adorna con todas las cualidades...

—?Intentais decirme que debo tener paciencia? La tendre, podeis estar seguro... ?pero dejadme a pesar de todo probar suerte!

—?Por que no? Tal vez conseguireis llevarla poco a poco a... compartir vuestros proyectos de futuro. Esta noche le dire solamente que me habeis visitado y que yo os he autorizado a venir a distraerla siempre que lo deseeis.

El joven marques se ruborizo de nuevo, pero sus ojos grises se iluminaron.

—?Creeis que aceptara mi presencia?

—Lo contrario me asombraria. Os tiene simpatia. Y ademas, ?no sois ahora de alguna manera su heroe?

En efecto, Sylvie, halagada en el fondo por inspirar un sentimiento sincero, descubrio con placer a un companero muy agradable en el futuro duque de Fontsomme. No le faltaban ingenio, cultura ni buen humor. Le gustaba la musica, todas las musicas incluida la de los versos, y resulto ser un admirador apasionado del senor de Corneille. Sylvie paso a su lado ratos encantadores, en la casa o en el exterior. Con Raguenel o con Jeannette en el papel de carabina, se les vio juntos en la comedia, en las librerias de la Rue Saint-Jacques, en las tiendas de curiosidades del Marais, en la Place Royale, o, en carroza, en el paseo del Cours-la-Reine. Fueron un poco a todas partes con la excepcion de los salones, a pesar de algunas invitaciones motivadas sobre todo por la curiosidad, con el fin de no dar caracter oficial a una relacion que se planteaba en el plano de la pura amistad. Por lo demas Jean supo, con una prudencia impropia de sus pocos anos, evitar la menor alusion a los sentimientos profundos que despertaba en el su joven companera: estaba alli solo para distraerla durante las vacaciones que le habian concedido...

Y que terminaron al cabo de un mes, con la llegada de un billete de Mademoiselle de Hautefort, que suplicaba a Sylvie que regresara lo mas pronto posible. «Os necesito —escribia la Aurora—, y Su Majestad os echa de menos.»

?Que hacer despues de aquello, sino el equipaje? Sylvie y Jeannette dejaron entre suspiros la Rue des Tournelles y regresaron al Louvre.

9

Jaque a la reina

Mademoiselle de Hautefort se habia hecho un esguince al bajar el Grand-Degre sin consideracion por sus zapatos nuevos de tacon alto, pero, indomable segun su costumbre, no por ello habia abandonado sus funciones de dama de compania. Sentada, por privilegio especial del rey, en un taburete,[25] con el pie vendado reposando sobre un almohadon, dirigia a un ritmo infernal el ballet de las camareras, que tenian pocas razones para felicitarse de su humor. Acogio a Sylvie con la disposicion del perro al que acaban de quitar su hueso.

—?Vaya, por fin habeis venido! Os doy mi palabra de que empezaba a creer que no volveriamos a veros nunca mas.

—Os equivocabais. He venido desde el momento en que me habeis llamado.

—Eso es precisamente lo que os reprocho: ?ha sido necesario llamaros! Al parecer, no se os ha ocurrido quepodiamos necesitaros. ?Bien es verdad que estabais muy ocupada asegurandoos un brillante porvenir!

—?Yo? ?Un brillante porvenir? —dijo Sylvie, un poco sorprendida por la reganina.

—?Que, si no? Se os ve en todas partes en compania del futuro duque de Fontsomme...

—?Eso no quiere decir nada! Monsieur d'Autancourt vino en mi ayuda en una circunstancia penosa; le estoy enormemente reconocida y hemos hecho amistad. ?Nada mas!

Una chispa alegre ilumino por fin los ojos azules de la Aurora.

—Eso tambien lo se..., ?y no os deis tantos humos, Sylvie, que no os sienta en absoluto! Quiero anadir, para evitar cualquier malentendido, que no deseo para vos nada mejor que el que llegueis a ser la esposa de ese amable muchacho. Ahora, hablemos de otra cosa. La reina desea trasladarse manana al Val-de-Grace. Yo hare que me lleven con ella, pero supongo que os hareis cargo de que necesitaremos a alguien que cojee menos que yo.

