tiempo de salvarla. Tenia que silenciar la sirena, tenia que silenciar la sirena. Hacer que cesara.

– ?Hola?

De repente, se vio con el movil en la mano. Estaba en el vestibulo, con el abrigo puesto, pero no estaba segura de por que.

– Si, hola, soy Pernilla.

La voz la convencio de que habia vuelto a la realidad, pero aun se encontraba en un dulce estado de embotamiento. Se hallaba a una comoda distancia de cuanto le infligia sufrimiento o constituia una amenaza, y ni siquiera su cuerpo reacciono. Su corazon latia a un ritmo apacible.

– Ah, hola.

– Solo queria saber como estabas. La ultima vez que nos vimos nos despedimos muy rapido y pense si no habrias caido enferma.

Enferma. Las palabras de Pernilla resonaban en su cabeza como un eco. Enferma. ?Estaria enferma? Si lo estaba, estaria legitimamente justificado que se tomase un par de dias libres de su mision y, ?acaso no se los habia ganado? Solo un par de dias. Estaba tan cansada… Con tal de poder dormir bien un par de dias, las cosas irian mejor. Volveria a pensar con claridad, a estructurar un plan para seguir adelante, para resolverlo todo de la mejor manera. Ahora se sentia exhausta. Su cerebro habia adquirido vida propia y ya no le obedecia. Si conseguia dormir, todo iria mejor despues.

– Si, estoy enferma. Estoy en casa, con fiebre.

– ?Vaya! Puede que te lo haya contagiado Daniella, ella tambien esta enferma.

Monika no respondio. Si Daniella estaba enferma, ella deberia ir a su casa. Iba incluido en el acuerdo, pero no tenia fuerzas. Tenia que dormir.

– Bueno, no te molesto mas, si no te encuentras bien. Llamame cuando te hayas recuperado. Si necesitas algo, llamame, si quieres que vaya a comprar comida o algo asi.

Monika cerro los ojos.

– Gracias.

No fue capaz de anadir nada mas y corto la llamada. Deslizo la espalda por la puerta y se quedo sentada en el suelo. Apoyo los codos en las rodillas y oculto la cara entre las manos. El adormecimiento de las pastillas la libraba de tomar plena conciencia de los pensamientos que se le pasaban por la mente. De percibir la fragil linea divisoria entre crueldad y entrega. Pero ?que era la maldad? ?Quien establecia las reglas? ?Quien se tomaba la prerrogativa de definir una verdad aplicable a todos bajo cualquier circunstancia? Ella solo queria ayudar, rectificar, hacer que el absurdo «Jamas otra vez» resultase menos implacable. Pues todo podia rectificarse si uno se esforzaba lo suficiente. ?Tenia que ser asi! ?Asi tenia que ser!

Seguiria estando al lado de Pernilla, lo contrario resultaba impensable. Seguiria subordinandose, estando ahi mientras Pernilla la necesitara, dejando a un lado su propia vida mientras fuese preciso. Aun asi, sabia que, a la larga, no seria suficiente. Monika le habia arrebatado a Pernilla un esposo y a Daniella un padre, no les habia arrebatado una amiga. Se puso de pie y, sin ver nada, en realidad, se quedo mirando la porcion de pared sobre la zapatera. No habia caido en la cuenta antes, pero ahi estaba la solucion. Pernilla tenia que conocer a otro hombre, un hombre que pudiese llenar el vacio dejado por Mattias de un modo totalmente distinto al que ella podria ofrecerle nunca. Un hombre que se convirtiese en un nuevo padre para Daniella, que se hiciese cargo de la manutencion, que le diese a Pernilla el amor que la muerte de Mattias le habia arrebatado.

Monika se enderezo y el abrigo se deslizo hasta caer al suelo. Animada por su nueva idea, sintio que todo resultaba mas facil. Si hacia que Pernilla conociese a otro hombre, su mision habria concluido, habria cumplido por completo con su deber. Podrian seguir viendose como amigas y Pernilla jamas conoceria la verdad.

