Ana de Austria no se hubiera casado con su cunado; el hombre de todas las traiciones, de todos los abandonos. Los dos estaban hechos el uno para el otro.

Al pisar la hierba del cesped, sus pies calzados de raso gris tropezaron con una culebra que se arrastro hasta el agua, y ella se detuvo un momento hasta verla desaparecer, consciente del simbolismo. Las armas de Colbert incluian una culebra — ?una vibora habria sido mas adecuada!-, y las de Fouquet una ardilla: el reptil habia hecho caer en la trampa al pequeno roedor aereo, y se enroscaba alrededor de su cuerpo para ahogarlo antes de zamparselo…

Sylvie sintio acudir las lagrimas a sus ojos, volvio a su habitacion tan aprisa como pudo, y decidio pedir un permiso. Necesitaba enterarse del destino que aguardaba a la mujer y los hijos del preso, y tambien a sus amigos mas proximos, algunos de los cuales eran tambien suyos; y con toda seguridad Perceval podria decirselo. Entonces veria lo que era posible hacer por ellos.

Bondadosa como siempre, Maria Teresa le concedio todos los permisos que necesitara, y unicamente le pidio que no estuviera lejos demasiado tiempo. Suzanne de Navailles le estrecho la mano sin decir nada. Sabia lo sensible que era a la suerte de las personas que amaba, y por su parte la habria acompanado con gusto, pero no era posible dejar a la reina sola entre las garras de Madame de Bethune u Olympe de Soissons. Era preciso asegurarle un embarazo tranquilo en la medida de lo posible.

Sylvie volvio a su casa con el corazon algo serenado, y alli se entero de que Madame Fouquet habia sido exiliada -Dios sabe por que, la habian enviado a Limoges-, que Madame du Plessis-Belliere estaba exiliada en Montbrison, el hermano arzobispo de Narbona y el abate Basile exiliados no se sabia donde, y el hermano obispo de Agde en su diocesis. Las casas habian sido registradas de arriba abajo, sobre todo la de Saint-Mande, de la que se encargo personalmente Colbert quebrantando las normas de derecho mas elementales; despues se habian sellado todas, empezando por Vaux. En cuanto al hotel de la Rue Neuve-des-Petits- Champs, se arrojo de ella sin miramientos a los hijos, de los que el ultimo tenia tan solo dos meses, y habrian quedado en la calle si un amigo no los hubiera llevado a la casa de su abuela. Al mismo tiempo, se puso en libertad a todos aquellos que el superintendente habia encarcelado por una u otra razon, pero en general por delitos. Pero eso Sylvie y los suyos no iban a saberlo hasta mas tarde, cuando, quince dias despues del drama, llego de Fontsomme el abate de Resigny en un estado calamitoso: Philippe, su alumno, habia sido raptado cuando recogia nueces en el fondo del parque con otros ninos de su edad. -Uno de los raptores -eran cinco- habia gritado al abate angustiado e impotente:

— Dile a tu ama que es una gran imprudencia encarcelar a los amigos de Monsieur Colbert… ?sobre todo cuando se es amigo de Fouquet!

La madre dedico poco tiempo al horrible dolor que la traspaso. De inmediato desperto en ella la luchadora. Mando enganchar los caballos.

— ?Que vas a hacer? -pregunto Perceval, inquieto-. ?Piensas enfrentarte a Colbert?

— La duquesa de Fontsomme no se rebaja a hablar con gente de esa ralea. ?Voy a ver al rey!

— Dicho de otra manera, a Fontainebleau. En ese caso, te acompano, aunque solo sea para comprobar que no sales de alli entre dos guardias… ?Venid vos tambien, abate, ya que habeis sido testigo!

Y Perceval de Raguenel fue a buscar el neceser de viaje que, como hombre precavido, tenia siempre preparado para cualquier evento.

6. Francois

De la mano de la reina, el rey salio de la capilla en que ambos acababan de oir misa y pasaba por entre la doble fila de cortesanos inclinados cuando una mujer palida y bella en su vestido de luto, sin una sola joya, se alzo a su paso antes de doblar la rodilla hasta tocar el suelo. Luego su voz sono con la fuerza suficiente para que todos pudieran oirla.

— Apelo a la justicia del rey en el momento en que acaba de conversar con Dios, porque solo el rey puede obligar al raptor de mi hijo a devolvermelo.

