dos cuerpos cayeron al suelo y rodaron escaleras abajo, hacia la calle, dejando tras de si dos largos rastros de sangre.

Los presentes contemplaron atonitos y en silencio como Christopher, Milner y Decker subian los escalones hasta el Templo, mientras los cuerpos destrozados rodaban hacia abajo a ambos lados de ellos. Al ver que Juan y Cohen habian muerto, la muchedumbre estallo en un clamor, que surgio de civiles y militares por igual. En la calle broto una celebracion espontanea, que no tardo en ser secundada con alegria por todos los rincones del mundo segun llegaba la noticia a traves de la television o de la radio. Rapidamente, los representantes de los medios atravesaron a empellones la linea de soldados israelies, para poder contemplar mas de cerca los cuerpos.

* * *

En Chieti, Italia, un hombre con la nariz saturada del rancio hedor a azufre, y el corazon arrobado por la locura que, hasta ese momento, le habia empujado a masacrar a toda su familia salvo a uno de sus miembros, sostenia por encima de la cabeza un cuchillo de carnicero y estaba a punto de dejarlo caer sobre su unico hijo superviviente, cuando la locura, igual que habia venido, desaparecio. Con mucho cuidado, el hombre bajo el cuchillo, lo tiro a un lado, e hincado de rodillas entre los cuerpos desmembrados de su familia, abrazo a su hijo aterrorizado y rompio a llorar. En Rudnyj, Turskaja, una anciana tosio y jadeo buscando recuperar el resuello, despues de sacar la cabeza de un barril de agua de lluvia en el que habia intentado ahogarse. En Baydhabo, Somalia, un adolescente se detuvo un instante antes de encender la cerilla con la que pensaba prender fuego a sus cuatro hermanos mas pequenos, rociados de gasolina.

En toda la zona afectada, la muerte de Juan y Cohen marco el cese de la locura.

* * *

Cuando llegaron al final de la escalinata del Templo, Christopher se volvio hacia la muchedumbre.

– Nadie debe tocar los cuerpos -grito senalando a Juan y Cohen-. Todavia poseen un enorme poder. No es seguro tocarlos ni deshacerse de ellos hasta dentro de cuatro dias, por lo menos.

Con un gesto, Christopher le indico a Decker que velara por que asi fuera. Luego se dio media vuelta y, acompanado por Robert Milnet, se adentro en el Templo.

Como ya habian planeado antes de aterrizar, Decker se quedo fuera. Saco un papel doblado del bolsillo de su chaqueta, y se dispuso a esperar a la prensa, que, sin lugar a dudas, se lanzaria sobre el tan pronto acabaran de tomar fotografias de los dos oraculos muertos. Le complacio comprobar que los periodistas hacian caso a la advertencia de Christopher y no se aproximaban demasiado a los cuerpos. De los sacerdotes y los levitas no hacia falta preocuparse, sus leyes les prohibian entrar en contacto con cadaveres. El unico que podia dar algun problema era el publico, que de momento seguia contenido detras de la linea policial.

* * *

En el interior del Templo, Robert Milner y Christopher caminaban codo a codo. En el patio de los Gentiles, siempre tan bullicioso, el unico sonido que se oia procedia del portico que recorria los muros. Eran los animales traidos al Templo para ser vendidos a los fieles y luego sacrificados, que habian sido abandonados por los pastores y mercaderes en el momento en que todos habian sido conducidos fuera del Templo.

A unos ciento cuarenta metros delante de ellos, los edificios del patio Interior y del Santuario de dentro se elevaban mas de setenta metros sobre ellos.

* * *

Delante de la entrada meridional, enmarcado a derecha e izquierda por la sangre de Juan y Cohen, Decker esperaba a los periodistas, que empezaron a subir apresuradamente los escalones por si el podia arrojar algo de luz sobre los acontecimientos.

* * *

Christopher y Milner llegaron al soreg, el muro bajo de piedra que separaba el patio de los Gentiles de los patios interiores del Templo y que formaba una balaustrada o recinto sagrado, al que no podia acceder ningun no creyente. Una inscripcion en el muro, que se remontaba a la que habia en el Templo de Herodes dos mil anos atras, advertia al visitante en mas de una docena de lenguas: «Ningun extranjero franqueara la entrada al recinto que rodea el Templo. Aquel que lo hiciera sera responsable de propiciar su propia muerte». Les vino bien que el Templo hubiese sido despejado de gente, porque los sacerdotes y los levitas no habrian permitido jamas que Christopher y Milner continuasen mas alla de la balaustrada sin oponer resistencia.

Dando un rodeo intencionado para entrar desde el lado este, los dos hombres se dirigieron a la apertura central del extremo oriental del soreg. En un abrir y cerrar de ojos salvaron la distancia entre el soreg y el primero de los tres pequenos tramos de escaleras que ascendian al Chel, o muralla, una especie de terraza de casi cinco metros de ancho, desde donde los ciclopeos muros del patio Interior se elevaban once metros sobre ellos.

* * *

– Damas y caballeros -dijo Decker, elevando su voz sobre el ruidoso griterio de los periodistas-. He preparado un breve comunicado. Despues atendere a algunas preguntas.

Alguien le grito una pregunta, pero Decker le ignoro.

– Hace cuarenta y cinco anos, forme parte de un equipo de cientificos estadounidenses que viajo a Italia para examinar la Sabana Santa, un fragmento de tela con la imagen de un hombre crucificado -empezo Decker leyendo el comunicado que habia preparado en el avion. En el poco tiempo del que disponia, proporciono cuantos detalles pudo sobre los acontecimientos que siguieron a la expedicion de Turin y que, en ultima instancia, habian propiciado el momento que ahora vivian. Les conto como, once anos despues de la expedicion, un miembro del equipo, el profesor Harold Goodman, le habia telefoneado pidiendole que fuera a la UCLA para ser testigo del descubrimiento que habia hecho relacionado con la Sabana.

– El profesor Goodman -dijo Decker- hallo, entre las muestras que se habian obtenido de la Sabana, un grupo minusculo de celulas epiteliales humanas. Para mi asombro… -Decker hizo una pausa. El recuerdo de lo que habia visto entonces, tantos anos atras, aun le sobrecogia-… las celulas de la Sabana seguian vivas. -Para algunos de los presentes, esta pieza del rompecabezas y la resurreccion de Christopher eran todo lo que necesitaban para ver el increible cuadro al completo, pero a pesar de la mas que audible reaccion de asombro, nadie hablo-. Despues de varias pruebas, se demostro que las celulas tenian una increible capacidad de adaptacion, ademas de poseer una serie de caracteristicas unicas -continuo Decker-. Los cultivos de estas celulas fueron los que el profesor Goodman utilizo para su investigacion sobre el cancer.

»Tiempo despues me entere de que, por aquel entonces, el profesor Goodman ya habia realizado varios experimentos con las celulas -Decker hizo una pausa como para darles tiempo a los periodistas a agarrarse fuerte-, incluida la implantacion del ADN de una de ellas en el embrion de un ovulo humano no fertilizado, que luego volvio a introducir en la donante… clonando, de este modo, a la persona cuyas celulas habian quedado prendidas en la Sabana. Como resultado de aquella clonacion nacio un nino varon.

Para los que no se lo habian figurado ya, la revelacion les proporciono la pieza que faltaba; para los que lo intuian, fue la confirmacion definitiva. Christopher Goodman era el clon de Jesucristo.

Por increible que resultara la historia, no habia otra explicacion posible a lo ocurrido en la ONU o a lo que acababan de presenciar en la escalinata del Templo.

– Aquel nino recibio el nombre de Christopher -dijo Decker, para mayor confirmacion-, y fue criado por el profesor Harry Goodman y su esposa, Martha, hasta que ambos murieron prematuramente en el Desastre. Por aquella epoca -prosiguio-, Christopher Goodman tenia catorce anos y, como el profesor Goodman le habia dicho

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