Antes de contestar, D'Artagnan acomodo a Sylvie junto al fuego y reclamo vino caliente para los viajeros; por fin dijo con un encogimiento de hombros:
— Otra de esas malditas comisiones que detesto: acabo de hacer entrega al senor de Saint-Mars de un nuevo recluso. Es uno de vuestros amigos.
— ?Quien?
— El joven Lauzun… No -se apresuro a anadir ante el brusco sobresalto de Sylvie, que estuvo a punto de volcar su vaso-, no es por haber despachado al triste caballerete con el que querian obligar a vuestra hija a casarse, pero de todos modos ha sido por una historia de matrimonio. En los ultimos tiempos no se hablaba en la corte de otra cosa que de su proxima boda con Mademoiselle.
— En efecto, ha dado mucho que hablar segun Madame de Motteville, a la que el asunto divertia mucho, aunque tambien la escandalizaba un tanto.
— Otros se han escandalizado aun mas, y entre ellos la reina y Madame de Montespan, que por una vez han estado de acuerdo. El caso es que la antevispera de la boda, cuando todo estaba dispuesto para la entrada triunfal del «senor duque de Montpensier» en el palacio del Luxembourg, el rey, que habia dado su palabra, la retiro. Mademoiselle estaba desesperada, y Lauzun, siempre tan quisquilloso, se tomo muy a mal el naufragio de sus suenos. Tuvo una escena violenta con el rey, despues de la cual rompio su espada y poco menos que la arrojo a la cara de Su Majestad. Fue arrestado al instante. Ahora esta ahi dentro -anadio indicando con un gesto la direccion de la fortaleza-, un poco arrepentido, supongo, ?pero me temo que tiene para bastante tiempo! Y yo, por mucho que me pese, tendre que volver alli para cenar con Saint-Mars mientras mis hombres banquetean aqui con los oficiales de Monsieur de Rissan. [39]
— ?Pobre Lauzun! -suspiro Sylvie con una amargura que no intento disimular-. Sin embargo, tendria que saber que es malsano discutir con el rey, sobre todo cuando este no tiene la razon. ?Palabra de rey no se retira!
— Bien lo habeis experimentado, mi pobre amiga. Pero sabed que no descansare hasta que vuestra orden de exilio, tan incomprensible, sea retirada. ?Deseo tanto volver a veros en la corte!
— No tengo el menor deseo de volver. ?Por piedad, dejadme vivir en la oscuridad! Es posible, por otra parte, que la desee aun mas completa y busque el refugio final de un convento.
— ?Oh, no! ?Vos no! Os moririais de aburrimiento. Y ademas, sois demasiado joven…
— ?Demasiado joven cuando me acerco ya a la cincuentena? ?Siempre tan galante, amigo mio!
— ?Por que no llamarme adulador? Pero soy todo lo que querais menos eso. Si digo que sois joven, es porque lo pienso. ?Miraos en un espejo!
Dos hombres entraron en la sala: Philippe y Pierre de Ganseville. Una ojeada les basto para apreciar la situacion, de modo que se dirigieron a una mesa un poco alejada sin parecer interesados en lo que pasaba.
— Volviendo a Lauzun -dijo Perceval, que acababa de tener una idea-, ?no seria posible hacerle una visita para consolarlo? Madame de Raguenel y yo -en el pasaporte que habia obtenido, habia hecho constar a Sylvie como su sobrina- le debemos tanto… No esta incomunicado, ?verdad?
— No lo creo. Me parece incluso que le tratan bastante bien… Hablare enseguida con Saint-Mars, pero con una condicion.
— ?Cual?
— Que una vez alli, no pidais el mismo favor para Monsieur Fouquet. Se cuanto le queriais, pero el si esta incomunicado.
— Os doy mi palabra -dijo Sylvie-. ?Seria tan gentil por vuestra parte conseguirnos ese favor! Marie, que se casara muy pronto con su enamorado, le debe su felicidad…
— Hare lo que pueda.
Tomo la mano de Sylvie, la beso bastante mas tiempo del exigido por la cortesia, y se retiro con la promesa de volver por la manana, bien para escoltar a sus amigos hasta los dominios de Saint-Mars, o bien para despedirles en su viaje a Turin antes de tomar el mismo el camino de Paris. Ellos le siguieron con la mirada y le vieron decir algunas palabras a su brigadier antes de abandonar la sala.
— ?Manana por la manana, querida, estaras indispuesta! -murmuro Perceval-. Tu enamorado no tendra el placer de llevarte a la casa del gobernador, ni tampoco de escoltarte un trecho en direccion a Turin.