—La reina cuenta con una treintena de doncellas de honor. ?Tanta necesidad teneis de mi para... rezar en un convento? —dijo Sylvie medio en serio medio en broma, pues la perspectiva no la atraia lo mas minimo. Pero su replica hizo que Marie palideciera subitamente:

—?Que significa ese lenguaje? ?Habeis olvidado vuestra fidelidad bajo los arboles de la Place Royale? Los Fontsomme son leales al rey y...

—?Son soldados! —la interrumpio Sylvie—. Estaria bonito que los oficiales no le fueran leales. Pero tambien lo son a la reina, y no es en su compania donde aprendere lecciones de traicion. ?Debemos ir al Val? ?Pues bien, iremos al Val! Solamente he querido haceros rabiar un poco. ?Sera cosa de mi faceta de «gatita»? ?Soy muy traviesa! —concluyo con una sonrisa ironica.

—Pues no es el mejor momento para travesuras, os lo aseguro. En nuestra ultima visita alla abajo, durante vuestra ausencia, La Porte, que estaba citado con Auger, estuvo a punto de ser detenido por un destacamento de la guardia que perseguia a un ladron que habia cruzado la muralla de Paris escalando unos escombros...

Sylvie ardia en deseos de saber si Francois habia vuelto, pero por la cara de su companera comprendio que corria el riesgo de una nueva reganina.

Ademas, acababa de entrar Mademoiselle de Pons, y por mas que se tratara de una persona bastante anodina, no era el mejor momento para tocar el tema. De hecho, la recien llegada venia a invitarla a acudir a la alcoba de la reina, que acababa de levantarse y que la acogio con mucha bondad.

—?Sabeis que os anoraba, hija mia? —dijo al tiempo de tenderle una mano, sobre la que se inclino Sylvie —. Vuestra voz posee el don milagroso de expulsar las preocupaciones y mitigar las penas. ?No me abandoneis!

—Vuestra Majestad sabe hasta que punto deseo complacerla. Habria regresado antes si me hubiese atrevido a pensar que la reina podia necesitarme.

—?Mas de lo que creeis! Esta tarde cantareis para mi, y manana me acompanareis a la abadia para cantar alli las alabanzas a la Reina del Cielo. Necesitamos mucho de su auxilio...

Ana de Austria parecia nerviosa y Sylvie se dio cuenta de que la atmosfera del Louvre habia cambiado durante el ultimo mes. Habia menos gente alrededor de la reina. Con la llegada del verano, sin duda Paris se vaciaba en beneficio de los castillos, pero era extrano de todos modos que el circulo de Su Majestad se limitara a media docena de personas. Sylvie no pudo por menos que comentarlo con Marie. Esta se encogio de hombros y dijo:

—Olvidais que tambien nosotras deberiamos estar en Fontainebleau o en Chantilly, que el rey ha designado como residencia de verano este ano, y adonde desea que nos traslademos con la mayor celeridad.

—?Por que entonces no vamos alli?

—?No hagais tantas preguntas! La reina ha echado la culpa a su equipaje, que no esta a punto... y a vuestra ausencia, porque yo me veo bastante impedida, pero marcharemos de Paris dentro de pocos dias. Y eso nos da tanto mas trabajo. —Y, bajando la voz, anadio—: Esperamos correo...

En efecto, si el Louvre parecia un tanto adormecido, en cambio el Val-de-Grace se revelo pletorico de actividad. Instalada en el salon junto a una mesa cubierta de papeles, Mademoiselle de Hautefort, entre masaje y masaje a su pie, redactaba largos despachos en tanto que Ana de Austria recibia a numerosas visitas. Las diurnas se relacionaban sobre todo con obras de caridad. La reina escuchaba desgracias y distribuia limosnas, pero Sylvie sabia que la vida nocturna era mas interesante. La primera noche, la joven introdujo a un ingles de aspecto altivo, lord Montagu, que era al mismo tiempo un antiguo amigo de Buckingham, un antiguo amante de Madame de Chevreuse y un fiel amigo de la soberana. Lo recibio en su alcoba pero la visita no duro mucho: Walter Montagu

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