complicar la situacion y que ya habia hecho mal contestando al fiscal. El tenia que leer bien los documentos, antes. Entonces fui ante el juez y dije que no queria contestar. Pero si hubiera contestado no hubiera cambiado nada porque al juez no le importaba en absoluto lo que yo dijera. Y continuo en la carcel.

Espere algunos segundos antes de hablar de nuevo.

– ?Donde estan todas tus cosas, esas que has dicho, libros, fotos, todo?

– No lo se. Vaciaron mi habitacion y el dueno la ha alquilado a otra persona. Tienes que preguntarselo a Abagiage.

Nos quedamos callados algunos minutos. Yo intentando reorganizar la informacion que habia obtenido, el en el limbo.

Luego hable yo de nuevo.

– Esta bien, basta por hoy. Manana, bueno, el lunes ire a la fiscalia y vere cuando se pueden hacer las fotocopias de los expedientes. Luego los estudio y una vez me haya aclarado un poco las ideas vuelvo a verte y buscamos la forma de organizar una defensa que tenga algun sentido.

Deje la frase en suspenso, como si hubiera algo por anadir.

Abdou se dio cuenta y me miro con un matiz interrogativo en los ojos. Luego hizo un gesto de asentimiento con la cabeza. Dudo un instante, pero fue el primero en tender la mano para estrechar la mia. El apreton era ligeramente distinto, solo ligeramente, que el de aproximadamente una hora antes.

Luego abrio la puerta y llamo al funcionario que debia acompanarlo a la celda, seccion especial para violadores, pedofilos y arrepentidos. Elementos que no habrian durado mucho entre los otros reclusos.

Yo cogi el paquete de cigarrillos y me di cuenta de que estaba vacio.

3

El lunes, como de costumbre, me desperte hacia las cinco y media.

Las primeras veces habia intentado quedarme en la cama, confiando en volverme a dormir. No lograba volver a conciliar el sueno, pero acababa envuelto en pensamientos obsesivos y tristes.

Asi me di cuenta de que era mejor no quedarme en la cama y contentarme con cuatro, cinco horas de sueno. Cuando iba bien.

Me acostumbre a levantarme recien despierto. Hacia gimnasia, me duchaba, me afeitaba, preparaba el desayuno, ordenaba la casa. En definitiva, hacia pasar una hora y media consiguiendo no pensar casi por completo.

Luego salia y habia luz de dia y daba un largo paseo. Tambien esto me servia para no pensar.

Asi lo hice aquella manana. Llegue al despacho a eso de las ocho, le eche un vistazo a la agenda y la puse en la bolsa junto con algun boligrafo, papel sellado, movil. Escribi una nota para mi secretaria y la deje encima del escritorio.

Luego sali para ir a los juzgados. Despertarse tan temprano y llegar tan temprano a los juzgados implicaba alguna ventaja. Los despachos estaban casi desiertos y entonces era posible tramitar mas deprisa todos los asuntos judiciales.

Tenia una audiencia aquella manana, pero antes tenia que ir a hablar con el fiscal Cervellati. El que se ocupaba del caso de Abdou.

No se trataba precisamente del fiscal mas simpatico de los juzgados.

No era alto ni tampoco bajo. Ni delgado ni tampoco exactamente gordo. La panza, sin embargo, siempre estaba cubierta, en invierno y en verano, por horribles chalecos marrones. Gafas gruesas, pelo ralo, siempre un poco demasiado largo, americanas grises, calcetines grises, colorido gris.

Una vez una colega mia simpatica, hablando de Cervellati, dijo que era de los que usan camiseta imperio. Le pregunte que significaba y me explico que se trataba de una categoria de la humanidad que ella habia elaborado.

Quien usa camiseta imperio -metaforica- es, en primer lugar, alguien que en pleno verano, a 35 grados, lleva una camiseta imperio -verdadera- debajo de la camisa, «porque absorbe el sudor y no me da un patatus ante segun que corrientes de aire». Una variacion extrema de esta categoria la forman quienes se ponen la camiseta imperio debajo de la camiseta.

