— He ensenado a mi hija, Sire. Philippe solo suena con peleas. Seguira el camino de su padre y su abuelo…
— ?Eso me hace extremadamente feliz! ?Encontradlo pronto! ?Mis futuros soldados me son preciosos!
— ?La Chemerault! ?Otra vez ella…! -rugio Sylvie en la carroza que la llevaba de regreso a Paris con Perceval-. ?No me dejara nunca en paz?
— Te ha «olvidado» durante diez anos. Debe de pensar que ya es suficiente -suspiro Perceval-. En serio, creo que con ese Saint-Remy salido de no se sabe donde, debio de pensar que se presentaba una ocasion inesperada. ?Te imaginas lo que podria pasar si su protegido consiguiera su proposito? Podria incluso convertirse en duquesa de Fontsomme, porque es viuda.
— ?Estais loco? ?Ese aventurero, duque de Fontsomme despues de haber hecho desaparecer a mi hijo? ?El rey nunca lo aceptara!
— Yo opino lo mismo, y has hecho bien en presentarle tu queja. Incluso aunque ese Saint-Remy exhiba esa famosa promesa de matrimonio, las cortes soberanas no se atreverian a ratificarla sin su consentimiento. Y creeme que despues del arresto del superintendente, son muchos los que tiemblan delante del autocrata que empieza a asomar.
— Sin duda, pero eso no me devuelve a mi hijo. ?Oh, padrino, tengo miedo! Si supieseis…
El rodeo sus hombros con un brazo afectuoso y la atrajo hacia si.
— ?Lo se, pequena! Llora si tienes ganas, te aliviara. Llora pero no pierdas la esperanza… Estoy seguro de que Philippe esta vivo y de que vamos a recibir una peticion de rescate…
Era exactamente lo que pensaba Beaufort en el mismo momento, mientras galopaba por la carretera de Paris en compania de su fiel escudero Pierre de Ganseville, con algunas leguas de adelanto sobre el coche. Con la unica diferencia de que el tenia mas prisa incluso. ?Ocho dias! ?No tenia mas que ocho dias para encontrar a su hijo y escarmentar a los malandrines! No era mucho pero tenia que ser suficiente, porque nunca soportaria irse a vivir la existencia con la que siempre habia sonado dejando a Sylvie sumida en la desgracia. Su amor por ella habia crecido a medida que pasaba el tiempo desde que ella lo rechazara. Era el amor de Rodrigo por Jimena, la pasion desesperada de Jauffre Rudel por su princesa lejana. La adoraba como a un idolo inaccesible y la deseaba como a una mujer, con furores dolorosos que se esforzaba en aliviar con una u otra de sus amantes. Y a pesar de la angustia que le atenazaba por aquel nino tan querido, sentia una alegria secreta al poder ser por fin su caballero, luchar por ella, acercarse a ella por fin…
Cuando llego a su alojamiento -una casa pequena y agradable, cerca de la puerta Richelieu-, lanzo la brida al criado que acudia, y se llevo a Ganseville a su habitacion a paso de carga. Con los anos, se habia consolidado una profunda amistad entre los dos hombres, que rebasaba con mucho las relaciones entre amo y criado; y cuando Jacques de Brillet, el otro escudero de Beaufort, habia expresado la voluntad de entrar en religion como desde mucho tiempo atras lo deseaba, el duque asistio a su toma del habito en los Capuchinos e hizo una donacion importante al convento, pero no le reemplazo. En ultimo termino era mejor asi, porque aquello estrechaba mas aun los lazos entre Ganseville y el mismo. El normando grunon,
En pocas palabras le puso al corriente de la situacion, y advirtio el brillo alegre de aquellos ojos azules tan parecidos a los suyos, al anuncio de la proxima partida hacia Brest. Ganseville tambien adoraba el mar.
Luego deliberaron en torno a un pate, un capon y dos botellas de vino de Beaune que Beaufort hizo servir en su habitacion para estar mas tranquilos. Ganseville propuso darse una vuelta por las tabernas, los garitos y otros lugares mas o menos malfamados en busca de Saint-Remy. Perceval de Raguenel les habia proporcionado una buena descripcion ilustrada con un croquis, pero Beaufort pensaba que seria perder el tiempo y que lo mejor era ir derecho al bulto y enfrentarse a la cabeza de la conjura. Dicho de otra manera, a Madame de La Baziniere en persona.
