima calada al cigarro y tiro fuera la colilla.
– ?He dicho una gilipollez?
– Me temo que si.
Ella anoto mentalmente mi respuesta. Luego saco otro cigarro de la cajetilla, pero no lo encendio.
– Esta dejando de llover.
– Bien. No me gusta la lluvia.
– ?Te apetece andar un poco? Asi Pino tambien estira las patas.
– Con tal de que no estire tambien las mandibulas…
Bajamos del coche. Nadia abrio la puerta del portaequipajes y dejo salir al Asesino. Suelto, y sin bozal.
– ?Te parece una buena idea que vaya suelto? Vale, hoy en dia hacen milagros con las protesis pero, de todas formas, si hace pedazos a un nino o a una ancianita, sera un conazo.
Nadia no me contesto. En cambio, le susurro algo al perro que no logre oir. Lo cierto es que, cuando empezamos a andar, aquella fiera nos siguio, pegado a la pierna izquierda de su duena, como si estuviera unida a ella por una trailla tensa e invisible.
Caminaba de forma casi hipnotica y su paso se parecia mas al de un gran felino que al de un perro.
La cabeza, en la que le faltaba casi del todo una oreja, tenia el tamano de una sandia y, bajo el pelaje negro y brillante, restallaban unos musculos duros como cordones. El conjunto transmitia la idea de una fuerza disciplinada y letal.
Recorrimos en silencio unos cien metros mientras dejaban de caer las ultimas gotas de lluvia.
– ?Por que le has puesto Pino? No es un nombre de perro, menos aun para un perro asi.
– Fue Daniela la que le puso ese nombre. Siempre les pone nombres de personas a los perros a los que reeduca. Creo que le simplifica psicologicamente el trabajo.
– ?Cuantos anos tiene?
– Tres. ?Sabes por que me gusta que este conmigo?
– Dimelo.
– Me recuerda que siempre es posible cambiar y convertirse en algo completamente distinto de lo que eras.
Asenti. Ella se detuvo y el perro, obedeciendo a una orden silenciosa, se puso disciplinadamente en sit a su lado.
– ?Quieres acariciarlo?
Estaba a punto de hacer la enesima broma acerca de la peligrosidad del perro, pero me contuve en el ultimo momento y, simplemente, dije que si. Ella se dirigio al Asesino, le dijo que yo era un amigo y tuve la impresion de que el perro asentia con la cabeza.
– Antes de acariciarlo, debo decirte que me niego a llamarlo Pino. Comprendo los motivos por los que tu amiga elige los nombres, pero yo no puedo, de verdad.
– ?Y como quieres llamarlo?
– Le hubiese gustado a Conan Doyle. Lo llamare Baskerville,
Ella se encogio de hombros y enarco las cejas, como se hace siempre que se trata con alguien al que le falta un tornillo.
Me acerque al perrazo y le acaricie la cabeza: era solida como una roca y no conseguia cubrirla entera con la mano.
– Hola, Baskerville. Asi que no eres tan fiero como pareces, ?eh?
Pino-Baskerville me miro con aquellos ojos que a distancia parecian temibles pero que, de cerca, estaban llenos de una triste dulzura. Le rasque detras de la oreja que le quedaba, luego baje la mano hasta su garganta negra, brillante y suave. Entonces el perro entrecerro los ojos y, lentamente, levanto la cabeza, como si fuera a lanzar un aullido melancolico, y me ofrecio su garganta, al descubierto e indefensa.
Y, como decia aquel frances, el recuerdo aparecio de pronto.
Levantar la cabeza, ofrecerme la garganta de esa forma, era un gesto que hacia
Los recuerdos no se esfuman y desaparecen. Estan todos ahi, escondidos bajo la delgada costra de la consciencia. Incluso los que creiamos perdidos para siempre. A veces se quedan alli debajo toda una vida. Otras, en cambio, ocurre algo que hace que reaparezcan.
Una magdalena embebida en una infusion de te o un perro enorme y de ojos tristes que nos ofrece su garganta para que se la acariciemos, por ejemplo.
Ese gesto canino de total y conmovedora confianza evoco un aluvion de recuerdos que, como guiados por un diseno preciso, formaron un mapa unitario y coherente de aquel lejano pasado.
Nunca habia logrado evocar los recuerdos de mi infancia mas que a fragmentos desconectados entre si, como indescifrables restos de un naufragio flotando sobre la superficie.
Ahora, en cambio, todo se iba colocando en su sitio en una misteriosa sincronia de imagenes, sonidos, olores, nombres y objetos concretos. Todo junto.
El tocadiscos, los bolis de cuatro colores, Pipi Calzaslargas, las camisetas Fruit of the Loom, Crocodile rock, [el tebeo] Corriere dei ragazzi, Rin Tin Tin, Ivanhoe, La flecha negra, Hit parade, Las mil y una tardes con la sintonia de cabecera de los Nomadi, Los heroes de carton con la sintonia de cabecera de Lucio Dalla, Los persuasores con Tony Curtis y Roger Moore, [la bicicleta] Graziella Cross amarilla y naranja con sillin, las [galletas] Oro Saiwa que se mojaban en la leche de cuatro en cuatro, [el futbol de mesa] Subbuteo, el perfume del algodon dulce en la Feria del Levante, los polos que dejaban la lengua de colores, el regaliz, Capitan Miki, el Pato Donald, Tex Willer, Los Cuatro Fantasticos, Sandokan, Tarzan, tirar bombas fetidas en las tiendas y salir corriendo, Mafalda, Carlitos y Snoopy y aquella nina que no tenia el pelo rojo, pero era de verdad y nunca se fijo en mi, los partidos despues del cole, el club de Mickey Mouse, los flipper, ese nino igual que nosotros que no tuvo tiempo para olvidarse de todas esas cosas porque su padre dio una cabezada sobre el volante mientras volvian de las vacaciones en su Fiat 124, los gorros con orejeras, el Lego, el Monopoly, jugar con cromos de futbolistas, el primer canal, el segundo canal y se acabo, la sesion infantil, [la cola] Coccoina, la focaccia, la leche de la central, la debil luz de la cocina de los abuelos, los libros de texto, carteras de plastico, estuches de lapices, olor de ninos, de bocadillo de media manana, de ceras, el silencio del patio despues del recreo, Lego y soldaditos, los caramelos Rossana, peliculas en super-8, diapositivas, las fiestas de cumpleanos con focaccie pequenitas y zumos de fruta, las polaroid, los cromos de futbolistas, la pista de patinaje sobre ruedas del pinar, [el programa] Carosello, la pasta al horno de los domingos en casa de los abuelos.
La luz que se filtraba a traves de la puerta entreabierta de mi cuarto, los ruidos de la casa cada vez mas tenues y por ultimo, siempre, los pasos ligeros de mi madre mientras me quedaba dormido.
18
La calle estaba desierta y brillante a causa de la lluvia.
No se cuanto duro, pero debio ser bastante rato, porque ella me pregunto, en un momento dado, si iba todo bien.
– Si, todo bien. ?Por que? ?He hecho algo raro?
– ?Raro? Parecia una escena de El exorcista. Movias los labios, cambiabas de expresion, vamos, que parecia que estabas hablando con alguien aunque no emitieras ningun sonido.
Permanecio unos instantes mirandome, antes de proseguir.
– No estaras loco, ?no?
Lo dijo sonriendo, pero juraria que habia tenido un momento de duda.