— ?Tranquilizaos! Vuestro amante se encuentra bien. Al menos lo supongo, porque la flota aun estaba en el mar cuando yo me vine.

— ?Mi amante? Monsieur de Beaufort no lo es.

— Puede que ya no lo sea, pero lo fue, ?porque si no, no veo de que manera habria podido convertirse en el padre de mi hermano!

Tranquilizada por un instante, Sylvie sintio de nuevo el espanto apoderarse de ella, y grito:

— ?Quien te ha dicho semejante cosa?

— Un amigo de Madame de Forbin, que tambien lo es mio. ?Un gentilhombre que parece saberlo todo sobre vos, madre!

La ultima palabra fue casi escupida, con una repugnancia que acabo de trastornar a Sylvie. Un terrible esfuerzo de voluntad la mantuvo en pie, al borde del abismo que amenazaba con tragarsela.

— Diria que escoges muy mal a tus amigos. ?Puedo saber como se llama este?

Si creia que Marie iba a lanzarselo al rostro, se equivocaba. La joven se quedo un instante sin voz, mirandola con asco.

— ?Y ni siquiera lo negais? ?Lo unico que os importa es saber quien me ha impedido cubrirme de verguenza y ridiculo?

— ?Verguenza por que? ?Por que ridiculo? Monsieur de Beaufort no es tu padre, que yo sepa.

— Si es el de mi hermano, a mis ojos da exactamente lo mismo. Al casarme con el yo me convertiria en la madrastra de Philippe, ?y esa idea me horroriza! ?No quiero comer las sobras de vuestro plato! Y el hecho de que hayais podido llegar a aceptar simplemente la idea, me resulta insoportable. Tenia razon Monsieur de Saint- Remy…

Sylvie tuvo un sobresalto.

— ?Que nombre has dicho? ?Saint-Remy? ?He oido bien?

Marie parecio de repente confusa, y sobre todo descontenta de si misma.

— Se me ha escapado, pero… habeis oido bien. Se diria que no le quereis mucho -anadio con una risita afectada.

— Si es el que imagino, se trata de un hombre que ha vuelto de las Islas hace pocos anos.

— Es el. Y eso prueba que le conoceis tanto como el a vos.

Sylvie no contesto enseguida. El regreso inopinado de aquel enemigo jurado la abrumaba. No sabia por que camino tortuoso se habia introducido en la noble familia provenzal en que habia encontrado refugio su hija, pero no estaba lejos de ver en ello el dedo del destino que anunciaba la ruina de su casa y de los suyos. Fue a sentarse en un sillon, o mejor dicho se dejo caer en el.

— Es a Monsieur de Beaufort a quien deberias haber hablado de el. Una noche, en el cementerio de Saint- Paul en Paris, estuvo a punto de matarlo en el momento en que se disponia a dejar morir a tu hermano pequeno para poder reivindicar el titulo de duque de Fontsomme, sobre el que pretende tener derechos. Ese demonio consiguio escapar y desaparecer gracias, supongo, a la proteccion de Colbert, que no nos perdona nuestra amistad con Nicolas Fouquet y los suyos.

— ?Que fabula me estais contando?

— No es una fabula, por desgracia. Eres libre de creerlo o no, pero lamento infinito que no este aqui Raguenel para contartelo.

— A proposito… ?donde esta? Deciais hace un momento…

— Se ha marchado a Tolon a esperar a Beaufort, al que amenaza un grave peligro. Si te he entendido bien, eso ya no te preocupa. ?Puedo preguntarte que piensas hacer ahora? ?Te quedas aqui?

— ?Bromeais o no os habeis fijado en el coche que me espera fuera? Solamente he venido a deciros lo que pensaba de vos y de vuestra conducta.

— Tienes razon. Es mejor que las cosas esten claras entre nosotras. Por cierto, en beneficio de la claridad, puedes instalarte en la Rue Quincampoix o en Conflans. Puedes estar segura de no encontrarme: el rey me ha exiliado aqui, y tambien ha exiliado a tu madrina en Nanteuil… y a algunos mas.

Marie lo esperaba todo menos aquello. Abrio unos ojos inmensos.

— ?Tu? ?Exiliada? Pero ?por que?

