me gustaba mas.

I won't ever have to lie

I won't ever have to say goodbye

Every time I look at you

Every time I look at you.

Entonces regrese a la cocina y me puse manos a la obra.

Hervi el pollo y lo pique, junto con cien gramos de jamon dulce que estaba en la nevera desde hacia varios dias. Luego lo puse todo en una escudilla con un huevo, parmesano rallado, nuez moscada, sal y pimienta negra. Lo mezcle, primero con una cuchara de madera y luego con las manos, tras haber anadido pan rallado. Hice albondigas del tamano de un huevo y las pase por otro huevo que habia batido con sal y un poco de vino. Las reboce en pan rallado al que habia anadido una pizca de nuez moscada y las hice crepitar en aceite de oliva, a fuego moderado.

Envolvi las albondigas -que desprendian muy buen olor- en papel absorbente y prepare una ensalada con vinagre balsamico. Puse la mesa, con mantel, platos de verdad, cubiertos de verdad y, antes de ponerme a comer, fui a cambiar el CD.

Simon and Garfunkel. The concert in Central Park.

Aprete el boton skip hasta la cancion numero dieciseis. The boxer.

La escuche toda de pie, hasta la ultima estrofa. Mi preferida.

In the clearing stands a boxer and a fighter by his trade

And he carries the remainders

of every globe that laid him down

or cut him, till he cried out

in his anger and his shame

I'm leaving, I'm leaving

But the fighter still remains

Just still remains.

Luego apague el estereo y fui a comer.

Las albondigas estaban muy buenas. Tambien la ensalada, y el vino era perfumado y creaba reflejos en el vaso. No estaba triste, aquella noche.

9

– El hecho es que hemos querido el proceso a la americana, pero nos falta la preparacion de los americanos. Nos faltan las bases culturales para el proceso de acusacion. Mirad las pruebas y las contrapruebas que se realizan en los procesos americanos o ingleses. Y luego mirad los nuestros. Ellos son expertos y nosotros no. No lo seremos nunca porque nosotros somos hijos de la contrarreforma. Uno no se puede rebelar contra el propio destino cultural.

Hablaba asi, durante la pausa de un proceso en el que eramos codefensores, el abogado Cesare Patrono. Principe del foro. Millonario y mason.

Le habia oido expresar aquel concepto en mas de un centenar de ocasiones desde que, en 1989, habia entrado en vigor el nuevo codigo de enjuiciamiento penal.

Quedaba sobreentendido que los demas eran los inexpertos. Los demas abogados -evidentemente el no- y especialmente los fiscales.

A Patrono le gustaba hablar mal de todo y de todos. En las conversaciones de pasillo -pero tambien durante las audiencias- le gustaba humillar a los colegas y, especialmente, le gustaba intimidar o hacer sentirse incomodos a los magistrados.

Por algun misterioso motivo yo le caia simpatico, siempre habia sido cordial conmigo y a veces se asociaba conmigo para sus defensas. Lo que significaba un buen negocio, desde el punto de vista economico.

Apenas habia acabado de expresar su punto de vista sobre el sistema penal actual cuando salio de la sala de la audiencia, todavia con la toga en los hombros, Alessandra Mantovani, fiscal sustituia de la Republica.

Era de Verona y habia pedido ser trasladada a Bari para estar con un novio. En Verona habia dejado a un marido rico y una vida muy comoda.

Cuando se habia trasladado, el novio la habia abandonado. Le habia dicho que el necesitaba su espacio, que las cosas entre ellos habian funcionado bien, hasta aquel momento, gracias a la distancia, que evitaba el aburrimiento y la rutina. Que necesitaba tiempo para reflexionar. Bien, todo el repertorio clasico de las cabronadas.

Mantovani se habia encontrado en Bari, sola, con los puentes cortados a sus espaldas. Se habia quedado sin hacer dramas.

Me gustaba mucho. Era como deberia ser un buen fiscal, o un buen policia, que es mas o menos lo mismo.

En primer lugar, era inteligente y honesta. Despues, no le gustaban los delincuentes -de cualquier tipo-, pero no pasaba su tiempo atormentandose y pensando que la mayoria de ellos se salia con la suya. Sobre todo: cuando se equivocaba era capaz de reconocerlo, sin lamentarse.

Nos habiamos hecho amigos, o algo parecido. Lo bastante, en fin, como para ir a comer juntos a veces y contarnos algo de nuestras historias. No lo bastante para que sucediera algo, por mas que nuestra presunta relacion era uno de los numerosos chismorreos que circulaban por los juzgados.

Patrono detestaba a Mantovani. Porque era mujer, porque era fiscal y porque era mas inteligente y mas dura que el. Si bien, obviamente, no lo habria admitido nunca.

«Oiga, senora -llamaba senora, ni doctora ni jueza, a las mujeres magistrado para que se pusieran nerviosas y se sintieran incomodas-, oiga este chiste. Es muy nuevo, gracioso de verdad.»

Mantovani se acerco algunos pasos y le miro a los ojos, inclinando la cabeza de lado, sin decir una palabra. Ligero gesto de conformidad -intenta explicarlo tu, este chiste- y sombra de una sonrisa. No era una sonrisa cordial. La boca se habia movido pero los ojos estaban inmoviles. Y frios.

Patrono explico su chiste. No era muy nuevo, ni siquiera nuevo.

Era el del joven de buena familia que habla con un amigo y le dice que se va a casar con una ex prostituta. El joven le explica al amigo que para el no es un problema la anterior profesion de su prometida. Ni siquiera son un problema los parientes de la prometida, que son traficantes, ladrones y chulos. Todo parece ir de la mejor manera, pero el joven le confiesa a su amigo que tiene una unica, grave preocupacion. ?Cual? -le pregunta el otro.

Como decirle a los padres de la novia que su padre es un magistrado.

Patrono se rio el solo. Yo estaba incomodo.

– Yo tambien se uno muy bueno. Es de animales -dijo la Mantovani.

– Estan Culebra y Zorra que van de paseo por el bosque. De repente empieza a llover y los dos, para protegerse, se meten -por dos entradas distintas- en una galeria subterranea. Empiezan a recorrer la galeria - donde hay una oscuridad total-, uno en direccion al otro hasta que se encuentran. Mas bien se desafian, arreandose el uno contra el otro.

La galeria es muy estrecha y no permite pasar comodamente a los dos. Para que pase uno, el otro se debe arrimar a la pared, y con ello ceder el paso.

Ninguno de los dos quiere, sin embargo, ceder el paso y empiezan a pelearse.

«Apartate y dejame pasar.»

«Apartate tu.»

«Quien te crees que eres.»

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