— Ire a verla -aseguro-, y cuento con atemorizarla lo bastante para que abandone su presa, si no sus planes.
— No es tan buena idea. Esa clase de damas no se deja impresionar facilmente, porque son capaces de todo. Recordad que a los quince anos era ya la espia a sueldo de Richelieu.
— Es que no tengo intencion de tratarla como una dama, sino como lo que es en realidad, es decir, no gran cosa.
— Eso puede dar resultado si pegais lo bastante fuerte, porque aunque ya no es una jovencita, la ex Mademoiselle de Chemerault cuida mucho su apariencia, que aun sigue valiendo la pena. No hace mucho la vi en el Cours-la-Reine…
— No me digas que estas interesado en ella; pero si es asi, a lo mejor sabes donde vive ahora. Todo lo que se de ella es que se fue del
— ?Oh, el no pedia otra cosa! Se dice que estaba locamente enamorado, hasta el punto de querer casarse con ella, pero el viejo La Baziniere le dejo una renta de viudedad que hizo que ella prefiriera la libertad… y las liberalidades de Particelli d'Emery. Creo que el le ofrecio una mansion, pero no se en que lugar…
— ?Maldita falta de memoria! Y ya no tenemos al abate Fouquet. ?Ese lo sabia todo sobre todo el mundo!
— No, pero tenemos a Madame d'Olonne. ?O es que habeis olvidado que conoce al mundo entero… y que tiene predileccion por vos?
— Mas de la que tengo yo por ella. Pero tienes razon: las mujeres galantes se conocen entre ellas porque se detestan y se envidian. Voy a su casa.
La idea era buena. La que fue llamada Hetaira del siglo, por mas que tuviera derecho por su marido al apellido de La Tremoille, estaba muy bien informada, como sus semejantes, acerca de todas las que podian hacerle sombra. Muy introducida en los medios literarios, Madame d'Olonne coleccionaba sobre todo amantes, y el ultimo de su lista, Beaufort, parecia haberla entusiasmado de manera muy particular. A pesar de todo, puso algunas dificultades para dar la informacion que se le pedia. Fue necesario que Francois jurara por su honor que no tenia respecto de Madame de La Baziniere proyectos distintos del de perjudicarla.
— La creo culpable del rapto de un nino, y es a ese nino a quien quiero encontrar -dijo en un tono tan serio que la mujer perdio las ganas de enfadarse, e incluso de reir. Su bonito rostro (era muy bella, aunque de formas excesivamente amplias para quien apreciara la delgadez) se cargo de tristeza.
— Aunque no tengo por ella la menor estima, no la creia tan malvada. Vive en la Rue Neuve-Saint-Paul, en un edificio con mascarones y hierros forjados construido para ella a la muerte de su esposo. Esta casi enfrente de la casa del teniente civil, Monsieur Dreux d'Aubray…
La coincidencia provoco una breve carcajada de Beaufort.
— ?El teniente civil al que encargara el rey la investigacion si no encontramos rapidamente al nino? ?Vaya, al menos no tendra que ir muy lejos a interrogarla! ?Gracias de todo corazon, mi bella amiga! Se que puedo contar con vos. Dadme un beso, y me voy…
— ?Ya?
— No hay tiempo que perder, pero os tendre informada.
El beso fue rapido, y Francois desaparecio dejando a la joven escuchar, no sin melancolia, el galope de su caballo al alejarse por la Rue Coq-Heron. Que hubiese venido montado confirmaba sus prisas, porque las viviendas de ambos no estaban lejos la una de la otra. De hecho, Francois no hizo mas que descabalgar en su casa para recuperar a Ganseville; y a la caida de la noche, los dos se dirigieron a la Rue Neuve-Saint-Paul, flanqueada por hermosas mansiones cuyos jardines, dorados por el otono, guardaban el recuerdo de lo que habian sido antano los del