Adios, Guido -joder-, me ha gustado verte. Adios, Alberto. Tambien a mi.

Se alejo hacia el ascensor que llevaba al quinto piso, a las salas de civil. Yo permaneci mirandole, pensando que en un lugar lejano, en el abismo del tiempo, habiamos sido amigos de verdad.

Pensaba en esto, incredulo.

Adios, Alberto, me salio. Lo dije, si. En voz baja, pero audible para quien hubiera estado a mi lado, en aquel momento.

Pero no habia nadie.

Antes de que comenzara la sesion hable con Abdou. Tenia que verificar si la idea que se me habia ocurrido en la playa tenia un sentido y podia ser desarrollada.

Podia. Quiza teniamos una posibilidad mas y yo intente reprimir mi entusiasmo. Cuando se te ocurre una idea que parece muy brillante, normalmente luego no funciona, me dije. Y entonces te quedas destrozado.

Comprobado demasiadas veces. Comprobado no lo suficiente para resignarse.

Margarita llego a las nueve y media en punto. Me saludo con una sonrisa desde los bancos del publico. Yo le hice un gesto para que viniera a sentarse a mi lado. Ella me indico que no con la cabeza y con un movimiento de ambas manos, como queriendo decir que ya estaba bien alla donde estaba. Me acerque.

– Estas bien con la toga -dijo ella.

– Gracias. Ven a sentarte a mi lado. Has hecho los examenes de abogado. Puedes.

Ella sonrio brevemente.

– Si es por eso tambien estoy inscrita en el colegio. Mi padre no se ha resignado nunca y cada ano ha seguido pagando las cuotas por mi. Si quiero, puedo ponerme a ejercer de abogado en cualquier momento.

– Perfecto. Entonces ven a sentarte a mi lado. Si querias ver como va este proceso, bien, esta es la mejor posicion.

Accedio con un ademan de la cabeza, vino a mi lado y se sento a mi derecha. Me gustaba que estuviera alli, me proporcionaba una sensacion de seguridad.

Empezamos con el medico forense. Confirmo todo lo que habia escrito en el acta sobre la autopsia. Dijo que la muerte del nino habia sido provocada por asfixia. No podia ser mas preciso, porque las causas de la asfixia pueden ser muchas. El nino no habia sido estrangulado porque no habia huellas de las lesiones correspondientes. Pero podia haber sido ahogado con un cojin, tapandole la boca y la nariz, o manteniendolo encerrado en un espacio muy angosto, como el maletero de un coche. Tambien era posible

– la literatura cientifica citaba algunos casos parecidos- que el ahogamiento se hubiera producido en el transcurso de una felacion violenta.

De cualquier manera, no habia huellas de violencia sexual y la busqueda de semen habia resultado infructuosa. El nino, cuando el cadaver habia sido recuperado, estaba completamente vestido, con la ropa que llevaba puesta en el momento de la desaparicion.

Cuando habia sido arrojado al pozo, el nino ya estaba muerto, porque no habia agua en los pulmones.

Yo no tenia especial interes en contrainterrogar al medico. Me limite a hacerle precisar mejor que las referencias a la felacion violenta eran fruto solo de sus conjeturas, pero que no habia ningun dato objetivo a partir del cual deducir que aquella forma de violencia sexual -u otras- realmente hubiera sido practicada contra el nino.

Tras el medico forense el fiscal llamo a declarar al brigada Lorusso, subcomisario del centro operativo de Monopoli. Entre los investigadores, era el testigo mas importante. Las investigaciones de alguna importancia las habia realizado practicamente todas el. Yo le conocia desde hacia muchos anos. Me lo habia encontrado en otros procesos y sabia que se trataba de un hueso duro. Parecia un empleado o un profesor, con gafitas, poco pelo amarillento, americana y corbata de grandes almacenes. Tenia un aspecto inofensivo, a primera vista. Los ojos, sin embargo, si uno lograba verlos detras de las gafas, eran inteligentes y frios. Antes trabajaba en Bari en la seccion contra el crimen organizado, luego se vio implicado en una historia de violencia sobre un arrestado, junto con un capitan y otro suboficial. Todos fueron trasladados y Lorusso, concretamente, se paso dos anos adiestrando a reclutas en una escuela. Para alguien de la bofia como el era un castigo bien escogido.

El interrogatorio realizado por Cervellati duro mas de una hora. El testigo conto la busqueda del nino, como se habia llegado a la localizacion de los testigos; conto el arresto de Abdou, el registro, todo.

Fue una declaracion clara y eficaz. El brigada Lorusso era alguien que sabia lo que se hacia.

El abogado de la acusacion particular, como de costumbre, no tenia preguntas. Lo que hacia el fiscal, en este caso, siempre le parecia bien. Luego el presidente me concedio la palabra.

– Buenos dias, brigada.

– Buenos dias, abogado -respondio sin mirar hacia mi. Era inteligente, sabia que toda mi cordialidad era para ganarme al jurado.

Dejate de mierdas, abogado, y veamos lo que sabes hacer. Esto es lo que se escondia detras de su saludo. De acuerdo, pense.

– ?Nos puede repetir cual es su cargo?

– Soy el subcomisario del centro operativo de la compania de Monopoli.

– ?Cual era su cargo anterior?

Lo mejor es pasar directamente al juego duro, pense.

– ?Que tiene eso que ver, abogado?

Tocado.

– Por favor, ?puede decir al tribunal cual era su cargo anterior?

Dudo un instante, parecio que estaba a punto de mirar al fiscal, luego apreto las mandibulas y finalmente contesto.

– Era instructor en el batallon de alumnos de los carabineros de Reggio Calabria.

– No un cargo de policia judicial, si lo entiendo bien.

– No.

– ?Y un poco antes?

En aquel momento Cervellati intervino.

– Presidente, protesto. No veo que tienen que ver los anteriores cargos del brigada con el objeto de la declaracion.

El presidente se dirigio a mi.

– ?Que tienen que ver los anteriores cargos del testigo con este proceso, abogado?

– Presidente, es necesario que haga estas preguntas de acuerdo a los fines previstos por el articulo 194, apartado segundo del codigo. Las respuestas, como se aclarara a continuacion, me serviran para valorar la Habilidad de la declaracion.

El presidente permanecio un momento en silencio; el juez que tenia al lado le dijo algo al oido. Finalmente, tras otra pausa, me hizo una senal con la mano para que continuara.

– Entonces, brigada, ?cual era su cargo anterior al de instructor de reclutas?

Mientras hacia esta pregunta Lorusso se giro hacia mi un instante y me miro con odio. Estaba a punto de hacer una cosa que normalmente no se hace. Estaba a punto de violar el pacto tacito de no agresion que existe entre los abogados y la bofia, en los procesos. Se dio cuenta. Si alguna vez podia, me lo haria pagar caro. Seguro.

– Estaba destinado en el nucleo operativo, seccion operativa de Bari, primera seccion, crimen organizado.

– Es decir, la compania en la que se hallan los mejores investigadores de la provincia. Por lo tanto, si lo he entendido bien, usted fue trasladado de un cargo de investigador de gran nivel a un cargo… hemos dicho, de instructor de reclutas en Reggio Calabria. ?Es correcto?

– Si.

– ?Se trato de un cambio normal o existia algun motivo especial?

No me gustaba mucho lo que estaba haciendo, pero necesitaba que perdiera la calma para pasar a lo que de verdad me interesaba.

– Abogado, usted sabe perfectamente por que me trasladaron y que sali de aquella historia con la cabeza muy erguida.

– ?Puede decirnos a que historia se refiere?

Mi tono era falsamente cordial. Odioso.

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