La deuda de Monika para con Mattias quedaria saldada.

Entro en el dormitorio y se tomo un somnifero directamente del blister. Ante todo, tenia que dormir. Descansar bien, para que su cerebro volviese a obedecer. Despues estaria preparada para empezar a organizar su nuevo plan: sacar a Pernilla por la noche, llevarla de bares, invitarla a algun viaje al extranjero, poner anuncios de contactos en su nombre, tanto en Internet como en los diarios.

Ella lo arreglaria todo.

Y las cosas volverian a funcionar.

Dejo la ropa en el suelo, exactamente donde se la quito. Y se durmio sin mas, tan pronto como su cabeza aterrizo en el almohadon, una vez convencida de que habia recobrado el control.

30

Maj-Britt observaba el ocaso desde el sillon. Las sombras se fortalecian cada vez mas negras en el apartamento para, finalmente, fundirse con el entorno.

Seis meses.

En un primer momento no sintio nada. Seis meses no era mas que un concepto temporal. Doce meses eran un ano y seis meses, medio, no tenia nada de especial. Conto con los dedos. El 12 de octubre. El 12 de octubre mas seis meses. Seria abril. Un otono, un invierno, pero ni una primavera entera.

El 12 de octubre.

Habia sido 12 de octubre muchas otras veces en su vida, aunque no podia recordar con detalle lo que habia hecho todos esos dias. Habrian pasado bastante desapercibidos. Pero justo aquel 12 de octubre seria muy especial. Seria el ultimo.

Seguramente llevaba sentada en el sillon mas de cuatro horas, lo que implicaba que le quedaban cuatro horas menos del ultimo 12 de octubre de su vida.

No era dejar la vida lo que la asustaba. Habia pasado mucho tiempo y muchos anos sin que ella les hubiese sacado el menor partido. Hacia mucho tiempo que la vida no le ofrecia nada por lo que ella sintiese verdadero interes.

Pero morir.

Ser aniquilada sin dejar el menor rastro tras de si, ni la mas minima huella. En tanto que el futuro estaba ahi como algo evidente, siempre existio la posibilidad, tan facil de posponer. A partir de ahora, el tiempo era limitado, era una cuenta atras, cada minuto se constituia, de repente, en una perdida sensible. Le resultaba del todo incomprensible que se tratase del mismo tiempo que, durante anos, habia ido transcurriendo despacio en tal abundancia que nunca supo que hacer con el. Un tiempo que avanzaba lentamente y pasaba de largo ahogado en puro sinsentido. Maj-Britt desapareceria sin dejar la mas minima huella.

Sus manos se aferraron con mas fuerza al brazo del sillon.

Diera o no su consentimiento, tendria que abandonarse a aquel inmenso Mas Alla, a la eternidad, donde ningun ser humano sabia lo que le aguardaba.

Imaginate que tuvieran razon. Si era tal y como ellos, con tanto afan, habian intentado grabar en su cabeza y que alli era donde esperaba el Gran Juicio. Si era asi, ella estaba completamente convencida de que el suyo no seria halagueno. No precisaba ningun examen de conciencia para comprender que lado de la balanza pesaria mas. Quizas El estaria esperando al otro lado, contento y satisfecho de tenerla por fin bajo su dominio, una vez que ella habia utilizado su derecho a elegir y habia pruebas sobradas de que se habia ganado el debido castigo.

No existia ninguna razon para vivir pero ?como atreverse a morir? ?Como osar abandonarse a la eternidad, cuando no sabia en que consistia?

La mas honda soledad.

Eternamente.

Cuando quedaba tanto por hacer.

La oscuridad se apodero del apartamento y su desasosiego fue en aumento. Cada minuto que pasaba era mas evidente. Tenia que equilibrar los dos platillos de la balanza como fuera.

Recordo a la mujer que, hacia unas horas, le comunico su sentencia de muerte, se miro de reojo la delgada

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