se abrio el portal para dejar paso al bello carruaje de la vispera: Jean d'Autancourt rogaba al caballero de Raguenel que le concediera unos momentos de atencion. Y a pesar de tratarse de un joven timido, no se anduvo con rodeos:

—He venido a preguntaros, senor, si acogeriais de buen grado una visita del senor mariscal-duque de Fontsomme, mi padre.

Perceval se echo a reir e indico al joven que tomara asiento.

—?De buen grado, cuando se trata de tan gran honor? ?Querido marques, sonais! ?Y por que motivo desea visitarme vuestro senor padre?

—Para pediros la mano de Mademoiselle de l'Isle. Sois su padrino, su tutor tambien, creo, y el unico hombre en el mundo que posee la llave de su felicidad...

Esta vez, Perceval dejo de sonreir.

—?Diablos! ?No perdeis el tiempo! Es posible incluso que os apresureis demasiado. ?Estais seguro de que el mariscal aceptara la gestion que pretendeis imponerle? Sus expectativas sobre vuestro futuro son sin duda muy superiores a la alianza con una huerfana de la pequena nobleza, y...

—?No conoceis a mi padre, senor, bien lo veo! Porque en tal caso sabriais que es la mejor persona que existe en el mundo: leal al rey, buen cristiano y un padre atento, algo que no abunda en las familias actuales, os lo concedo. Desde la muerte de mi madre ha volcado sobre mi persona todo su carino. Solo anhela mi felicidad, y cuando vea a Sylvie... quiero decir a Mademoiselle de l'Isle, se prendara de ella a primera vista, como me ha sucedido a mi.

—Estoy dispuesto a creerlo, pero en tanto no sea el mismo quien me lo diga, no podre estar absolutamente seguro...

—?Quereis decir... que rechazais mi peticion?

—No, por cierto. Sin embargo, tampoco la acepto. Me haria muy feliz la union entre vos y mi pequena Sylvie, pero hasta que me sea presentada una peticion oficial, es decir venida de vuestro padre, no podre plantearme una respuesta en firme. Ademas, no ignorais que Sylvie ha sido criada por y en casa de Madame de Vendome, con cuya opinion es necesario contar tambien...

Jean hizo una mueca.

—?La duquesa o el duque? No os oculto que en mi casa no se le aprecia mucho. Es un agitador, un personaje peligroso...

—He aludido a la duquesa. Unicamente su aprobacion cuenta para mi. Y finalmente, si podemos reunir todos esos elementos, faltara el mas importante: la propia Sylvie. Sera ella, y solo ella, quien acepte o rehuse. La quiero demasiado para imponerle un matrimonio sin amor...

—Es muy natural. Pero, en ese caso, concededme una oportunidad para hacerme amar a la espera de que mi padre regrese de la guerra.

—?Que quereis decir?

—Permitidme venir a verla. En la corte no es nada facil, y voy alli en muy escasas ocasiones. A proposito... si os parece que me apresuro en exceso a presentaros mi suplica, es tambien a causa de su cargo de doncella de honor.

—?No ireis a decirme que compartis las ideas de ese La Ferriere sobre las doncellas de honor?

—?Dios me guarde! Pero el palacio es un hormiguero de intrigas. Ella esta sola alli... ?y es tan joven!

La preocupacion se reflejaba en el rostro regular, incluso un poco severo, del joven, y Perceval se sintio conmovido, pero aun quiso saber algo mas. De forma repentina, e incluso brutal, pregunto:

—?Por esa razon la habeis hecho seguir?

Si habia creido desconcertar a D'Autancourt, se equivoco. El joven enrojecio, pero respondio sin vacilar:

—Si. No me asombra que os hayais dado cuenta. Mis hombres recibieron la orden de no ocultarse. Y el termino que habeis empleado es impropio: no la hago seguir, la hago proteger. Desde que la conoci en el parque de Fontainebleau, es para mi infinitamente preciosa... ?y parece tan fragil! Ademas, no dispone de carroza ni de servidores varones. Tan solo de una criada joven que la acompana en un Paris casi tan peligroso como el Louvre. Queria que siempre hubiera cerca de ella alguien dispuesto a socorrerla. Asi pues, alquile una casa pequena en la Rue d'Autriche e instale en ella a mis servidores mas fieles: dos hermanos, Severin y Saturnin, que se parecen bastante entre si y que me son plenamente fieles. Los dos se relevan para garantizar, con carta blanca respecto a como hacerlo, la seguridad de Mademoiselle de l’Isle, sobre todo cuando yo estoy en el ejercito. ?Os parece ofensivo?

Raguenel se admiro en su fuero interno del poder de la fortuna puesta al servicio del amor, y penso que debia dar gracias a Dios por haber puesto en el camino de su pequena Sylvie a aquel muchacho de veinte anos que daba prueba de tal madurez. Seria, sin la menor duda, un esposo ideal, pero ?lo aceptaria Sylvie mientras su querido Francois no estuviera, a su vez, casado? A menos que... Despues de todo, ?no podia estar sujeto a cambios imprevisibles un corazon de quince anos, incluso enamorado?

—De ninguna manera —suspiro finalmente—. Muy al contrario, porque de ese modo me probais la profundidad de vuestro amor. En estas condiciones, me parece honesto confiar a ese amor de que dais prueba, y tambien a vuestro honor de gentilhombre, la verdad relativa a mi pupila, porque esa verdad reafirmara sin duda en vos la necesidad de protegerla que yo tambien me he impuesto.

Instintivamente, Jean aproximo su sillon al de Perceval, que fue hasta un armario y extrajo de el un frasco de vino de Espana y dos copas, que lleno. Ofrecio una y volvio a sentarse.

—El nombre y el feudo de L'Isle fueron concedidos a Sylvie por los Vendome cuando tenia cuatro anos, despues de un drama del que acababa de ser victima inconsciente. Se llama en realidad Sylvie de Valaines. Es la hija...

—?... Del baron de Valaines, cuya familia fue tan misteriosamente exterminada hara... una decena de anos?

—En efecto, se recurrio a un velo de misterio para cubrir un crimen espantoso. Solo los Vendome y yo conocemos la verdad. Una verdad que compartire con vos si me dais vuestra palabra de no revelarla a nadie, ni siquiera al duque vuestro padre, hasta nueva orden.

—?La teneis! ?Hablad, os lo ruego! No os arrepentireis.

—Pues bien, el mismo dia en que su legitimo senor, el duque Cesar, era arrestado en Angers, en 1626, la baronesa de Valaines, que era una querida amiga mia, y toda su familia, fueron asesinados. Solo pudo escapar la pequena Sylvie, que fue recogida por el actual duque de Beaufort...

Perceval hablo largo rato, escuchado con atencion apasionada por Jean d'Autancourt. Lo conto todo: el robo de las cartas de Maria de Medicis, el martirio de Chiara y la marca impuesta por su verdugo, su propia busqueda de la verdad y, finalmente, los lazos de carino que unian a Sylvie con Francois desde que el la llevase a Anet.

—?Es muy natural! —comento Jean sin pestanear.

—Anadire que ella ha olvidado el drama de su primera infancia, O al menos, los recuerdos que conserva son tan vagos como los de una pesadilla.

—?Y los asesinos? ?Los conoceis?

—Conozco a uno de ellos: ese La Ferriere que tanto se interesa por mi pequena. Consiguio que le donasen el castillo so pretexto de que llevaba su nombre y que tenia que haberle pertenecido desde hacia anos. En cuanto al otro, el asesino del sello de lacre, puedo deciros que sigo ignorando quien es, pero tengo la seguridad de que se encuentra en Paris y de que continua matando de la misma manera. La unica diferencia es que ahora ataca a las rameras. Todo eso explica por que yo no deseaba que Sylvie fuera doncella de honor tan joven. En el hotel de Vendome o en los castillos de la familia, estaba mucho mejor protegida porque quedaba oculta a la curiosidad publica. Habria preferido cien veces que viviera conmigo.

—Pero ?la decision no os correspondia a vos?

—No. Sobre todo desde el momento en que la reina expreso su deseo de tenerla a su lado.

—?Habra que conformarse con lo que tenemos! —suspiro el joven—. Para empezar, mi gente seguira vigilando sin descanso.

—Es una personita muy vivaz y muy obstinada.

—Decid mejor que es adorable...

—?Y que la adorais? Estoy seguro de ello, pero habeis de saber que aun no esta preparada para el matrimonio, con quien sea, y que probablemente sera dificil despegar su corazon del amigo de la infancia al que

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