Maj-Britt echo mano una vez mas del boligrafo y el papel de carta y comenzo a escribir:
Vanja,
Redacto esta carta con un unico objetivo: ?convencerte de que dejes de escribirme!
Aquel comienzo estaba bien. Asi debia introducir sus palabras. En realidad, tambien queria concluir asi, porque era lo unico que deseaba dejar dicho.
Tus reflexiones y tus ideas no me interesan lo mas minimo; por el contrario, las encuentro bastante desagradables.
Tacho «bastante» y lo sustituyo por «extremadamente».
Lo que pienses y creas es cosa tuya, pero te agradeceria que me lo ahorraras. Que te creas con derecho a juzgar la fe de mis padres para luego entregarte a lo que parece una herejia casera me produce, sinceramente, pura indignacion y teniendo en cuenta…
– ?Hola?
Maj-Britt se apresuro a dejar el papel en la mesilla de noche y aparto el edredon. Oyo a Ellinor colgar su cazadora en una de las perchas del vestibulo.
– ?Soy yo!
Ellinor se detuvo en seco en el umbral. Se notaba que iba a decir algo pero que las palabras se helaron justo antes de llegar a los labios. Una decima de segundo, Maj-Britt creyo que habia logrado su proposito. Por una decima de segundo, logro sentirse satisfecha, pero despues, Ellinor abrio la boca.
– Pero, madre mia, ?que tienes ahi? Esos eczemas hay que hidratarlos.
Maj-Britt se tapo enseguida para ocultar su cuerpo. La humillacion la quemaba como un fuego vivo. La sensacion de desnudez la superaba y sintio con horror que se ruborizaba. No habia funcionado. Lo que siempre funcionaba con todo el mundo no funciono con Ellinor, como de costumbre. En lugar de ganar poder y un tranquilizador distanciamiento, Maj-Britt habia desvelado su mayor verguenza, se habia mostrado desnuda poniendo de manifiesto lo digna de compasion que era.
– ?No tienes ninguna pomada que podamos utilizar? Debe de dolerte mucho.
No cabia la menor duda de que Ellinor estaba alarmada y Maj-Britt trago saliva y subio mas aun el edredon. Intento defenderse de la mirada de Ellinor y se sintio tan inerme como en aquella ocasion en que…
Aquella vaga evocacion se difumino y se esfumo en la blancura. Pero algo se le habia acercado y, de pronto, le costaba respirar.
– ?Por que no has dicho nada antes? Debes de llevar un monton de tiempo con eso.
Maj-Britt alargo la mano en busca de la carta, pero intentando ocultar el brazo desnudo bajo el edredon en la medida de lo posible.
– Si no hacemos nada por remediarlo, se te agrietaran. Por favor, Maj-Britt, dejame que le eche un vistazo.
Aquello era inaudito. Jamas en la vida, jamas, se descubriria ante aquella mujer que no tenia la sensatez de guardar las distancias. Ellinor y Vanja. Era como si, de repente, todo el mundo se hubiese confabulado contra ella, y hubiese decidido irrumpir y abordarla a cualquier precio.
– ?Vete de aqui y dejame en paz! Estoy intentando escribir una carta y has venido a molestarme.
Ellinor se quedo observandola en silencio unos minutos. Maj-Britt miraba fijamente la carta. Oyo resoplar a Ellinor y, por el rabillo del ojo, la entrevio retroceder y salir de la habitacion.
Teniendo en cuenta que te cargaste a toda tu familia y que estas condenada a cadena perpetua, no creo que haya motivo alguno para que yo este al corriente de tus cavilaciones. Tus cartas me incomodan y te agradezco que no me envies mas. Mi familia y yo solo deseamos una cosa: ????que nos dejen en paz!!!!
Maj-Britt Pettersson
Escribio la direccion y, sin repasar lo que habia plasmado en el papel, pego el sobre. El ruido de los movimientos de Ellinor por el apartamento resonaban duros y airados y la joven no tardo en aparecer de nuevo en el umbral.
– Ya he colocado la comida en el frigorifico. -Estaba manifiestamente enojada-. Solo he comprado carne, tal y como me dijiste.
Dicho esto, volvio a desaparecer. Trajinaba con los cubos y la aspiradora y cumplia estrictamente con su obligacion. Entre tanto, tumbada en la cama, Maj-Britt comprendio que Ellinor, una vez mas, la habia complacido. Habia arriesgado su empleo apartandose de todas las reglas solo para que ella se encontrase bien. Maj-Britt se cubrio la cara con las manos. Ya no habia adonde huir. Habian invadido su refugio.
Alli estaba Ellinor, de pronto, en la puerta del dormitorio. Maj-Britt la habia oido abrir la puerta, cerrarla de nuevo tras una breve vacilacion y luego los pasos de la joven que se acercaban. Se le acelero el corazon. Ellinor fue a sentarse en el borde de la cama, en un pequeno espacio libre que quedaba a los pies.
– Mi hermano mayor nacio sin brazos. Cuando eramos pequenos, supongo que ninguno de los dos tenia muy presente que el era diferente, puesto que siempre habia sido asi. Mis padres tampoco le daban demasiada importancia. Claro que les conmociono la noticia cuando nacio y eso, pero despues procuraron sacarle el mayor partido a la situacion. Era el mejor hermano mayor del mundo. Ni te imaginas los juegos que era capaz de ingeniar.
Ellinor le acaricio a
– Hasta la adolescencia no tomo conciencia de lo diferente que era. Fue la primera vez que se enamoro y comprendio que no podia competir con los chicos que tenian brazos y que eran como los demas. Que eran «normales».
Sus dedos se apartaron del cuello de
– Mi hermano es uno de esos chicos con los que suena cualquier chica. Divertido, listo, amable. Tiene un sentido del humor y una imaginacion que no he visto ni de lejos en ninguna persona que haya conocido, con o sin brazos. Pero entonces, durante la adolescencia, las chicas no lo veian siquiera, solo percibian la ausencia de los brazos y, al final, mi propio hermano termino por pensar igual.
Maj-Britt se habia subido la colcha hasta la barbilla y escuchaba con la esperanza de que la curiosa confesion que Ellinor parecia considerar necesaria tocase pronto a su fin.
– Y cuando comprendio que jamas llegaria a ser la persona que sonaba, se convirtio en lo contrario. De la noche a la manana, se transformo en un completo cerdo al que nadie soportaba. Era tan jodidamente cruel que no podias ni acercarte a el. Nadie lo entendia y, al final, les exigio a mis padres que le buscasen vivienda propia en una residencia, pero tambien al personal le costaba aguantarlo. Entonces tenia dieciocho anos. Dieciocho anos y completamente solo, pues no queria vernos ni a mi ni a nuestros padres, pese a que eramos los unicos a los que realmente nos importaba. Pero a mi me la traia al pairo. Iba alli un par de veces por semana y le decia exactamente lo que pensaba: que era un canalla autocompasivo que podia pudrirse en aquella residencia, si eso era lo que queria. Me mando a la mierda, pero yo continue con mis visitas. En alguna ocasion, incluso se nego a abrirme la puerta. Entonces le grite mi parecer por el ojo de la cerradura.