— ?Que, por ejemplo?
— Un caballo que compre yo para ella, un traje completo de caballero, una espada, pistolas, un equipaje ligero pero suficiente para un viaje largo…
Un poco confusa, Sylvie escuchaba la tranquila enumeracion de todo lo que aquella mujer habia proporcionado a su hija para que pudiera lanzarse a una aventura insensata.
— ?Y como entro en posesion de todas esas cosas?
— La noche pasada. Durante el dia me envio una nota anunciandome que se iria de madrugada. Todo lo que tenia que hacer yo era enviarle a las cuatro, a la Rue Quincampoix, mi coche y dos lacayos encargados de traerla aqui, donde se cambio de ropa antes de emprender el camino… con una alegria que no imaginais.
?Oh, si! Madame de Fontsomme se acordaba demasiado de como habia sido ella misma, para no imaginar con toda precision a su hija lanzandose por los caminos cubiertos de nieve en persecucion de su sueno.
Era una excelente amazona gracias a Perceval, que tambien le habia ensenado a utilizar un arma de fuego. Y asi creia ver a Marie, al galope a traves de los campos, ebria de esperanza y libertad.
La esperanza de la propia Sylvie era que su querido padrino la alcanzara lo bastante pronto para poder vigilarla discretamente, como era su intencion… y sobre todo antes de que tuviera algun mal encuentro.
De vuelta al presente, Sylvie contemplo a Madame de Montespan.
— ?Pensabais verdaderamente contribuir a su felicidad, al permitirle realizar esa locura?
— Lo pienso, si, porque Marie es de las que llevan hasta el final sus proyectos, como yo misma. Aun a costa de lamentarlo algun dia. Pero al menos unicamente podemos culparnos a nosotras mismas -anadio con un asomo de amargura que no paso inadvertido para los finos oidos de su interlocutora.
— ?Teneis algo que lamentar,
— ?Haberme casado contra la voluntad del rey e incluso de los mios porque, despues del fallecimiento de mi prometido, el marques de Noirmoutiers, muerto en duelo, me deje arrastrar por el amor, como esta haciendo Marie? Todavia no estoy muy segura… Por otra parte, es posible que Marie se encuentre con mi esposo.
— ? Se ha marchado?
— Tambien el va en busca del duque de Beaufort -dijo la marquesa con una risita nerviosa-. Cuenta con la perspectiva de la guerra para rehacer un poco nuestra fortuna. A proposito, senora duquesa, vos tambien sois en parte responsable de la conducta de vuestra hija.
— ?De que manera?
— Sois una madre muy generosa. Sabeis, sin duda por experiencia, que mantener el rango en la corte resulta muy caro, y nunca dejais que a Marie le falte el dinero. Eso permite muchas locuras… como por ejemplo ayudar a veces a una amiga menos afortunada -acabo, sin que su altiva cabeza diera signo de avergonzarse lo mas minimo.
Sylvie no le pedia tal cosa. Se contento con observar:
— Tal vez teneis razon, pero siempre me ha gustado verla bella y bien arreglada, de modo que no lo lamento. Mas aun, es libre de disponer del dinero a su conveniencia, y no me parece mal que lo dedique a una causa que le parece importante. Se que os quiere.
— Y yo le correspondo, y estoy decidida a devolverle cada sol que me ha prestado, porque un dia, lo se, sere rica… muy rica incluso. Y poderosa, si he de creer en la prediccion que me han hecho.
— No lo dudo… Pues bien -anadio Sylvie al tiempo que se levantaba-, unicamente me queda daros las gracias por vuestra franqueza y retirarme.
Apartando a un lado sus pieles, Athenais se acerco a su visitante y le apreto las manos en un gesto espontaneo.
