gracia. Y tambien, finalmente, pesaba en el ambiente la inminencia de los preparativos para la guerra. El rey marcharia a reunirse con Turena y Conde, ya en campana, y si bien todos los que debian seguirle se alegraban de la perspectiva de cubrirse de gloria, las mujeres no dejaban de preguntarse cuantos volverian, y en que estado. Una sola de ellas exultaba de resplandeciente orgullo: la marquesa de Montespan, ahora duena absoluta de la voluntad del rey. Dos meses despues iria a dar a luz con discrecion en su finca del Genitoy, cerca de Lagny. Por el momento, su suntuoso vestido no disimulaba en absoluto el hijo que esperaba. Estas bodas -o por lo menos la pompa de que estaban revestidas- eran obra suya. Para su sorpresa, no habia conseguido que el rey permitiera la presencia de Madame de Fontsomme, pero se comportaba como la hermana mayor de la novia, y se cuido de que a nadie le pasara inadvertido. En la recepcion nocturna que se celebro despues -el matrimonio fue bendecido a medianoche, segun la costumbre-, coloco de forma ostensible a la joven pareja bajo su proteccion, lo que valio a Marie una conversacion con Luis XIV.
— Nos dejais para ir a Inglaterra, lady Selton -dijo el monarca-, y eso nos entristece. Mi hermano Carlos gana lo que nosotros perdemos, y solo podemos envidiarle. ?Teneis intencion de saludar a la duquesa, vuestra madre, antes de vuestra marcha?
— Si, Sire. Manana mismo.
— Corre un rumor relativo a ella: dicen que ha renunciado al mundo y que, para que su alejamiento sea aun mayor, ha elegido para recluirse un convento perdido en la Bretana.
— Las Benedictinas de Locmaria, Sire, antes bajo la generosa proteccion de la difunta senora duquesa de Vendome.
— La duquesa protegia muchos conventos. ?Por que ese, y por que tan lejos?
— ?Quiere el rey decir: tan lejos de la corte? Es una de las razones, Sire. Las otras son que alli estara mas cerca de mi hermano, que mandara como segundo de a bordo, por un favor de Vuestra Majestad, el
Luis XIV no se molesto. Reacciono con una sonrisa un punto melancolica.
— ?Como pedirle cuentas por ello? -suspiro-. La vida no la ha tratado bien, y tampoco a nos, pero el reino obliga y aisla. Decidle sin embargo… que pese a todo lo que pueda pensar, a veces nos ocurre que encontramos en nuestros palacios la sombra de un nino pequeno cargado con una guitarra demasiado grande para el, un nino que la queria mucho…
Extendio su mano cargada de diamantes para que Marie la besara, saludo con gracia a su esposo y fue a reunirse con Madame de Montespan, que le observaba con discrecion detras de su abanico.
— Una historia que termina -le dijo ella, senalando a la joven pareja, que en aquel momento recibia los parabienes de Monsieur. -Sonrio y luego indico con su fragil abanico de nacar y oro a Philippe, que charlaba con Buckingham y D'Artagnan-. Y otra que comienza. Ese joven Fontsomme es de los que engendran dinastias si Dios les da vida para ello.
— Me gustaria que fuera asi. No se por que razon, pero ese joven marino me inspira un carino extrano como si viese en el a un… hermano menor. ?No encontrais que se me parece?
Athenais dejo escapar su risa inimitable, que tanto contribuia a sus dotes de seduccion, y dijo en tono mas bajo:
— Nadie se os parece, Sire… ?Dios sea alabado!
Los dos reian aun cuando salieron juntos a la galeria, y en el rey se percibia una nota de alivio… Sentiria un verdadero placer al proteger la carrera de Philippe.
Tres dias despues, Sylvie marcho de Paris para no volver nunca. Solo la acompanaba Perceval: el sabia a donde se dirigia en realidad, y seria en adelante el unico lazo de union que ella conservaria con el mundo exterior. Tambien a el debia comunicar el carcelero de Pignerol cualquier noticia relativa a su prisionero. Marie y su esposo habian partido la vispera para Inglaterra, mientras que Philippe habia viajado a Brest.
Lo mas duro fue despedirse de todos los fieles companeros de su vida pasada, sobre todo de Jeannette, a la que queria como una hermana; pero el secreto que compartia con su hijo, con Perceval y naturalmente con Ganseville, no debia difundirse mas, por mucha que fuera su confianza en una fidelidad mas alla de toda medida. De ahi la decision de retirarse en apariencia a un convento perdido en el fondo de la Bretana cuya superiora, en recuerdo de Madame de Vendome, habia aceptado ser de algun modo su complice. ?Imposible llevar alli a nadie!