— Eso no te importa. Ah, una pregunta mas: ?sabe tu hermano lo que te confio ese buen Saint-Remy?

— Como iba a saberlo si todavia esta en el mar con… ?debo decir su padre?

Sylvie dejo reposar su cabeza contra el alto respaldo de terciopelo y cerro los ojos, infinitamente cansada.

— Puedes, pero por el amor de Dios y si te queda una pizca de amor por el, no digas nunca nada a Philippe, salvo que debe guardarse de acercarse por poco que sea a un monstruo llamado Saint-Remy que se ha propuesto quitarle la vida.

— No dire nunca nada. Podeis dormir en paz con vuestro secreto.

Sylvie no la vio recoger sus pieles y salir por la puerta arrastrandolas. No la oyo marcharse. Solo cuando la silla de posta avanzo por la gravilla del patio de honor, supo que ya no tenia hija.

Cuando Jeannette corrio hacia ella despues de haber visto a Marie irse del castillo de sus padres sin una mirada para nadie, la duquesa habia resbalado de la silla y estaba tendida en el suelo, sacudida por una violenta crisis de nervios que asusto a su camarera. La levantaron y la llevaron a su alcoba apenas consciente.

A la caida de la tarde, cuando llego al castillo Perceval de Raguenel, agotado pero bastante satisfecho por haber cumplido su mision -los navios de Beaufort habian entrado en el puerto una hora despues de que Marie partiera de Sollies-, la encontro presa de un violento acceso de fiebre que le espanto. Sylvie deliraba, y el delirio era tal que el caballero dispuso que la enferma fuera atendida unicamente por Jeannette, Corentin o el mismo, con exclusion de cualquier otra persona. Se relevarian a su cabecera y se prohibiria cualquier visita hasta nueva orden. Incluida la del medico de Bohain, que estaba ausente cuando le habian avisado, y al que se sentia perfectamente capaz de sustituir.

En cuanto a Marie, se ocuparia de ella cuando su madre estuviese fuera de peligro…

10. La gran expedicion

El tiempo y la enfermedad se cerraron sobre Sylvie mas estrechamente aun que las paredes de su habitacion. Sus nervios, tensados en exceso desde hacia demasiado tiempo, cedieron de golpe, y al mismo tiempo se le declaro una pulmonia a causa de salir con escaso abrigo al frio invernal. A pesar de los cuidados de Perceval de Raguenel, que ademas de su perfecto conocimiento de las plantas se habia aficionado en otro tiempo a la medicina junto a su difunto amigo Theophraste Renaudot, su estado se agravo hasta el punto de hacer temer un desenlace fatal. Durante dias y noches, Sylvie deliro bajo la vigilancia de Jeannette y Perceval, desolados y practicamente impotentes. Estuvo tan grave que Perceval no se atrevia a alejarse para buscar a Marie, a la que hacia responsable en buena parte del estado de su madre. Sin embargo, era necesario que la muchacha supiera lo que habia hecho. Seria demasiado triste, demasiado injusto, que Sylvie muriese sin haber vuelto a ver a ninguno de sus hijos.

En lo que respecta a Philippe, Perceval habia escrito a Beaufort cuando comprendio que el peligro era cierto. Sin duda llegaria pronto. Ademas, habia prevenido a Marie de Hautefort, pero a esta, victima de una caida de caballo, le era imposible desplazarse. Quedaba Marie. ?Donde encontrarla? ?Habia vuelto a su servicio junto a Madame, o se escondia?

— La mejor manera de saberlo es ir a ver a la senora marquesa de Montespan, que es su amiga -aconsejo Jeannette-. Vive en la Rue Taranne, en el faubourg Saint-Germain. Seguramente sabra algo.

Era un buen consejo. Perceval envio de inmediato a Corentin con dos cartas, una destinada a la joven marquesa y la otra a la propia Marie, y espero. Pero lo que vio aparecer treinta y seis horas mas tarde, por la larga avenida de olmos por la que se entraba a Fontsomme, le dejo confuso. Esperaba a dos caballeros, o tal vez un coche de postas escoltado por Corentin a caballo. Sin embargo, lo que se recorto contra el fondo del paisaje fue una enorme carroza de viaje con los blasones reales, flanqueada por un peloton de gendarmes de la

Вы читаете El Prisionero Enmascarado
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату