Carver se encogio de hombros.

– Desde aqui no lo se. Podria ser interno.

– ?Ya los has llamado?

– No, queria decirtelo antes.

Mc Ginnis estaba de pie detras de Carver, pasando el peso del cuerpo de un pie al otro y mirando los servidores que estaban al otro lado del cristal, como si la respuesta estuviera alli.

– ?Que opinas? -pregunto.

– El problema no esta aqui; lo he comprobado todo. Esta en su lado. He de enviar a alguien para que lo arregle y reabra el trafico. Creo que Stone esta listo, lo enviare. Luego averiguaremos de donde proviene y nos aseguraremos de que no vuelva a pasar. Si es un hacker, quemaremos al cabron en su cama.

– ?Cuanto tardara?

– Hay vuelos a Los Angeles casi cada hora. Pondre a Stone en un avion y llegara a primera hora de la manana.

– ?Por que no vas tu? Quiero que esto se solucione.

Carver vacilo. Queria que Mc Ginnis pensara que habia sido idea suya.

– Creo que Freddy Stone puede ocuparse.

– Pero tu eres el mejor. Quiero que Dewey y Bach vean que no nos andamos con chiquitas, que hacemos lo que hay que hacer. Si tienen un problema, enviamos a nuestro mejor hombre, no a un jovencito. Llevate a Stone o a quien necesites, pero quiero que vayas tu.

– Ire ahora mismo.

– Mantenme informado.

– Lo hare.

– Yo tambien he de ir al aeropuerto a recibir a las visitas.

– Si, a ti te toca el trabajo duro.

– No hurgues en la herida.

Le dio una palmadita a Carver en el hombro y volvio a salir. Este se quedo un momento sentado, quieto, sintiendo el residuo de la compresion en el hombro. Odiaba que lo tocaran.

Por fin se movio. Se inclino hacia su pantalla y tecleo el codigo de desactivacion de alarma. Confirmo el protocolo y lo borro.

Carver saco su movil y pulso una tecla de marcado rapido.

– ?Que pasa? -dijo Stone.

– ?Sigues con Early?

– Si, estamos construyendo la torre.

– Vuelve a la sala de control. Tenemos un problema. En realidad, dos. Y hemos de ocuparnos de ellos. Estoy trabajando en un plan.

– Voy para alla.

Carver cerro el telefono con un clic.

Capitulo 6

La carretera mas solitaria de America

A las nueve de la manana del miercoles estaba esperando a las puertas de Schifino & Associates, en la cuarta planta de un edificio de oficinas de Charleston Boulevard, cerca del centro de Las Vegas. Estaba cansado y me deslice por la pared para sentarme en el bonito suelo enmoquetado. Me sentia particularmente desafortunado en una ciudad que se suponia que inspiraba suerte.

La noche habia empezado bastante bien. Despues de llegar al hotel Mandalay Bay a medianoche, me senti demasiado nervioso para dormir. Baje al casino y converti los doscientos dolares que habia llevado conmigo en el triple de esa cantidad en la ruleta y las mesas de blackjack.

El abultamiento de mi billetera junto con el alcohol gratis que habia bebido mientras jugaba me hicieron conciliar el sueno con facilidad cuando volvi a mi habitacion. Sin embargo, las cosas tomaron un giro calamitoso despues de recibir la llamada del despertador telefonico. El problema era que no habia pedido que me despertaran. Desde recepcion me llamaban para decirme que habian rechazado mi tarjeta American Express emitida por el Times.

– Eso es absurdo -dije-. Compre un billete de avion con ella anoche, alquile un coche en el Mc Carran e iba bien cuando me registre. Alguien paso la tarjeta.

– Si, senor, eso es solo un proceso de autorizacion. No se carga el importe en la tarjeta hasta las seis de la manana del dia de la partida. Pasamos la tarjeta y la rechazaron. ?Puede bajar y darnos otra tarjeta?

– No hay problema. Queria levantarme ahora de todos modos para poder ganar un poco mas de su dinero.

Pero si habia un problema, porque ninguna de las otras tres tarjetas de credito que tenia funciono. Rechazaron las tres y me vi obligado a devolver la mitad de mis ganancias para salir del hotel. Cuando llegue al coche de alquiler, saque el movil para llamar a las companias de tarjetas de credito una por una, pero no pude hacer ninguna llamada porque mi telefono estaba muerto, y no era cuestion de cobertura. El telefono estaba muerto, servicio desconectado.

Estaba enfadado y confundido, pero no me amilane y me dirigi a la direccion de William Schifino que habia buscado antes. Todavia tenia que escribir un articulo.

Unos minutos despues de las nueve, una mujer salio del ascensor y se dirigio por el pasillo hacia mi. Me fije en la ligera vacilacion en su zancada cuando me vio en el suelo, apoyado en la puerta de Schifino. Me levante y la salude con la cabeza cuando se acercaba.

– ?Trabaja para William Schifino? -pregunte con una sonrisa.

– Si, soy su recepcionista. ?En que puedo ayudarle?

– Tengo que hablar con el senor Schifino. He venido de Los Angeles y…

– ?Tiene una cita? El senor Schifino solo ve a potenciales clientes con cita previa.

– No tengo cita, pero tampoco soy un potencial cliente. Soy periodista. Quiero hablar con el senor Schifino de Brian Oglevy. Lo acusaron el ano pasado de…

– Se quien es Brian Oglevy. El caso esta en apelacion.

– Si, lo se, lo se. Tengo informacion nueva. Creo que el senor Schifino querra hablar conmigo.

La mujer hizo una pausa con las llaves a escasos milimetros de la cerradura y me miro como para evaluarme por primera vez.

– Se que querra -dije.

– Puede pasar y esperar. No se cuando llegara. No tiene tribunal hasta la tarde.

– Tal vez podria llamarle.

– Tal vez.

Entramos en la oficina y ella me dirigio a un sofa de una pequena sala de espera. Los muebles eran comodos y parecian relativamente nuevos. Daba la sensacion de que Schifino era un buen abogado. La recepcionista se sento a su escritorio, encendio su ordenador y empezo a preparar su rutina diaria.

– ?Va a llamarle? -le pregunte.

– Cuando tenga un momento. Pongase comodo.

Lo intente, pero no me gustaba esperar. Saque mi portatil de la bolsa y lo encendi.

– ?Tienen Wi-Fi aqui? -pregunte.

– Si.

– ?Puedo usarlo para revisar mi correo? Solo seran unos minutos.

– No, me temo que no.

Me la quede mirando.

– ?Disculpe?

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