Llegamos a su casa, en el centro, cuando el cielo empezaba a clarear.

– Si manana piensas que todavia tienes ganas de salir conmigo, llamame. Si me llamas te regalo un libro.

Sara me tomo la barbilla entre sus dedos y me dio un beso en los labios. Luego, sin decir nada, salio del coche. Tras unos segundos habia desaparecido detras de un portal de madera reluciente.

Yo me propine dos pequenos punetazos en la cara, en un lado y en el otro. Luego puse en marcha el coche y me fui, con la musica a todo volumen.

Diez anos despues estaba solo en mi despacho desierto, con los recuerdos y su melodia lancinante.

Desde hacia mucho tiempo ya no era capaz de aprender de memoria -oyendolas o leyendolas una sola vez- las canciones, las frases de los libros y de las peliculas.

Entre todas las cosas desaprovechadas tambien estaba aquella.

Entonces tuve que ir a casa, esperando que entre los libros que habia cogido y llevado conmigo estuviera El principito. Porque a aquella hora no habia librerias abiertas, y yo tenia prisa, y no podia esperar a la manana siguiente.

Estaba. Fui a las ultimas paginas, cuando el principito esta a punto de ser mordido por la serpiente y saluda a su amigo aviador.

«Tu, tu tendras unas estrellas como nadie ha tenido. Cuando mires al cielo, de noche, dado que yo vivire en una de ellas, dado que yo reire en una de ellas, entonces para ti sera como si todas las estrellas rieran. Tu tendras, tu solo, ?estrellas que saben reir! Y cuando te hayas consolado (siempre se consuela uno) estaras contento por haberme conocido. Siempre seras mi amigo. Tendras ganas de reir conmigo. Y a veces abriras la ventana asi, por placer. Y tus amigos estaran atonitos cuando te vean reir mirando el cielo. Entonces tu diras: ?Si, las estrellas siempre me hacen reir!, y pensaran que estas loco.»

12

Dormi dos horas exactas.

Me acoste en la cama pocos minutos antes de las tres, abri los ojos a las cinco en punto y me levante extranamente descansado.

Aquella manana no tenia compromisos, asi que pense en salir a caminar. Me duche, me afeite, me puse unos viejos pantalones de loneta comodos, una camisa tejana y un gorro. Me puse zapatillas de deporte y una chaqueta de piel.

Fuera empezaba a clarear.

Estaba ya en la puerta cuando me acorde de que podia llevar un libro, para detenerme a leer en cualquier lado. En un jardin o en un cafe, como hacia muchos anos. Entonces examine los libros que nunca habia puesto en orden y que estaban en mi apartamento. Por todas partes, diseminados y provisionales.

Por algunos instantes pense que estaban provisionales como yo en aquella casa, pero enseguida me dije que era una reflexion banal y patetica. Asi que deje de filosofar y volvi simplemente a escoger un libro.

Tome Doppio sogno, que era una edicion de bolsillo y me cabia bien en el bolsillo de mi chaqueta de piel. Cogi los cigarrillos, no cogi, deliberadamente, el movil y sali.

Mi casa estaba en la calle Putignani y, saliendo, enseguida se podia ver a la derecha el teatro Petruzzelli.

Desde fuera, el teatro era normal, con la cupula y todo lo demas. Desde dentro no. El fuego lo habia devorado, una noche hacia diez anos, y desde entonces estaba alli, a la espera de que alguien lo reconstruyera. Mientras, vivian alli los gatos y los fantasmas.

Me dirigi hacia el teatro, notando sobre el rostro el aire fresco y limpido de la temprana manana. Muy pocos coches y ninguna persona.

Me viene a la cabeza cuando, hacia el final de mis estudios universitarios, solia muy a menudo regresar a casa a aquella hora.

Por las noches jugaba a poquer, o salia con chicas. O sencillamente me quedaba bebiendo, fumando o hablando con los amigos.

Una manana, a eso de las seis, despues de una de estas noches, estaba en la cocina, para beber un vaso de agua antes de ir a acostarme. Llego mi padre para preparar un cafe.

– ?Por que te has levantado tan pronto?

– No papa, vuelvo ahora.

Me miro solo un segundo, con los ojos entreabiertos.

– No logro entender como tienes ganas de decir tonterias incluso a estas horas.

Luego se giro encogiendo los hombros, resignado.

Llegue hasta la calle Cavour, precisamente delante del Petruzzelli, y prosegui en direccion hacia el mar. Dos manzanas mas adelante me detuve en un bar, desayune y encendi el primer cigarrillo del dia.

Estaba en la zona con las casas mas bonitas de Bari. En aquella parte de la ciudad habia vivido Rosana, mi novia en la epoca de la universidad.

Habiamos tenido una historia mas bien borrascosa, por mi culpa. Transcurridos solo unos pocos meses, ya me parecia que mi libertad se habia visto, como se dice, comprometida por nuestra relacion.

Entonces a veces no acudia a las citas y casi siempre, cuando no iba, llegaba con retraso. Ella se enfadaba y yo sostenia que no eran aquellas las cosas importantes. Ella decia que la buena educacion era importante y yo empezaba a explicarle, con abundantes argumentos sofisticos, la diferencia entre la buena educacion formal -la suya- y la buena educacion substancial. Obviamente la mia.

En aquella epoca ni me pasaba por la cabeza la idea de que era solo un villano prepotente. En cambio, como era mas diestro enredando con las palabras, me convencia de que tenia razon. Esto me obligaba a comportarme peor, incluyendo en el concepto de peor tambien una serie de amorios secretos con chicas de dudosa moralidad.

De todo ello me di cuenta cuando ya nos habiamos dejado. Habia pensado varias veces en nuestra historia y me habia convencido de que me habia comportado verdaderamente como un cabron. Si hubiera tenido la oportunidad, habria tenido que admitirlo y pedir perdon.

Luego, tal vez siete u ocho anos despues, me encontre por casualidad a Rosana, que mientras tanto habia ido a trabajar a Bolonia.

Nos encontramos en casa de unos amigos durante las vacaciones de Navidad, y ella me pregunto si me apetecia tomar un te con ella al dia siguiente. Me apetecia. Asi que nos vimos, tomamos el te y durante una hora permanecimos charlando.

Ella habia tenido una nina, se habia separado del marido, tenia una agencia de viajes con la que ganaba mucho dinero y todavia era muy hermosa.

Estaba contento de haberla vuelto a ver y me encontraba a gusto. De modo que me salio espontaneamente decirle que a menudo habia pensado en cuando estabamos juntos y que estaba convencido de haberme comportado mal. Me apetecia decirselo, por lo que significaba. Ella sonrio y me miro un rato de manera un tanto extrana, antes de hablar. No dijo exactamente lo que yo esperaba.

– Eras un nino viciado. Estabas tan concentrado en ti mismo que no te dabas cuenta de lo que acontecia a tu alrededor, incluso a tu lado.

– ?Que quieres decir?

– Nunca sospechaste siquiera que durante casi un ano yo estuve liada con otro.

Habria querido ver mi rostro en aquel momento. Debia de ser un rostro comico, porque Rosana sonreia y parecia que se estuviera divirtiendo mientras me miraba.

– ?Has estado tambien con otro? ?En que sentido, perdona?

Entonces ella dejo de sonreir y se puso a reir. ?Como no darle la razon?

– ?Como en que sentido? Estabamos juntos.

– ?Que quiere decir estabamos juntos? Tu estabas conmigo. ?Cuando os veiais?

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