la ausencia de luz solar habia atrofiado el crecimiento de las plantas herbaceas, aun se esperaba obtener cuando menos una pequena cosecha.
Al acercarse a las puertas giratorias que brindaban acceso al vestibulo de la Secretaria General, oyo un sonido parecido al de un helicoptero aproximandose y levanto la vista. En vez de un aparato, Decker se encontro con que el manto de ceniza volcanica parecia haberse transformado, de pronto, en un espeso liquido gris, que se derramaba lentamente sobre la tierra. Entorno los ojos para ver mejor que era aquello, pero sin exito. Cuanto mas descendia la nube oscura, mas intenso era el ruido. De una carrera Decker se refugio bajo la marquesina de la entrada del edificio, y volvio a mirar hacia arriba. El ruido era ya un rugido que parecia retumbar sobre toda la ciudad. El grueso de la masa oscura se hallaba a poco mas de un centenar de metros sobre el suelo, pero en algunas partes se derramaba como petroleo, cubriendo la seccion superior de los edificios circundantes e incluso las ramas mas altas de los arboles. De pronto empezo a oir como la gente gritaba aterrorizada a su alrededor, y al fijarse, descubrio por fin de que se trataba: era una nube inmensa de insectos, pero de una especie que el no habia visto jamas. Tenian el tamano de pajaros pequenos; y se contaban por millones.
Decker corrio hacia la puerta, pero ya se habian posado sobre el una docena de insectos. Consiguio pasar al interior, pero con el lo hicieron tambien un centenar mas de aquellos bichos. Los que el llevaba encima se habian prendido de su ropa, pero entonces uno trepo por el cuello de la camisa hasta la nuca. Decker alzo la mano para apartarlo, pero no llego a tiempo y un dolor abrasador estuvo a punto de derribarle al suelo cuando la criatura, simultaneamente, le pico con el aguijon de la cola y le mordio para chupar su sangre. En el vestibulo, la gente chillaba y palmoteaba desesperada, mientras los insectos mordian y picaban alli donde hallaban una fraccion de carne descubierta.
El dolor era casi insoportable, pero Decker se llevo la mano de nuevo a la nuca para intentar aplastar el insecto. La criatura, que era mas grande de lo que esperaba, casi le llenaba la palma de la mano. Como no podia aplastarlo, se lo arranco del cuello, lo arrojo contra el suelo y lo piso. El dermatoesqueleto no cedio hasta que no hubo descargado todo su peso sobre el, y entonces revento y salpico el suelo de entranas y sangre -incluyendo parte de la que ya le habia chupado a Decker.
En la calle, la gente corria intentando, sin exito, zafarse de los insectos o dar con alguna puerta abierta. Pero los que ya estaban dentro de los edificios habian cerrado con llave o bloqueado las puertas, para evitar que se colaran mas insectos al interior, abandonando a su suerte a los desafortunados que se hallaban en el exterior. Como anuncio la profecia, solo los que llevaban «la marca de Dios sobre la frente» -los miembros del Koum Damah Patac, con su sangrienta senal inscrita sobre el ceno- se libraron de la plaga. Una pareja de miembros del KDP, que se encontraba en la acera de enfrente del edificio de la ONU a la llegada de Decker, permanecia alli observando el ataque, sin que los insectos se les acercaran.
En torno a Decker, los gritos y palmoteos iban en aumento, a la vez que mas y mas gente de la plaza de delante del edificio atravesaba las puertas giratorias y dejaba entrar mas insectos. En su agonia, Decker olvido por completo que todavia llevaba otros insectos prendidos de la ropa. De repente sintio un feroz picotazo en el tobillo izquierdo, justo por encima del zapato, y casi de inmediato otro en el muslo izquierdo, y todavia otro mas en la pantorrilla derecha, cerca de la parte de atras de la rodilla. Los tenia por todas partes, mordiendo y machacando la tela del traje con sus dientes y sus patas espinosas, hundiendo la cabeza y el aguijon en su carne. A cada picotazo, Decker atrapaba al insecto y lo lanzaba contra el suelo, pero el dolor era tan agudo que no remataba la labor pisandolos. Asi que los insectos permanecian unos segundos en el suelo aturdidos por el golpe, se espabilaban y volvian a levantar el vuelo, para atacar a otra victima o prenderse de nuevo a Decker. Finalmente, Decker cayo al suelo retorciendose de dolor, mientras dos insectos mas se escurrian por el interior de la espalda de la chaqueta y empezaban a mordisquearle la camisa. El dolor era demasiado intenso para seguir luchando; hizo acopio de fuerzas y rodo sobre su espalda, con la esperanza de aplastarlos, pero solo consiguio que los aguijones se le clavaran mas adentro.
Entonces se produjo una estampida para salir del vestibulo, con empujones, codazos y atropellos. Los que encontraban un despacho abierto se colaban dentro y cerraban la puerta tras de si, para dejar fuera a quienes venian inmediatamente detras.
