existir en el cuerpo de uno, producia una sensacion totalmente distinta. Aquella palabra cobraba vida y evocaba la imagen de algo negro y maligno, casi podia distinguirse, un monstruo que habitaba su interior y que devoraba todo lo que hallaba a su paso para crecer mas y mas.

Pese a todo, no se asusto especialmente. Fue mas bien como otro de esos razonamientos que no terminaba de atreverse a pensar hasta no verlo confirmado. ?Por que no iba a albergar su cuerpo un cancer? Seria el triunfo definitivo sobre su inutil y prolongada resistencia: alimentar con insidia un tumor para vencerla y cobrarse su venganza de una vez por todas.

Y comprendio que tenia que saberlo.

– ?Y como se hace esa prueba?

Porque, por alguna razon, sentia la necesidad de que se lo confirmaran.

En la habitacion reinaba el mas absoluto silencio. Maj-Britt habia vuelto al sillon. Ellinor estaba en el sofa, inclinada, con la cabeza entre las manos. Y en el centro se hallaba la doctora, recogiendo el precioso aparato que acababa de probar las sospechas que, al parecer, todos habian abrigado. Maj-Britt constato satisfecha que a Monika seguian temblandole las manos. Por alguna razon, se sentia mejor al saberlo.

– Por lo que he podido ver, el tumor se limita aun a la superficie del rinon pero, naturalmente, hemos de hacer una resonancia con contraste para saberlo con seguridad. Por lo que he visto, no habia indicios de extension, pero eso es algo que tambien hay que comprobar. En cualquier caso es de gran tamano, de modo que seria preciso operarlo ya.

Maj-Britt se sentia extranamente serena. Volvio a mirar por la ventana. El columpio que llevaba treinta anos contemplando, pero al que jamas se habia acercado.

– ?Y si no se opera?

Nadie respondio pero, al cabo de unos minutos, oyo el leve resoplido de Ellinor al preguntar:

– ?Como que si no se opera?

Ahora le toco guardar silencio a Maj-Britt. Ya habia dicho cuanto necesitaba decir.

– Maj-Britt, ?que quieres decir con eso? ?Comprenderas que debes operarte! ?A que si, Monika? ?Cuanto tiempo puede uno vivir con un tumor como ese si no se interviene?

– Es imposible de prever. Tampoco se cuanto tiempo lleva formandose.

– Bueno, mas o menos.

Ellinor se mostraba, como de costumbre, insistente con los detalles.

– Seis meses, quiza. Puede que mas, puede que menos; depende, como digo, de lo rapido que vaya creciendo. Como medico, debo recomendar vivamente la operacion.

Como medico. Maj-Britt resoplo desdenosa para si.

De repente sono el movil de Ellinor y la joven se levanto y se dirigio al vestibulo.

Maj-Britt miro a la mujer que, con todo el mimo del mundo, guardaba el aparato en su funda.

Seis meses.

Quiza.

Resultaba dificil de prever, dijo.

– Si, bueno, el cometido de los medicos es hacer cuanto este en vuestra mano por salvar la vida de los demas.

En realidad no sabia por que lo dijo, pero no pudo evitarlo. Quiza para disipar parte de la altaneria que irradiaba la doctora. Como si fuera la bondad misma, alli en medio de la habitacion, fingiendo estar al servicio de toda la humanidad. Sin embargo, se cuidaba mucho de ocultar sus oscuros secretos; bajo la impecable superficie se gestaban los mismos sucios errores e imperfecciones que en el resto de los mortales.

Maj-Britt interpreto veloz su reaccion, que la animo a meter el dedo un poco mas en la llaga.

– Hacer que las personas sobrevivan tanto como sea posible, que permanezcan en este mundo con sus familias y que vean crecer a sus hijos. Para eso estais los medicos. No creo que exista nada que pueda ser mas importante para vosotros.

Ellinor volvio a aparecer en la puerta.

