Nicolas.

– ?Como te ha ido estos dias? ?El juicio? -dijo.

– Bien, creo. El lunes proximo se acabara todo. ?Y a ti como te va?

Cauto.

Dejo pasar algunos segundos y luego hablo como si no le hubiera hecho ninguna pregunta.

– En los sitios donde te ensenan a dejar de beber tambien te explican como resistir el riesgo de las recaidas. Durante el primer ano posterior al tratamiento las recaidas son muy habituales e incluso despues es muy normal volver a caer. Era una cosa que nos repetian continuamente. Llegaran momentos dificiles -nos decian- en los que os encontrareis tristes, tendreis una gran nostalgia del pasado o miedo al futuro. En aquellos momentos tendreis necesidad de beber. Un deseo que os parecera invencible, que os sumergira como una ola. Sin embargo no es invencible. Parece que lo es porque sois mas debiles, en aquellos momentos. Pero, precisamente, es como una ola. Una ola os sumerge en el mar solo durante unos pocos segundos, aunque cuando estais bajo el agua os parece una eternidad. Salis facilmente, si no os dejais dominar por el terror. Entonces -decian- recordad que basta permanecer tranquilos, en aquellos momentos. No os dejeis dominar por el miedo, recordad que dentro de poco tendreis la cabeza fuera del agua porque la ola ya habra pasado. Cuando se apodere de vosotros el deseo irresistible de beber, haced alguna cosa para que transcurran los segundos, o los minutos que dura la crisis. Flexiones, dos kilometros corriendo, tomad fruta, llamad a un amigo. Cualquier cosa que hagais os hara pasar el tiempo sin pensar.

Yo permanecia callado, y tenia miedo de lo que oiria despues.

– A mi me ha ocurrido varias veces, como a todos. El aikido me ha ayudado. Cuando llegaba la ola, me ponia el kimono y repetia los ejercicios, intentando concentrarme unicamente en lo que estaba haciendo. Funcionaba. Cuando terminaba el entrenamiento me habia olvidado de las ganas de beber.

»Con el tiempo estos momentos fueron cada vez mas raros. Hacia como minimo un par de anos que no me ocurria.

Encendi el cigarrillo que tenia entre los dedos desde hacia unos minutos. Margarita continuo hablando, sin cambiar de tono, mirando hacia un lugar indefinido frente a ella.

– Hay una persona, desde hace casi tres anos. No vive en Bari y por eso ha durado tanto tiempo. Nos vemos los fines de semana: o viene el o voy yo. El fin de semana pasado vino el. Le habia hablado de ti. Asi, de manera normal, y al principio no tuvo problemas. O no me lo dijo.

Se giro hacia mi ligeramente, me cogio el cigarrillo y fumo un poco antes de devolvermelo.

– Pero no lo se muy bien, el discurso volvio a aparecer el sabado pasado. Es decir, mas que un discurso se trato de una escena de celos. Tienes que saber que el no es una persona celosa. Es todo lo contrario. Por lo que me quede de piedra y reaccione mal. Muy mal. Habiamos estado juntos, en definitiva, habiamos hecho el amor…

Me senti atravesado. Enseguida note una neblina espesa en el cerebro durante un buen rato. Hasta que volvi a comprender lo que estaba sucediendo.

– …y luego le dije que nunca habria pensado que pudiera decir cosas de aquel tipo, una persona como el. Que era una desilusion y cosas por el estilo. El me contesto diciendo que era una hipocrita. Al decir que tu eras tan solo un amigo estaba mintiendo. No a el, sino a mi misma, y por eso era realmente una hipocrita. Y que reaccionaba con aquella violencia precisamente porque sabia que tenia razon. La discusion se prolongo hasta bien entrada la noche. Por la manana me dijo que se iba. Que tenia que aclararme las ideas intentando ser honesta, con el y conmigo misma. Luego podriamos volver a llamarnos y hablarlo. El se fue y yo me quede alli, sentada en la cama con el cerebro un poco trastornado. Incapaz de pensar. Las horas fueron pasando de manera un tanto alucinante y me entraron, cosa logica, ganas de beber. Una necesidad loca, como no la habia tenido desde que deje de beber. Intente ponerme el kimono y entrenarme, pero en realidad no me apetecia en absoluto. Tenia en cambio ganas de beber y de encontrarme bien, de hacer desaparecer aquel lio de la cabeza, de hacer desaparecer las responsabilidades y los deberes y los esfuerzos, todo. Joder.