Decker estaba tumbado boca arriba en el suelo, sin poder moverse, y sintio que un insecto se le posaba en la cara. Cuando ya iba a clavarle el aguijon, Decker perdio el conocimiento, y el insecto, curiosamente, parecio perder interes y se fue volando. Lo mismo hizo el resto de criaturas que seguian prendidas de el. Las dos que permanecian atrapadas entre su espalda y el suelo dejaron de mordisquear, y empezaron a retorcerse y escurrirse por el dorso intentando escapar de alli. Los entomologos descubrieron despues que los insectos no atacaban a las victimas que ya habian perdido el conocimiento a causa de las picaduras.
En el exterior, miles de insectos se lanzaban volando contra las lunas de cristal, para alcanzar a la gente del interior. El impacto solo los aturdia un poco, y las aceras a los pies de los ventanales empezaron a bullir con hexapodos tambaleantes, que intentaban recomponerse para reemprender el vuelo.
El punto debil de los insectos era, probablemente, su persistencia; una vez aterrizados sobre una victima, no cesaban en su ataque hasta quedar saciados de sangre o hasta que aquella quedaba inconsciente. A su persistencia se sumaba la fiereza del asalto, que los convertia en blancos faciles. Cuando llegaron al vestibulo los refuerzos del personal de seguridad, la mayoria de los insectos que habian penetrado en el interior del edificio ya se hallaban prendidos de sus respectivas victimas y, a excepcion de los que abandonaban sus cuerpos inconscientes, quedaban muy pocos libres para interferir en la labor del personal de seguridad. Asi, mientras un grupo se ocupaba de evitar que entraran mas insectos por las puertas, otros corrieron en auxilio de las victimas y descubrieron, como lo habia hecho Decker, que la mejor forma de matar a las criaturas era arrancarlas de la piel, arrojarlas contra el suelo y pisarlas con todas sus fuerzas.
Los efectivos de la division de servicios medicos de la ONU no tardaron en llegar y empezar a socorrer a las victimas. Habia multitud de personas tendidas en el suelo, inconscientes; otras gritaban de dolor a causa de los verdugones de las picaduras. Un guarda de seguridad, que habia capturado vivos a dos insectos, los sujetaba uno en cada mano por la parte superior de su extrano abdomen, mientras estos se retorcian lanzando picotazos al aire con sus aguijones. Se los habia arrancado a una anciana de la cara y la pierna, donde estos se encontraban succionando la sangre de su victima semiinconsciente. Seguro que alguien tendria interes en echar un vistazo a aquellas peculiares criaturas; y alli de pie, empezo a preguntarse donde podria encontrar un tarro de cristal lo suficientemente grande para meterlas dentro.
Afuera, el estruendoso aleteo de los insectos subio de volumen, en el momento en que millones de ellos levantaban el vuelo. Treinta segundos despues se habian esfumado rumbo a otra zona de la ciudad, en busca de nuevas victimas. Los cuerpos encogidos de personas desmayadas salpicaban las aceras y el asfalto.
Los entomologos no se ponian de acuerdo, ni tampoco se atrevian a hacer conjeturas sobre la especie o el genero de los insectos. Como fuere, no habia noticia hasta entonces de su existencia; se trataba de una mutacion extrana e inexplicable. El tamano de las criaturas variaba entre seis y medio y mas de siete centimetros y medio de largo, y el abdomen media unos dos centimetros de ancho por algo menos de espesor. Las alas eran robustas, aunque transparentes, y la envergadura superaba ligeramente los quince centimetros. Un grueso dermatoesqueleto de color gris oscuro les cubria casi todo el cuerpo, como una coraza. Este era el escudo que convertia en tarea casi imposible aplastar a los insectos. Sobre la cabeza, el caparazon era espinoso y ostentaba un tono dorado luminoso, que le otorgaban el centenar de finas fibras de unos dos centimetros y medio de largo que brotaban de debajo, y que eran sorprendentemente similares al pelo humano. La cara del insecto guardaba un espeluznante parecido al rostro humano, aunque algo mas plano. En la boca, comparativamente dos veces mas grande que la humana, exhibian un par de colmillos de aspecto imponente, que empleaban para desgarrar rapidamente la ropa y luego morder a su victima. Remataba la cola un enorme aguijon, con el que el insecto inyectaba a la victima un veneno no identificado.
Los insectos viajaban en enormes enjambres de hasta veinticuatro kilometros de ancho, y permanecian en cada lugar el tiempo justo para alimentarse de sus victimas, mientras estas seguian conscientes, luego proseguian su camino. El enjambre que habia aterrizado en la plaza de Naciones Unidas volaba ahora hacia el nordeste, pero no era el unico; cientos como el habian aparecido, como por arte de magia, en distintos puntos del globo. Alli donde las construcciones no ofrecian la proteccion que brindan materiales tan resistentes como el hormigon, el acero o el cristal, el numero de personas afectadas por las mordeduras y picaduras de los insectos fue muy