que fuera hacia realmente mucho calor.

Acabe hacia las siete. Mi habitacion estaba orientada al norte y tenia una gran ventana a la izquierda de la mesa. Mire fuera y me fije en el sol que daba en la terraza del edificio de enfrente y luego preste atencion al ligero zumbido del aire y luego a la musica que, acolchada, se oia del piso de abajo.

Esta conciencia era inusual para mi y me hizo sentir bien. Pense que necesitaba un cigarrillo, pero no como de costumbre. Queria hacer las cosas con calma. Cogi la cajetilla que estaba en la mesa y la mantuve en la mano por unos instantes. Hice salir un cigarro golpeando con dos dedos el lado contrario al de la abertura y lo saque directamente con los labios. Pense en las infinitas veces en las que habia efectuado aquella secuencia de gestos como un automata. Pense que ahora lograba pensar en el vacio sin ser sobrepasado por el vertigo. Era capaz de no alejar la mirada. Experimente una especie de escalofrio por todo el cuerpo y, al mismo tiempo, exaltacion y tristeza. Vi la imagen de una nave que zarpa del puerto para un largo viaje. Encendi el cigarrillo con una cerilla y note el choque del humo en los pulmones mientras irrumpia otra secuencia de recuerdos. Pero ahora no me daban miedo. Podria contar con exactitud todo lo que pense en cada una de las caladas de aquel cigarrillo.

Fueron once. Cuando aplaste la colilla en el vasito de cristal que utilizaba como cenicero pense que cuando acabara el proceso tendria que hacer una cosa.

Una cosa importante.

11

El viernes por la manana, tras haber pasado por los juzgados para una audiencia preliminar, fui a la carcel a ver a Abdou. Su interrogatorio era el lunes siguiente y teniamos que prepararnos.

El funcionario del registro me hizo entrar en la salita y, con lo que me parecio una mala sonrisa, cerro la puerta. El calor era asfixiante, mas de lo que esperaba. Me saque la americana, me afloje la corbata, me desabroche el cuello de la camisa y definitivamente decidi que no era un recluso, que no estaba escrito en ningun sitio que tuviera que permanecer encerrado jadeando y entonces abri la puerta. El funcionario, ahora en el pasillo, me miro de modo hostil, parecio que iba a decir algo, pero luego renuncio.

Me apoye en el quicio de la puerta, entre la habitacion y el pasillo. Saque un cigarrillo pero no lo encendi. Demasiado calor tambien para aquello.

Notaba la camisa pegada a la espalda por el sudor y en el cerebro irrumpio un pensamiento, directamente de los recovecos de la infancia.

Harian falta polvos de talco, pense.

Cuando eramos pequenos y habiamos sudado, nos ponian polvos de talco. Si protestabas, porque pensabas que ya eras mayor para los polvos de talco, te decian que podias coger una pleuritis. Si preguntabas que era la pleuritis, te decian que era una enfermedad fea. El tono en el que lo decian te hacia pasar las ganas de repetir la pregunta.

Mientras pensaba en esto me di cuenta de que ya era la segunda vez en dos dias que me acudian a la cabeza cosas de la infancia. Era extrano porque yo no pensaba nunca en la infancia. No recordaba casi nada. Cuando habia ocurrido que alguna persona -alguna mujer- me preguntara como habia sido mi infancia, habia contestado sin ton ni son. A veces habia dicho que habia pasado una infancia feliz. A veces habia dicho que habia sido un nino triste. A veces, cuando queria impresionar, habia contestado que habia sido un nino extrano. Me daba un halo de fascinacion, pensaba. Nosotros, los tipos especiales, a menudo hemos sido ninos extranos, se daba por sentado.

En realidad no me acordaba de casi nada de mi infancia y no tenia ganas de pensar en ella. Alguna vez me habia concentrado para recordar y me habia puesto triste. Entonces lo habia dejado correr. La tristeza no me gustaba, preferia evitarla.

Ahora contemplaba atonito aquellos fragmentos de recuerdos que salian de no se sabe donde. Me producian una ligera melancolia y un sentimiento de estupor y de curiosidad. Pero no tristeza, que antes me habia hecho alejar la mirada.

Pensaba en este otro cambio y me sacudio un escalofrio muy fuerte que se esparcia por la espalda hasta la raiz de los cabellos en la nuca, y por los brazos. Aunque hiciera calor.

Lo encendi, aquel cigarrillo.

Vi llegar a Abdou desde lejos por el largo pasillo.

Se me acerco y me dio la mano, haciendo tambien un ligero movimiento con la cabeza que me parecio una ligera inclinacion. Me surgio espontaneamente contestar de igual forma y luego me senti incomodo.

Llevaba un periodico y se aparto para que pudiera entrar en la salita.

Nos sentamos, evitando los dos el sillon destartalado, que siempre estaba alli. Abdou me alargo el periodico, con una especie de sonrisa.

– ?Que es? -pregunte.

– Habla de ti, abogado.

El tono de voz era distinto.

Agarre el periodico. Era de hacia dos dias. Hablaba de la audiencia del martes anterior y tambien habia una foto mia. No lo habia leido ni visto: desde hacia un ano no compraba los periodicos.

VACILA EL PRINCIPAL TESTIGO DEL PROCESO

POR LA MUERTE DEL PEQUENO FRANCESCO

Dramatica audiencia ayer en el proceso contra el senegales Abdou Thiam por el secuestro y homicidio del pequeno Francesco Rubino. Declararon algunos testigos fundamentales para la acusacion, entre ellos Antonio Renna, propietario de un bar en Capitolo, la zona de banos de Monopoli donde se produjo la desaparicion del nino.

Renna habia referido, durante las investigaciones preliminares, que habia visto al acusado pasar por delante de su bar, muy cerca del lugar de la desaparicion del nino, pocos minutos antes de la desaparicion. Interrogado en la sala por el fiscal, el testigo confirmo aquellas declaraciones, ostentando gran seguridad.

El golpe de efecto se produjo durante el espectacular contrainterrogatorio efectuado por el defensor del senegales, el abogado Guido Guerrieri. Despues de haber presentado una serie de preguntas aparentemente inocuas, pero de cuyas respuestas emergio una clara actitud de hostilidad de Renna respecto a los inmigrantes extracomunitarios, el abogado Guerrieri le enseno al testigo una serie de fotografias de hombres de color, preguntandole si habia alguno a quien el conociera. El propietario del bar de Capitolo dijo que no y fue en aquel momento cuando el defensor mostro su as: dos de aquellas fotografias retrataban al acusado, Abdou Thiam. Precisamente a la persona a la que el testigo Renna habia declarado, con gran seguridad, conocer y haber visto pasar por delante de su bar aquella tarde tragica. Las fotos fueron aceptadas por el tribunal como pruebas documentales.

El fiscal Cervellati encajo el golpe y se vio obligado a interrogar de nuevo al testigo para aclarar los detalles de su declaracion. El testigo aclaro que no habia visto al acusado desde el ano anterior, epoca de los hechos, que estaba seguro de sus declaraciones y que no habia reconocido al acusado en la fotografia a causa del tiempo transcurrido y por la mala calidad de las fotos. Se trataba, efectivamente, de fotocopias de colores de una baja calidad.

El nuevo interrogatorio del fiscal reparo parcialmente el dano, pero resulta innegable que en el curso de esa sesion el abogado Guerrieri logro un punto a su favor en un proceso con toda seguridad muy dificil para la defensa.

Antes de Antonio Renna habian sido interrogados el medico forense y el brigada Lorusso, el investigador que realizo las pesquisas.

Tambien en el interrogatorio del brigada se vivieron momentos de tension cuando la defensa insinuo deficiencias y negligencias en la investigacion, especialmente durante el registro efectuado en el domicilio del senegales.

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