Quien usa camiseta imperio tiene la funda del movil de falsa piel con un gancho para el cinturon, por la tarde llega a casa y se pone el pijama, conserva su viejo movil porque son los que siempre funcionan mejor. Usa pastillas de menta para perfumar el aliento, polvos de talco y colutorio.

A lo mejor lleva un preservativo escondido en la cartera, no lo utiliza nunca y por ello, antes o despues, la mujer lo descubre y le echa bronca.

Quien usa camiseta imperio utiliza frases como: pisar mierda trae suerte; hoy en dia es imposible poder aparcar en el centro; los jovenes de ahora no tienen mas intereses que la discoteca y los videojuegos; yo no tengo nada contra los homosexuales / los gays / los sarasas / los maricas / los maricones, basta con que me dejen tranquilo; si uno es homosexual / gay / sarasa / marica / maricon es su problema, pero no puede ser maestro; mi mas sentido pesame; derecha e izquierda son todos lo mismo, son todos unos ladrones; yo se anticipadamente cuando cambia el tiempo: me duele el codo / la rodilla / el tobillo / el callo; equivocandose se aprende; yo no hablo por detras, las cosas las digo a la cara; se equivoca quien trabaja; peor que salir de noche; hay que levantarse de la mesa con un poco de hambre; mientras hay vida hay esperanza; me parece ayer; he de empezar a aprender cosas de Internet / a ir al gimnasio / a ponerme a dieta / a colocar en su sitio la bicicleta / a dejar de fumar, etcetera, etcetera, etcetera.

Obviamente, quien usa camiseta imperio dice que ya no existen las estaciones intermedias y que el calor / el frio seco no es un problema, es el calor / el frio humedo lo que es insoportable.

Las imprecaciones del hombre que usa camiseta imperio: ?mecaguen diez!; ?mecaguen la puneta!; ?mecaguen tus muertos!; ?mecaguen la puta de oros!; ?mecaguen Satanas!; ?jolines!; ?diantre!; ?no me toques los cataplines!; ?maldita sea!; ?no me tomes el pelo!; ?vete al diablo!; ?vete al cuerno!, ?vete al carajo!

Cualquiera que lo hubiera conocido habria estado de acuerdo. Cervellati era de los que usan camiseta imperio.

Entre sus muchas virtudes figuraba la de estar en la oficina, todas las mananas, desde las ocho y media. A diferencia de casi todos sus colegas.

Llame a la puerta, no oi ninguna invitacion para entrar, abri y me asome.

Cervellati levanto la mirada de una carpeta desencuadernada, encima de un escritorio cubierto por otras carpetas un poco ronosas, codigos, expedientes, un cenicero con medio puro toscano apagado. La habitacion, como de costumbre, olia un poco; a polvo y al humo frio del toscano.

– Buenos dias, fiscal -dije con toda la simulada afabilidad de la que era capaz.

– Buenos dias, abogado.

No me dijo que entrara. A traves de las gafas, detras de la barrera de las carpetas, el rostro carecia de cualquier expresion.

Entre, preguntando si podia y sin esperar una respuesta, que en realidad no llego.

– Fiscal, he sido nombrado por el senor Thiam, a quien usted ciertamente recordara…

– El negro que ha matado al nino de Monopoli.

Obviamente se acordaba. En el plazo de pocos dias me notificaria la conclusion de las investigaciones preliminares y yo podria ver el expediente y hacer las copias. Estaba seguro de que yo solicitaria un proceso abreviado, asi todos ahorrariamos tiempo. Si me habia dado cuenta, por un mero descuido, no habia sido incluido el agravante del nexo teleologico que podia desembocar en una condena a cadena perpetua. Si celebrabamos el juicio abreviado, y sin aquel agravante, mi cliente podia apanarselas con veinte anos. Si ibamos a juicio, el - Cervellati- tendria que notificar aquel agravante y para Abdou Thiam se abririan de par en par las puertas de la carcel de por vida.

?El decia que era inocente? Todos lo dicen.

Me consideraba una persona seria y estaba seguro de que no me dejaria tentar por ideas equivocadas, como presentarme a juicio con la esperanza absurda de obtener una absolucion. Abdou Thiam iba a ser condenado de todos modos y un jurado popular lo destrozaria. Por otro lado, el -Cervellati- no tenia intencion alguna de perder

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