Luis XIV tuvo un sobresalto y fruncio el entrecejo; pero al cabo de un segundo solto la mano de la reina para levantar a Sylvie con una solicitud que suscito un murmullo de admiracion.

— ?Que me decis, duquesa? ?Vuestro hijo ha sido raptado?

— Ayer, Sire, en nuestras tierras de Fontsomme y delante de su preceptor, el abate de Resigny, que me acompana…

— ?Como podeis saber quien ha cometido esa fechoria? Esa gente no alardea de sus hazanas, por lo general.

— Estos piensan que pueden actuar a cara descubierta. Su jefe es amigo declarado de Monsieur Colbert, y actua contra una amiga de Monsieur Fouquet…

El rostro del rey se inmovilizo, su mirada se endurecio y su boca se torcio en una mueca desagradable.

— ?Ah! -dijo unicamente. Luego anadio, mientras todos retenian el aliento-: Voy a acompanar a la reina a sus aposentos. Seguidme despues a mi gabinete. ?Vos tambien, abate!

— ?Y si el rey lo permite, yo tambien! Abriendose paso entre la multitud con sus poderosos hombros, Francois de Beaufort fue a colocarse al lado de Sylvie.

Por los ojos del rey paso un relampago de colera.

— ?Vos, Monsieur de Beaufort? ?Y a que titulo, os lo ruego? Si es por ser un amigo de la infancia, no basta…

— Madame de Fontsomme me detesta y el rey lo sabe bien, pero yo mate en duelo al padre de ese nino y reclamo el derecho de… ponerme a su servicio puesto que le prive de su defensor natural.

— Me parece justo… a condicion de que la duquesa os acepte.

Sylvie no lo dudo, feliz a pesar de todo por la ayuda inesperada del verdadero padre. Una ayuda que no estaba libre de peligros: Beaufort tambien era amigo de Fouquet, y podia resultar sospechoso a los ojos de Luis XIV. Al apoyarla en un ataque contra Colbert, tal vez estaba arriesgando su propia libertad.

— Acepto, Sire.

— En ese caso, venid. Vuestra mano, senora -anadio volviendose hacia su esposa, que no habia entendido nada pero a la que inquietaban los velos negros de Sylvie.

Por su parte, Francois no se atrevio a ofrecer su brazo a la que amaba ahora sin esperanza, pero la mirada que le dirigio tuvo el efecto de tranquilizarla, y ambos caminaron en silencio en la estela azul y oro de la cola del vestido de Maria Teresa.

Cuando atravesaban la magnifica gran sala de baile de Enrique II en direccion a los aposentos de la reina, estuvo a punto de producirse un incidente: advertida de lo que ocurria por esas misteriosas transmisiones que en la corte propagan las noticias a la velocidad del relampago, Marie, seguida por Athenais, que se esforzaba en detenerla, quiso precipitarse hacia su madre. Fue interceptada al paso por Perceval que, mezclado con los cortesanos como tenian derecho de hacerlo todos los gentileshombres, habia observado su irrupcion.

— ?Tranquila, pequena! Nadie te necesita aqui, y tu madre menos que nadie.

— Pero ?que hace con Monsieur de Beaufort?

— El se ha puesto a su servicio para encontrar a tu hermano, que fue raptado ayer por… desconocidos. Tu madre acaba de apelar a la justicia del rey. El raptor podria ser un personaje importante. Ahora sabes tanto como yo. Mademoiselle -anadio dirigiendose a Tonnay-Charente-, tened la bondad de llevarosla a los apartamentos de Madame. ?Y tu, Marie, calmate! Te prometo que te tendre informada…

— ?No temais! -aseguro Athenais-. Yo me encargo de ella. La vigilare de cerca… ?y enviare a Montalais a por noticias! ?Es nuestra espia mas habil!-concluyo con una risa que revelo sus bonitos dientes blanquisimos.

Habia tomado del brazo a una Marie reticente para llevarsela, cuando un nuevo personaje entro sin mayores miramientos en la conversacion.

— Por habil que sea, vuestra Montalais nunca estara a la altura de un hombre experimentado, sobre todo cuando se trata de saber lo que pasa en el entorno del rey. Mademoiselle de Fontsomme, soy ya vuestro servidor, aceptadme como galan. Anadire que soy tambien vuestro admirador…

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