— ?Y si decide esperar mi curacion?
— Seria de temer si estuviera solo, pero es un soldado; es muy estricto con la disciplina, y no puede por su conveniencia personal inmovilizar aqui a cuarenta mosqueteros. Vamos a pedir habitaciones y a hacer que nos suban la cena.
Acompanados por la esposa del posadero subieron la escalera empinada que conducia al piso superior, cuidando de no intercambiar miradas con los dos hombres que bebian vino en la mesa del rincon. Al pasar cerca de ellos, el caballero de Raguenel pregunto negligentemente a la posadera que habitaciones les destinaba.
— La primera y la segunda a mano derecha -respondio la mujer.
Philippe sonrio para sus adentros. Algo mas tarde, despues de la marcha de los comensales a sus acantonamientos en la ciudadela, fue a llamar a la puerta mas proxima a la escalera, la de Perceval.
— Hace dos dias que estamos con el alma en vilo -cuchicheo-. ?Imaginais lo que hemos pensado al ver llegar a los mosqueteros, y mas aun al ver esta noche a D'Artagnan hablando con mi madre?
— ?Tranquilizate! Hasta ahora todo va bien.
En pocas palabras, conto la conversacion con el capitan y anadio que habia que considerar afortunado aquel encuentro, porque iba a permitirles conseguir una visita a Saint-Mars sin tener que pedirla directamente. Philippe hizo una mueca.
— Precisamente esa entrevista es lo que me atormenta. ?Teneis idea del peligro que vais a correr?
— Quien no se arriesga no consigue nada, y tu madre esta decidida a servirse del arma que posee. Acuerdate de lo que te contamos en Paris: hace diez anos, en Saint-Jean-de-Luz, evito que un mosquetero llamado Saint-Mars fuese ahorcado por ladron. En agradecimiento el le escribio una carta en la que le hacia entrega de su vida y su honor en caso de que ella los necesitara. Ahora ella va a pedirle que pague aquella deuda.
— Un hombre cambia en diez anos. Puede que el carcelero no estime suficiente esa deuda como contrapartida por la entrega de un prisionero de tanta importancia. Desde que esta aqui, Ganseville ha considerado mas prudente no alojarse en el albergue. Ha alquilado una casita en el pueblo, entre el antiguo palacio de los principes de Acaya y la iglesia de Saint-Maurice, que esta en la parte alta. [40] Se ha hecho pasar por un descendiente de Villehardouin que desea escribir la historia del antiguo principado y busca documentos…
Las cejas de Perceval se alzaron hasta la mitad de la frente.
— ?Como diablos se le ha ocurrido esa idea?
— Muy sencillo: desciende de Villehardouin por parte de madre. Se acordo cuando nos ensenaron el palacio. La idea de utilizar esa circunstancia se le ocurrio luego. Su presencia continua en el albergue habria podido atraer la atencion, a la larga. En su casa esta mas libre y la gente le mira con mas simpatia, lo que no le impide bajar al albergue todos los dias a beber una jarra de vino, y a veces comer. Desde hace varias semanas corre el rumor de que hay un preso tan importante que le obligan a llevar mascara. No puede quitarsela bajo pena de muerte, no tiene derecho a hablar mas que con el gobernador, y es este en persona quien le lleva la comida y todo lo que necesita; pero si tiene derecho a la ropa blanca mas fina, a las viandas mas exquisitas…
— ?Alguien ha hecho alguna suposicion sobre su nombre y su persona?
— Todavia no, pero la gente se hace preguntas, lejos de los oidos de los soldados. Esa es la situacion, querido «padrino». Eso no nos ha impedido seguir adelante con los preparativos que decidimos en Paris: en casa de Ganseville tenemos caballos, y he comprado una barca que nos espera en el puerto de Menton.
— ?Por que lo has hecho si piensas que es trabajo perdido?
— Nunca he dicho eso. He dicho que Saint-Mars puede preferir morir antes que soltar a ese prisionero, cuya desaparicion no podria explicar. Sin embargo, hay una solucion que la mascara hace posible: Ganseville esta dispuesto a ocupar su lugar…
— ?Ocupar su lugar?
— Si alguien puede hacerlo, es precisamente el. Tienen la misma edad, la misma estatura, casi el mismo color de cabello y los ojos azules; y como solo puede acercarse a el el gobernador del castillo… Creo que es nuestra mejor oportunidad de llevar a buen fin el proyecto de mi madre.