mi.

— Lo que hubo entre nosotros no os concede ningun derecho. Ademas, no os creo. Por alejada que haya estado de la corte, algunos de sus rumores han llegado hasta mi. Se os ha relacionado con una senorita de Guerchy, y ahora se baraja el nombre de Madame d'Olonne…

Por la leve sonrisa que asomo a aquellos labios duros, ella comprendio que acababa de cometer una falta al dar a entender que seguia interesandose por el, y se llamo tonta a si misma. Esta vez tenia que marcharse si no queria continuar el dialogo en un tono diferente. Giro sobre los talones con una rapidez que hizo revolear su manton, y se dio de bruces con Nicolas Fouquet que llegaba al frente de un grupo de musicos, diciendo:

— ?Donde estais, monsenor? ?Estara todo dispuesto para el placer de Sus Majestades cuando salgan de la misa…? ?Caramba, la senora duquesa de Fontsomme! Al parecer es el dia de las sorpresas, pero la mia al encontraros es la mas feliz. Habeis madrugado mucho.

— Siempre he amado este parque, y venia a reavivar mis recuerdos cuando me he encontrado…

— Con los preparativos de la fiesta que el senor duque de Beaufort quiere dar al rey, y para la cual se ha tomado mucho trabajo.

— ?No lo habria conseguido sin vos, mi querido Fouquet! Sois en verdad un gran mago…

— ?Es inutil que me canteis sus alabanzas! -le interrumpio Sylvie al tiempo que tendia su mano al superintendente de las Finanzas-. El senor Fouquet es desde hace mucho tiempo uno de mis amigos mas fieles. Pero ignoraba que os conociais -anadio en tono mas seco.

— Espero que no le guardeis rencor por ello. Ha sido la pasion por el mar lo que ha hecho que nos conocieramos. No ignorais que poseo el derecho a la sucesion al cargo de almirante que desempena mi padre. Fouquet es el nuevo propietario de Belle-Isle, y los dos tenemos grandes proyectos para fortificar mejor las costas bretonas y construir un puerto de aguas profundas capaz de acoger navios de guerra entre Brest y Dunkerque. Pensamos tambien en mi principado de Martigues, donde podria construirse un gran puerto comercial en el Mediterraneo…

— ?Piedad, monsenor! -sonrio Fouquet-. No abrumeis a Madame de Fontsomme con nuestros proyectos. A lo mejor nos toma por locos… ?Oh, Dios mio! Ahi llega Monsieur Colbert con su cara de pocos amigos y su aire de andar siempre husmeando. Me sigue la pista en cuanto pongo el pie en la corte.

— La miel atrae las moscas, y ademas, amigo mio, vuestra pista es tan brillante que resulta facil de seguir. En lo que a mi respecta, no me gusta ese envidioso, y os dejo con el. Yo acompano a Madame de Fontsomme hasta el Grand Degre…

Sylvie habria querido negarse, pero temio parecer descortes a los ojos de Fouquet. Asi pues, camino un instante en silencio junto a Francois, y luego pregunto:

— ?Por que perdeis el tiempo acompanandome? Vais a llegar con retraso.

— Es con vos con quien voy retrasado, ?en diez anos! Sylvie… concededme volver a veros… de vez en cuando, al menos. Estos anos han sido tan penosos…

Ella mantuvo los ojos fijos en la punta de sus zapatos, que aparecian y desaparecian a medida que caminaba, y se guardo de volver la cabeza hacia el. Por el tono de su voz, adivinaba que debia de tener la expresion apasionada a la que no habia podido resistirse antano.

— A mi no me han parecido tan largos.

— ?Dios, que cruel sois! Pero no os creo. Ese loco de Bussy-Rabutin afirma que la ausencia es al amor lo que el viento al fuego… que extingue el pequeno y da mas fuerza al grande. El mio es mas fuerte que nunca, Sylvie. ?Y el vuestro?

— ?Dejemoslo aqui, os lo ruego! Es una pregunta que no os consiento que me hagais, porque yo hace mucho tiempo que he dejado de plantearmela. Dicho eso, la vida de la corte nos obligara a encontrarnos. Tendreis que contentaros con eso.

— Me gustaria mucho ver a vuestros hijos. La pequena Marie era encantadora… y -anadio en un tono mas grave- me haria feliz conocer a vuestro hijo.

— ?Por que? -pregunto ella, con la garganta subitamente seca.