»Entonces sali, subi al coche y fui a Poggiofranco. ?Sabes que hay aquel bar tan grande que esta siempre abierto, nunca me acuerdo de su nombre, donde sirven vinos y licores?

Sabia cual era el bar y asenti. Tenia la boca seca, la lengua pegada al paladar.

– Entre y pedi una botella de Jim Beam, pues era mi preferido. En aquel momento me encontraba tranquila. Mortalmente tranquila. Regrese a casa, cogi un vaso grande, y sali a la terraza. Me sente a la mesa, destape la botella -?recuerdas el chasquido delicioso, cuando abres una botella nueva?- y me servi tres dedos de bourbon, para empezar. Lo hice muy lentamente, mirando el liquido que descendia por el vaso, los reflejos, el color. Luego acerque el vaso a la nariz y respire profundamente.

»Permaneci mucho tiempo delante de aquel vaso, con los pensamientos girando alrededor de si mismos. Eres una chica mala. Siempre lo has sido. No puedes rebelarte contra el propio destino. Es inutil. Varias veces alce el vaso para beber, lo mire y luego lo apoye de nuevo encima de la mesa. Estaba tan segura de que beberia que podia tomarmelo con mucha calma.

»Se hizo de noche y estaba todavia alli, con aquel vaso de bourbon. Pense que me apetecia llenarlo mas todavia. Lo apoye en la mesa, tome la botella y me servi, muy lentamente, todavia mas. El vaso se lleno hasta la mitad, dos tercios, hasta los bordes. Y yo continue sirviendome.

»Lentamente, el liquido empezo a derramarse y yo lo contemplaba bajar por los lados exteriores del vaso y luego esparcirse por la mesa y luego gotear por el suelo.

»Cuando se vacio la botella la apoye encima de la mesa. Agarre el vaso con dos dedos y lo incline lentamente, sin levantarlo. Entonces empezo a vaciarse. Esto tambien muy despacio. A medida que se vaciaba lo inclinaba mas. Al final se derramo.

»Me pase las manos por la cara respirando, por fin. Me di cuenta del dolor en las mandibulas.

»Entonces me levante, cogi un cubo, una fregona y lo limpie todo. Puse los trapos y la botella vacia en una bolsa, baje a la calle y lo tire todo al cubo de la basura. Tenia ganas de llamarte, pero no me parecia lo correcto. Tenia que apanarmelas yo sola, pense. Entonces solo te envie aquel mensaje.

Dejo de hablar asi, casi con brusquedad. Permanecimos en silencio un largo rato, sentados en aquel muro. Yo tenia preguntas que me quemaban. Se referian a el, por supuesto. ?Que habia ocurrido despues de aquella noche? ?Hoy, donde habia estado? ?Se habian encontrado de nuevo, hablado y todo eso?

No formule ninguna. No fue facil, pero no hice ninguna pregunta. Durante todo el rato que permanecimos sentados y despues, cuando atravesamos la ciudad hasta nuestro edificio. Hasta que llego el momento de despedirnos, delante de la puerta de su casa. Entonces fue ella quien hablo.

– ?Que piensas de mi despues de las cosas que te he dicho?

– Lo que pensaba antes. Es solo un poco mas complicado.

– ?Quieres entrar?

Pense unos segundos antes de contestar.

– No, esta noche no. Pero no me malinterpretes, es solo que…

Me interrumpio hablando deprisa. Incomoda.

– No te malinterpreto. Tienes razon. No tenia que habertelo dicho. ?Has dicho que el proceso acaba el lunes?

– Es probable. Depende de una ultima comprobacion solicitada por el tribunal. Si algunos documentos llegan a tiempo, entonces acabaremos el lunes.

– ?Pero tu hablaras por la manana?

– No, no lo creo. Casi con seguridad por la tarde.

– Entonces es posible que pueda asistir. Quiero estar alli cuando hables.

– A mi tambien me gustaria que estuvieras.

– Entonces… buenas noches. Y gracias.

– Buenas noches.

Ya estaba por las escaleras.

– Guido…

– ?Si?

– Fui a verlo, despues. Le dije que tenia razon. Sobre la hipocresia -la mia- y todo lo demas.

Hizo una breve pausa y siguio hablando. Habia una fragilidad desconocida en su voz.

– ?Actue bien?

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