– Si, imbecil, estoy solo y me gustaria seguir estandolo. Ademas, dado que has venido a tocarme las narices, tengo algo que decirte, asi que oyeme bien. Tus cenas siempre fueron una tortura y especialmente la comida daba asco. Lo se, todos decian que eras una gran cocinera, y eso para mi sera siempre un misterio. Tu marido, si es posible, es peor que tu. Y vuestros amigos, si es posible, son peores que el. Una vez me propusieron incluso que me inscribiera en el Rotary. Queria decirte que soy
Estas cosas, y otras, habria querido decirle. Obviamente, en cambio, conteste con nauseabunda gentileza. Si, estaba solo, no, no tenia ninguna novia, si, lo decia en serio, no, no veia a Sara desde hacia tiempo. Ah, ?ella estaba aqui en la playa sola? ?Con Mario tenian problemas? Y quien no habia tenido problemas, con Mario. Tambien con ella, si es por esto. ?Teniamos que vernos, una noche de estas? ?Ella y yo? Claro, como no. ?Si tenia su numero de movil? Creo que si. Ah, no podia ser porque tenia uno nuevo. Entonces tenia que darmelo. ?Entonces, la llamaria? Confiaba en ello. Claro, podia confiar en ello. Seguro. Adios, hasta pronto, beso,
Me bane para ver como estaba el agua y para sacarme el
Habia jugadores de palas, pero no eran tan numerosos como en julio y agosto. Habria querido matarlos, pero estaba dispuesto, dado que estabamos a comienzos de la estacion, a concederles una muerte rapida. En julio o agosto habria querido matarlos haciendoles sufrir.
Yo detesto a los jugadores de palas, pero mientras andaba -esforzandome para molestarles lo maximo posible y poniendome deliberadamente en medio de las trayectorias de la bola- vi a un tipo de criatura al que detesto todavia mas que a los jugadores de palas. El fumador de pipa en la playa.
No pierdo la cabeza por quien fuma en pipa. Mas bien me pongo nervioso cuando veo a alguien que fuma en pipa por la calle. Me pongo de verdad muy nervioso cuando veo a alguien -como aquella tarde- que fuma en pipa en la playa, mirando a su alrededor con la afectacion de Sherlock Holmes. En calzoncillos.
Hacia estas reflexiones sobre los fumadores de pipa y los jugadores de palas y pense que tal vez estaba mejor, si habia recuperado un poco de mi sana intolerancia.
En aquel momento entro en mi campo de vision un chico de color con varias mercancias, colgadas de una especie de baston flexible que llevaba haciendo equilibrio sobre un hombro y en una bolsa descosida semiabierta. Llevaba puesta una tunica coloreada, larga hasta los tobillos, y un sombrerito de forma cilindrica. Me detuve con los pies en el agua para mirarlo, bastantes segundos, antes de darme cuenta de por que lo miraba.
Cuando lo descubri, sin que ello tuviera un sentido especial, decidi estudiar un poco su manera de moverse y trabajar en la playa. No tenia, naturalmente, ninguna idea precisa. Se me ocurrio, por un instante, preguntarle si conocia a Abdou. Lo deje correr y me limite a observarle.
Parecia estar comodo moviendose entre las tumbonas y las toallas colocadas en la arena. Casi a intervalos regulares saludaba con la mano a algunas de las senoras de la playa, y ellas le contestaban. Una lo llamo desde lejos con un nombre que no entendi. El se giro y se dirigio hacia ella sonriendo, apoyo su mercancia en el suelo, le dio la mano y luego empezo a hablar. Obviamente no oia lo que decia, pero por los movimientos de las manos resultaba claro que describia la mercancia. Se entretuvo mas de cinco minutos y al final la senora le compro un bolso. El reanudo su marcha y yo continue siguiendole. Con la mirada, primero, y luego tambien andando, manteniendome a una veintena de metros de distancia. La escena que habia visto se repitio varias veces, en el periodo de una media hora. Sin motivo alguno decidi pasar a su lado, solo para mirarle y luego irme, dado que me habia cansado de aquella vigilancia. Precisamente cuando estaba junto a el, caminaba tan cerca que podia tocarlo, oi un timbrazo desgarrador salir de su bolsa. El se detuvo y saco un viejo telefono movil Motorola con el volumen, evidentemente, al maximo.