— Es… natural, me parece…

Ella le miro espantada, pero el acababa de detenerse cerca de un portico de rosas y jazmines, y olia una flor con aire de inocencia. ?Que sabia exactamente del nacimiento de Philippe? ?Conocia la fecha exacta y habia deducido la verdad? Sin embargo, la guerra pasaba en aquella epoca por sus momentos algidos, y el estaba cargado de responsabilidades…

— ?Que os parece tan natural? -pregunto ella, decidida a colocarlo a la defensiva.

El sonrio, corto una rosa que le ofrecio, y tomo su otra mano para apartarla de los jardineros que trabajaban; entonces, despues de posar en sus dedos un beso muy ligero, murmuro:

— ?No me dejareis a nadie a quien pueda amar?

Sin anadir nada mas, dejo caer la mano y se dirigio al improvisado teatro al aire libre, en el que poco despues se iba a representar uno de esos ballets que tanto gustaban al rey. Pensativa, Sylvie subio a los aposentos de la reina.

La fiesta de Monsieur de Beaufort fue un exito y el rey se divirtio. Sylvie bastante menos, porque desde el instante en que aparecio formando parte del sequito de la reina, el mariscal de Gramont, que la perseguia con sus asiduidades desde Saint-Jean-de-Luz a pesar de la presencia de su esposa, la siguio a todas partes con una constancia que la joven considero irritante.

El momento culminante de la jornada llego cuando Beaufort, magnificamente vestido de tafetan negro con bordados de plata -Sylvie descubriria mas adelante que, como ella misma, el unicamente llevaba los colores del luto-, vino a hincar la rodilla delante de la joven reina, a la que ofrecio el negrito mas precioso que pueda imaginarse. Debia de tener diez o doce anos, y para realzar aun mas su belleza lo habian vestido de raso dorado y tocado con un turbante a juego sobre el que ondeaban unas plumas blancas. Muy tranquilo, saludo primero con divertida gravedad cruzando las manos sobre el pecho e inclinandose, y luego, contento por los murmullos admirativos de los cortesanos, dedico a la reina una radiante sonrisa.

— Viene del reino del Sudan, senora -explico Beaufort en espanol-, expresamente para serviros. Es diestro en toda clase de juegos, toca la flauta y sabe bailar. Se llama Nabo… Es cristiano.

Maria Teresa, ruborosa de alegria, rio y aplaudio con las manos en un gesto familiar en ella, en tanto que su enana, que la seguia a todas partes como un perrito, tomo al nino de la mano y lo llevo a un cenador donde se habia preparado un pequeno almuerzo con pasteles y golosinas, para compartirlo con el. Eran mas o menos del mismo tamano, pero el contraste entre los dos — ?ella tan fea, a pesar de sus magnificos ropajes, y el tan hermoso!- era tan llamativo que provoco algunos chistes atrevidos sobre lo que podia salir mas tarde de una pareja asi. Una mirada severa del rey acallo las bromas, mientras Maria Teresa recomendaba:

— Puedes jugar con el, Chica, ?pero no lo rompas!

En aquel rostro zafio, cuyos rasgos parecian no haber conseguido ponerse de acuerdo para componer una fisonomia, aparecio de subito una sonrisa sorprendente y luminosa.

— ?Oh, no, es demasiado bonito! ?Chica tendra mucho cuidado!

Durante la cena fastuosa, en la que Beaufort se empeno en servir en persona a su joven soberano, Mademoiselle, que por una vez no tenia apetito, se acerco a Sylvie, sentada aparte en un banco de piedra proximo a un grupo de rosales, y se instalo a su lado. Durante el largo viaje de regreso, las dos mujeres habian entablado amistad.

— ?Que haceis aqui solita? No me digais que vuestro enamorado ya os abandona. ?O es que le habeis despedido?

— ?Mi enamorado? Oh… Monsieur de Gramont. Acaba de marcharse a Paris, donde le reclama no se que asunto. -Hablo con un tono de indiferencia tan completa que la princesa se echo a reir.

— Vamos, veo con alegria que no os ha conmovido, y no podeis imaginar hasta que punto me alegra.

— ?Porque?

— Porque tengo miedo de que enviude un dia y pida vuestra mano.

— ?Por que habria de enviudar? ?Es que la duquesa esta enferma?

— Su salud no es muy boyante. Por otra parte, estar casada con un Gramont no es precisamente agradable, y la pobre Francois e de Chivre detesta el castillo de Bidache, donde el la tiene encerrada por lo general, y pasa tanto tiempo como puede con su hija, la princesa de Monaco. ?Alli debe de sentirse mas segura!

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