embajador norteamericano. Podia haberles pedido que le cedieran el sitio, pero no habria sido un gesto muy diplomatico.
– Espero que no te importe estar de pie -dijo Decker.
– No, que va -contesto Tom.
– Ven. Por lo menos podemos acercarnos un poco mas -dijo Decker mientras Tom le seguia.
Al fondo de la sala hizo su entrada Gerard Poupardin. Con evidente nerviosismo, llevaba la mano suspendida sobre el bolsillo derecho de la chaqueta, intentando ocultar el bulto del revolver. Christopher no tardaria en subir al estrado, y aunque creia controlar sus emociones, Poupardin sintio como el sudor le empezaba a perlar la frente.
Decker y Tom tardaron un par de minutos en acercarse a la parte de delante; cinco minutos despues se abrio la sesion. El primer punto del orden del dia era la presentacion ante la Asamblea General del candidato del Consejo de Seguridad. Instantes despues, Christopher se puso en pie para hablar. Desde su posicion, entre las primeras filas de asientos de la sala, Decker observo con orgullo paternal como Christopher accedia a la tribuna de oradores, para dirigirse a los miembros de Naciones Unidas. El estallido de aplausos fue ensordecedor. Christopher asintio en agradecimiento, pero el aplauso se prolongo durante varios minutos.
Desde el fondo de la sala, Gerard Poupardin se abria camino entre la muchedumbre hacia la parte de delante. Quedaban escasos segundos para que alcanzara el punto a partir del cual no habria marcha atras, y Poupardin se sentia mas como un espectador que como protagonista de los acontecimientos. Ya no habia dudas sobre
Sin que nadie se diera cuenta, Tom extrajo de su bolsillo una nota manuscrita y se la deslizo a Decker en la chaqueta.
Los aplausos se fueron apagando por fin y Christopher se acerco al microfono para hablar.
– Queridos delegados y ciudadanos del mundo -empezo, recurriendo al saludo que habia caracterizado todos los discursos de Jon Hansen. Era idea de Decker, y por el aplauso con que fue recibido, supo que habia acertado. Christopher miro desde el estrado al lugar desde el que Decker le escuchaba. A este ultimo le agrado y sorprendio que Christopher hubiese podido localizarle entre la muchedumbre. Decker aplaudio y sonrio complacido, pero Christopher no le devolvio la sonrisa. Al contrario, en su rostro Decker percibio aquella extrana mirada de aprension que ya conocia, aunque esta vez era mas bien un gesto de terror absoluto.
Por el rabillo de su ojo izquierdo, Decker vio algo moverse de repente. Delante de el, en el estrado, Christopher se llevo de pronto las manos hacia el rostro, como intentando protegerse. Un instante despues, un ruido atronador taladraba el cerebro de Decker desde algun punto situado muy proximo a su oido izquierdo. El eco del sonido reverberaba todavia en la sala, cuando Decker vio una explosion de rojo en el antebrazo izquierdo de Christopher al tiempo que este se desplomaba detras del atril, desapareciendo de la vista.
Sobresaltado por la detonacion tan proxima a su oido, Decker se volvio hacia donde se habia originado el sonido. Alli habia alguien… un hombre… con los brazos todavia extendidos delante de el y las manos aferradas a la culata de un revolver. Inmovil como una estatua, su dedo seguia apoyado en el gatillo. Decker empezo a resoplar atonito.
Era Tom Donafin.
Tom dejo caer los brazos y miro a Decker.
– ?Por que? -resollo aterrorizado. A su alrededor, el sonido de los aplausos y los vitores habia desaparecido y ahora, en su lugar, se oian chillidos y gritos de asombro.
– Me iba a abandonar… -empezo Tom, pero su explicacion se vio interrumpida de golpe.
Ante la mirada de Decker, el cuerpo de Tom salio despedido hacia la derecha, mientras su cabeza maltrecha estallaba en una cascada carmesi, rociando de sangre, fragmentos de cerebro y esquirlas de hueso a quienes estaban junto a el. Un instante despues llegaba a los oidos de Decker el sonido del segundo disparo. A su izquierda, vio a Gerard Poupardin, que sujetaba con fuerza la pistola recien disparada.
Poupardin estaba totalmente fuera de si, superado por el ansia de matar. Habia apuntado con su revolver a Tom porque, en su locura, quien habia disparado a Christopher se habia convertido en el nuevo objeto de su odio. La bala de Poupardin atraveso el cerebro de Tom y fue a impactar contra la placa metalica que le habian implantado en el craneo despues del accidente de trafico que sufrio cuando era nino. La fuerza del proyectil saco los tornillos de su sitio y abrio un enorme boquete en un lateral de la cabeza. Tom habia muerto antes incluso de que su cuerpo comenzara a desplomarse.
La sangre, que salia a borbotones de la enorme herida, empezo a formar un gran charco de color rojo a los pies de Decker. Los gritos de una mujer que habia junto a Decker apenas lograron traspasar el zumbido que le martilleaba los oidos. Entonces se oyeron tres descargas mas, disparadas sin apenas intervalo de tiempo entre una y otra contra el pecho de Poupardin por un guarda de seguridad, que al ver a Poupardin con un revolver creyo que era este quien habia disparado contra Christopher.
En la enorme pantalla de television que ocupaba la parte frontal de la sala aparecio un primer plano del rostro exanime y salpicado de sangre de Christopher Goodman, que yacia encogido en el suelo. De la cavidad de su ojo derecho salieron varios borbotones de sangre antes de detenerse por completo, junto con los latidos de su corazon. Otro reguero de sangre emanaba de una herida abierta en el antebrazo izquierdo.
Decker sintio como una pared humana se abalanzaba contra el y lo derribaba al suelo boca abajo. Apenas habian transcurrido unos pocos segundos, pero mientras era arrasado por la estampida de dignatarios, se le antojo que en ese tiempo habia perdido toda una vida.
En la caida se golpeo el pecho y se torcio una rodilla, rompiendose los ligamentos y luxandose la articulacion. Sin embargo, no habia razon para alarmarse. Ya no quedaba nadie en la sala que corriera peligro. Tom habia cumplido su odiosa e inexplicable mision, y no habia intentado huir, ni siquiera defenderse.
Luego, cuando ya solo quedaban el y su dolor, Decker encontro la nota de Tom en el bolsillo de su chaqueta. «No llores por mi -decia-. Lo que haga no me sera imputado como falta. Soy el Vengador de Sangre.»
14