Dijo digame como los negros de las peliculas de tercera categoria.
La conversacion fue breve y se desarrollo en italiano. Es decir, en una especie de italiano.
Si, estaba trabajando. En la playa, amigo. Bastante gente, habia. Si, amigo, en Monopoli, playas de Capitolo. Podia venir manana, manana por la manana. De acuerdo, amigo, adios.
Cerro el telefono y reanudo su deambular. Yo permaneci quieto, en la playa donde me habia arrodillado para oir la llamada. Pensaba en una cosa que me habia pasado por la cabeza.
Y me preguntaba por que no lo habia pensado antes.
7
– Comprendes Guido, esta es la mejor edad. Podemos hacer lo que queramos.
– ?En que sentido, perdona?
– Joder, Guido, precisamente tu. Desde que estas solo pasaras de un polvo a otro, sin problemas. Y me preguntas en que sentido.
– Ah, de un polvo a otro -dije con voz neutra.
– Vamos Guido, que cono te pasa. No nos vemos desde hace un ano, tal vez mas y no me cuentas nada.
Andaba a velocidad mas bien sostenida hacia los juzgados, transportando dos carteras pesadas, que contenian el material que necesitaba para la sesion. Nos habiamos encontrado por la calle, tras mas de un ano sin vernos. Tenia cuarenta anos recien cumplidos, dos hijos, una mujer gorda y maleada.
Tenia un bufete de abogados -heredado del padre- que se ocupaba de bancos y de seguros y ganaba una gran cantidad de dinero. Su argumento preferido eran los
De joven habia sido muy simpatico. De caracter comico natural, que decia siempre palabrotas y hacia reir a todo el mundo. Porque las decia de una manera ante la que no podias no reir. Alguien que habria tenido que hacer otro trabajo, y quiza habria sido feliz, o algo parecido. En cambio era abogado. Con los anos, el caracter comico habia desaparecido, junto con el pelo y con todo lo que de el valia. Alberto todavia decia palabrotas, pero -pense aquella manana- desde hacia mucho tiempo ya no hacia reir. Era un hombre desesperado, si bien no lo sabia.
– No hay nada que contar Alberto, de verdad. No salgo con ninguna.
– Perdona, ?ahora que estas solo y puedes hacer lo que te salga de las pelotas?
– Si. La vida es extrana, ?verdad?
– No te habras vuelto marica, ?eh? -y dale a contarme la historia de uno que habria tenido que conocer, o como minimo recordar. No me acordaba de el, pero no se lo dije a Alberto. Este tipo -un tal Marcos- del que no me acordaba estaba casado y tenia un hijo. Llego un momento en el que la mujer noto una serie de hechos y se convencio de que tenia otra. Le habia -como se dice-
– Ya ves, Guido, joder. La mujer pensaba que el era un picaro que se tiraba a alguna jovencita y en cambio el se hacia dar por el culo por un carnicero. ?Te das cuenta? Un carnicero. Quiza le llevaba salchichas de caballo para merendar… ?No sera que tambien tu has cambiado de acera y te haces dar por el culo, yo que se, por un charcutero?
No habia cambiado de acera -lo tranquilice- e intentaba no dejarme dar por el culo por nadie, en la medida de lo posible.
Llegamos a la entrada de los juzgados. El momento de despedirnos e ir cada uno a su trabajo. Teniamos que vernos por fuerza una noche con los demas amigos. Pronuncio unos nombres, que sonaban lejanos. Una pizza o tal vez un poquer. Seguro, un hermoso reencuentro. Si, nos llamamos esta semana o como maximo la proxima.