— Verdaderamente sois gente inusual, los Fontsomme, y es un honor teneros por amigos. ?No temais por Mane! En primer lugar, porque es una muchacha fuerte… y despues, porque he rogado a mi hermano Vivonne, que la conoce y admira, que intente localizarla para acudir en su ayuda en caso de ser necesario. Naturalmente, guardando el secreto; y como estamos muy unidos, se que me hara caso. Es, como no ignorais, general interino de las galeras.
En esta ocasion, Madame de Fontsomme disimulo una mueca de disgusto. Esa sobreproteccion no le merecia mucho credito. Primero porque lo demasiado es enemigo de lo suficiente; despues, porque conocia al joven Vivonne desde la epoca heroica en que habia sido criado al lado del rey como infante de honor.
Era una persona de una bravura alocada, como Beaufort, pero tambien un pillo redomado que mas tarde habia de inclinarse peligrosamente al libertinaje. Pero ?que hermana no ve a su hermano adornado con las mejores cualidades?
Se prometio, cuando tuviera noticias de Perceval, advertirle de la eventual «proteccion» del mayor de los Mortemart.
No por ello dejo de dar las gracias a Madame de Montespan, que, deslizando la mano bajo su brazo, se empeno en acompanarla hasta la escalera.
Antes de despedirla, dijo aun a su visitante:
— No os hagais demasiados reproches por el dinero. Yo habria ayudado a Marie de todas maneras, y ella se habria marchado de ser necesario en la diligencia, disfrazada de burguesa, si le hubieran faltado medios. Ni siquiera estoy segura de que no hubiera hecho el camino a pie… Le ama de verdad.
Eso era lo que mas preocupaba a Sylvie, y compartio esa preocupacion con Jeannette, que la esperaba impaciente.
— No voy a ensenarte precisamente a ti que las muchachas se vuelven locas cuando estan enamoradas; puedo juzgar por mi propio caso la gravedad de lo que le ocurre a Marie. Estoy convencida de que se enamoro de Francois la primera vez que lo vio, exactamente igual que yo. ?Y no tenia mas que dos anos! Dos menos que yo, que tenia cuatro cuando me ocurrio esa desgracia…
— ?No seais hipocrita! -repuso Jeannette con su brutal franqueza-. Decis desgracia, pero pensais felicidad… A proposito de hipocritas, la senora marquesa de Brinvilliers acaba de pasar para preguntar si queriais acompanarla a sus visitas de caridad al Hospicio para llevar un poco de consuelo a los enfermos. Le he dicho que estabais en el Louvre.
— Se diria que no te gusta mucho.
— No me gusta nada en absoluto. Y no me conteis cuentos, a vos os disgusta tanto como a mi.
— Es verdad. ?Y sin embargo es encantadora! Bonita, graciosa y amable; siempre dispuesta a hacer un favor…
— ?Demasiado! Si quereis creerme, cuanto menos la veais, mejor para vos.
Sylvie no respondio. Desde que un dia, camino de la iglesia, habia pagado la ayuda prestada a Beaufort presentando a la joven a la reina, se habia esforzado en no ir mas alla en sus relaciones, porque no conseguia sentir simpatia por la marquesa. Tal vez debido a la avidez a flor de piel que habia descubierto en ella.
Ademas su reputacion, intacta aun en el momento en que ambas habian entrado en relacion, se degradaba con una curiosa rapidez. Madame de Brinvilliers no ocultaba su relacion con cierto caballero de Sainte-Croix, que decia ser alquimista.
El marido, por su parte, alardeaba tambien de sus amores con cierta dama, y el eco de la colera del teniente civil Dreux d'Aubray, padre de la marquesa, se extendia mucho mas alla de los limites de la Rue Neuve-Saint-Paul. [27]
Perceval, que seguia manteniendo buenas relaciones con los editores de la
Con el tiempo, Sylvie habia acabado por admitir que tenia razon, y se habia esforzado por guardar las distancias con la bulliciosa marquesa despues de haberla acompanado dos veces en sus visitas a los enfermos del Hospicio. Sin embargo, habia sido sensible a la dulzura, amabilidad y generosidad con que aquella mujer joven