— Pero ?no querreis conocer a vuestros nietos? -sollozaba Jeannette.
— Tu los conoceras, y los querras por mi. Ademas, Jeannette, aunque quisiera que te enclaustraras conmigo, no tendria derecho a hacerlo. Tienes un marido, nuestro querido Corentin. Te debes a el como el se debe al ducado que administra. Entre los dos, ayudareis a los Fontsomme a continuar.
— Lo se, se todo eso y mi Corentin y yo estamos orgullosos de vuestra confianza y la de los ninos, pero no volver a veros…
— ?Vamos! Me has acostumbrado a verte mas valerosa. Yo tambien debo serlo. Pero tengo que irme, lo siento en todo mi ser. Alla lejos, junto al mar que tanto amaba Francois, creo que encontrare la paz.
— ?La vida en un convento no sera muy dura? Vuestra salud ya no es tan buena. Estais mas fragil despues de aquella gran enfermedad…
— ?Puedes quedar tranquila, estare bien cuidada! Y ademas, sera lo que Dios quiera.
Mas facil, a pesar de sus temores, fue la despedida de la ex Marie de Hautefort. Esta alzo sorprendida las cejas por encima de sus ojos azules, siempre tan bellos. Luego, despues de examinar por un momento a su amiga inclinando la cabeza a uno y otro lado, sonrio con el mismo aire travieso de otras epocas.
— ?Vos, en un convento breton…? ?A quien quereis enganar, querida? A mi no, en todo caso.
— ?Por que no?
— Porque no es propio de vos. Siempre habeis detestado los conventos… ?O tengo que creer en una conversion obtenida a traves de la gracia del Santisimo Sudario de Nuestro Senor?
— ?Veriais en ello algun inconveniente? En serio, Marie, ?adonde creeis que voy, si no?
— No lo se con exactitud, pero os imagino dirigiendo vuestros pasos hacia… ?las islas griegas? Igual que yo, no creeis en la muerte de Beaufort, y quereis ver por vos misma si es posible averiguar algo mas,
Sylvie no pudo evitar echarse a reir, y abrazo con un profundo carino a la que compartia con ella el mas letal de los secretos de Estado.
— ?Estais loca, Marie! Pero precisamente por eso os quiero tanto…
— ?Tambien yo! -suspiro la mariscala-. Os voy a echar de menos, pero espero que si encontrais algo me informeis. Seria una gran alegria para mi saber que el hijo indigno no ha conseguido borrar a su padre del numero de los vivos…
Cuando Sylvie abandono Nanteuil, adonde habia ido para esa ultima entrevista, su mano agitaba alegremente un panuelo. Una vez volvio a posarse el polvo levantado por la carroza, la que en otro tiempo fue llamada la Aurora estallo en sollozos y corrio a encerrarse en su oratorio, del que no salio en todo el dia…
D'Artagnan fue el ultimo. En el instante en que los viajeros iban a subir al coche, aparecio como una tromba en la Rue des Tournelles, salto de su caballo sin preocuparse por espantar a los del tiro, corrio hacia Sylvie, la tomo entre sus brazos y planto en sus labios el beso mas dulce y mas tierno que ella habia recibido nunca.
— ?Hace anos que tenia ganas! -explico, sin entretenerse en excusas que por otra parte nadie le pidio-. Es mi despedida particular, porque no os volvere a ver. Al menos en este mundo, donde no voy a quedarme ya mucho tiempo, ?gracias a Dios!
— ?Como podeis decir una cosa asi? Estais mas joven que nunca, y aseguraria que seguireis siempre asi. ?Tambien vos marchais? -anadio, al ver el equipo de campana del oficial.
— Si. Los mosqueteros se van de Saint-Germain con el rey a primera hora de la tarde. Algo me dice que podreis rezar por mi en vuestro convento, porque no he de volver [42] ?Oh, no os pongais triste! Morir en la guerra es la suerte que desea todo soldado, y mi alma podra ir a haceros compania cuando lo desee…
Le dio la mano para ayudarla a subir al coche y saludo a Perceval, ya instalado en el. Cerro la portezuela. La ultima imagen, despues de la de Jeannette sollozando entre los brazos de Corentin y Nicole en los de Pierrot, fue una silueta delgada y marcial de pie en medio de la Rue des Tournelles, saludando profundamente, con las