muneca de la mano en la que tenia la jeringa. Era fuerte, pero ahora el era mas fuerte. Consiguio torcer su mano y ella tuvo que soltarla. Todavia sin pensar aplasto la jeringa con su puno. Ella no emitio ni un sonido pero el odio brillaba en sus ojos.

El la golpeo fuertemente en el rostro.

Le llego el olor de ella y esto le hizo enloquecer aun mas, cogio su cabello y golpeo fuertemente su cabeza contra el suelo. Sus ojos no dejaban de mirarlo. Continuo golpeando y fue solo cuando sintio que el cuerpo de ella comenzaba a relajarse y los parpados se cerraron que consiguio parar.

Se puso de pie y sollozo. Aun le fluia la adrenalina. Se dio la vuelta y vio que la carta estaba sobre la mesa de centro. La doblo y se la guardo en el bolsillo del pantalon.

Corrio hasta el recibidor y comenzo a golpear la puerta de la calle.

Grito para pedir ayuda pero no tenia paciencia para esperar una respuesta. Corrio hasta la ventana e intento abrirla.

La luz de la oficina de Olof estaba apagada.

No tenia tirador y comprendio que las ventanas estaban selladas. Miro a su alrededor. Cogio uno de los telefonos que estaban en el suelo y lo lanzo contra el cristal. Se rompio todo el cristal interior pero en el exterior solo quedo un agujero del tamano del telefono. Arranco una de las cortinas, se la enrollo alrededor de la mano y comenzo a golpear los pedazos de cristal de la ventana.

Oyo que ella gemia en el recibidor. Cuando se asomo vio que estaba demasiado alto. Era impensable descolgarse. Era de noche y las farolas de la calle estaban iluminadas y los coches circulaban por Sibyllegatan con toda normalidad.

Vio el telefono destrozado abajo en la acera.

Pasaron dos personas. Intento gritar.

No pudo articular ni un sonido.

Se detuvieron junto al telefono y uno de ellos lo golpeo con el pie y miro hacia arriba. Peter se asomo por el alfeizar y agito los dos brazos. Las esposas colgaban de su mano izquierda.

Le saludaron agitando la mano y prosiguieron.

Le empezo a temblar todo el cuerpo.

Ella gimoteaba en el recibidor.

Vio que le sangraba un brazo.

No penso, su cuerpo aun seguia trabajando por su cuenta.

Entonces se dirigio al armario y abrio la puerta. El rostro hinchado de Elisabet Gustavsson le miraba fijamente, pero su cuerpo no le dejo reaccionar. Sus dedos aflojaron decididos el cinturon que la aseguraba al fondo del armario y su cuerpo inerte se desplomo sobre el suelo. La sujeto por debajo de las axilas, la arrastro hasta la ventana y con un ultimo esfuerzo consiguio alzarla hasta el alfeizar y tirar el cuerpo a traves de la ventana rota.

Se sento en el suelo extenuado.

Empezaban a flaquearle las fuerzas y el cerebro entro en accion.

Consiguio ponerse de pie y mirar por la ventana. El cuerpo yacia de una forma inusual sobre la acera. Ya se habian detenido dos coches. Agito la mano derecha hacia ellos y luego se tambaleo de espaldas hacia el interior de la habitacion completamente extenuado. En un ultimo esfuerzo consiguio encender la radio, el estereo y subir el volumen al maximo. A continuacion entro en el recibidor tambaleandose, paso por encima de Anja Frid y se metio en el cuarto de bano.

Cerro la puerta y saco la llave.

33

Se habia sentado en el retrete. El pequeno espacio daba vueltas frente a sus ojos, se reclino y los cerro. Cayo en un sopor sin sueno.

Alguien tiraba de la puerta. Se sento completamente derecho. Le dolia todo el cuerpo y la pequena habitacion aun daba vueltas.

– Hola, ?hay alguien ahi?

Era la voz de un hombre.

Intento decir algo para darse a conocer pero seguia sin voz. No tenia fuerzas para levantarse. Se apoyo hacia delante y golpeo la puerta.

– Abra la puerta -grito la voz-. ?Es la policia! ?Salga con las manos en alto!

Peter vio borrosamente que la llave estaba junto al retrete y alargo la mano para cogerla. Su cuerpo temblaba. En el mismo instante en que consiguio asirla se cayo hacia delante y se golpeo la cabeza contra el lavabo. Quedo tumbado en el suelo.

– Contare hasta tres -grito la voz-. ?Si no sale tiraremos la puerta abajo!

Uno, dos, tres.

Se oyo un golpe y trozos de madera llovieron sobre el. Intento protegerse la cabeza y no alcanzo a ver el filo del hacha atravesar la puerta.

Vio que la habitacion se iluminaba e intento girar la cabeza hacia la fuente de luz. Dos rostros le miraban y uno de ellos se acerco.

– Llame a Olof Lundberg en Saltsjo-Duvnas -susurro Peter. Parecia como si tuviera una herida abierta en la garganta.

Luego todo se oscurecio.

Reconocio de nuevo el olor, pero no pudo ubicar el sonido que se introdujo en su conciencia. Le dolia la garganta y aun podia sentir el hierro de las esposas alrededor de su muneca izquierda. Oyo el sonido de una respiracion y comprendio que alguien estaba sentado a su lado.

Abrio los ojos atemorizado.

Era Olof.

Cuando vio que Peter abria los ojos, se levanto y dio un paso hacia la cama. La habitacion estaba en penumbra, la unica luz venia de una lampara en la mesilla de la cama vacia a su lado.

– ?Que hora es? -susurro.

Olof miro el reloj.

– La una y media -respondio y sonrio.

Peter intento tragar. Le pico la garganta.

– ?Que dia es? -pregunto.

– Es domingo. No, ahora es lunes, claro. Es de noche. ?Quieres beber algo?

Asintio.

Olof cogio un vaso de zumo rojo de la mesilla y le puso la paja en la boca. Le pico la garganta como si el vaso contuviera alcohol puro.

Tosio.

– ?Donde estoy?

La garganta le dolia tanto que apenas podia hablar.

– En el Karolinska.

Olof coloco el vaso sobre la mesa y le miro preocupado.

Peter no sabia que decir. Simplemente se sentia tan sinceramente contento de que Olof estuviera sentado a su lado que podia contentarse con eso por el momento. Alargo la mano hacia Olof que la tomo y la acaricio.

La puerta se abrio y entro una enfermera en la habitacion.

– Vaya, ya se ha despertado -dijo amablemente-. ?Como se encuentra?

Comprobo la bolsa de suero y la canula que estaba clavada en su mano izquierda.

– Me duele mucho la garganta -susurro Peter con esfuerzo.

Intento carraspear pero fue aun peor.

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