La doctora estaba en cuclillas cerrando el maletin y Maj-Britt se percato de que tuvo que apoyarse en el borde del sofa para levantarse. Un movimiento veloz de la mano, para no perder el equilibrio. Sin mirar a Maj-Britt se encamino al vestibulo, seguida de Ellinor. Maj-Britt oyo, no obstante, su parca conversacion.

– Lo siento, ya no puedo hacer nada mas, tendreis que poneros en contacto con su centro de salud y seguir esa via. Ellos la remitiran al hospital, donde continuaran el estudio.

Se abrio la puerta y las ultimas palabras de Ellinor rebotaron contra las paredes del rellano.

– Gracias por todo.

Y luego, volvio a cerrar la puerta.

Ellinor se quedo una hora entera, pese a que habia otros usuarios esperandola. Maj-Britt no hablaba mucho, pero la verborrea de Ellinor celebro nuevos triunfos en un desesperado intento por convencerla de que le permitiera llamar al centro de salud. Pero Maj-Britt no queria. No pensaba pasar por el sufrimiento de otros reconocimientos y menos aun por una operacion.

?Por que habia de hacerlo?

?Existia una sola razon para hacerlo? Por doloroso que resultase admitirlo, no era capaz de pensar en nada que se pareciese siquiera a una razon.

29

La mujer era un monstruo. Como salida de una pelicula de terror. Debia de ser un castigo del destino lo que habia puesto en su camino a una mujer tan repulsiva, se dijo Monika. Era como si aquella mirada suya tan penetrante pudiese verla por dentro, su interior deforme, y, por alguna razon que Monika no alcanzaba a comprender, aquella mujer pretendia hacerle dano.

Se fue derecha a casa y al cuarto de bano sin quitarse el abrigo siquiera y se tomo dos ansioliticos Xanor. Se los habia recetado al mismo tiempo que los somniferos, pero aun no los habia utilizado.

Ya no podia aguantar mas.

Fue a la sala de estar y se puso a dar paseos de un lado a otro, a la espera de que las pastillas empezasen a surtir efecto. Cada segundo, cada instante. Ya no habia escapatoria. Era como si no cupiese en su propio cuerpo y la piel fuese a resquebrajarse en cualquier momento. La sensacion de ir a explotar.

Y por si fuera poco, el movil, que sonaba sin parar; el timbre la volvia loca, pero no se atrevia a apagarlo. En efecto, era la prueba de que alla fuera existia aun una realidad operativa; si cortaba del todo el vinculo que la unia a ella no sabia donde acabaria. Como quiera que fuese, no era capaz de comprender como habia llegado a aquella situacion, ni que podia hacer por que todo volviera a su cauce.

Por fin.

Por fin empezaba a notar que la angustia iba cediendo, retraia sus garras y se esfumaba. Le permitia respirar. Aliviada, se quedo de pie, y acogio con gratitud la liberacion que se le ofrecia. Blanco Estocolmo. Era el color de las paredes de su sala de estar. Era extrano que alli pudiesen pintar las paredes de blanco Estocolmo. Aunque, en cierto sentido, estaba bien que todo fuese posible. Solo respirar. Respirar con calma y serenidad, eso era lo unico importante. Se tumbaria en el sofa a respirar bien, nada mas.

Paredes de ladrillo rojo. Un sotano. Se hallaba en un sotano, pero no sabia de quien era. No se veia ninguna puerta. Buscaba con las manos por la rugosa pared, con la idea de encontrar una grieta o una senal de abertura, pero no habia ninguna. De repente, supo que en el muro habia un cadaver emparedado, ignoraba quien era, pero si que fue ella quien lo emparedo. Oyo un ruido y se dio la vuelta. Alli estaba su madre, de rodillas, plantando una orquidea. Llevaba un trozo de pan en la mano y lo desmigajaba para esparcirlo por el suelo. «Columba livia. Exquisita con rebozuelos.» Y entonces llego un tren. Pernilla estaba en medio de la via y la sirena del tren sonaba cada vez mas cerca. Monika echo a correr tan aprisa como podia, pero no avanzaba en absoluto, no llegaria a

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