momento. Vuelva manana y podra visitarlo.

Negue con la cabeza, enfadado. Todos los problemas del dia estaban a punto de hervir y ese capitan de prision iba a salir escaldado.

– Mire, llevo cuatro horas conduciendo desde Las Vegas para esta entrevista. ?Me esta diciendo que de media vuelta y haga lo mismo manana? No voy a…

– No le estoy diciendo que vuelva a Las Vegas; yo en su lugar me quedaria en el hotel Nevada. No es un mal sitio. Tienen salon de juego y un bar de copas. Si se queda alli tendre a su hombre preparado cuando vuelva aqui por la manana. Puedo prometerselo.

Negue con la cabeza, sintiendome impotente por todo. No tenia eleccion.

– A las nueve en punto -dije-. ?Usted estara aqui?

– Estare aqui personalmente para prepararlo.

– ?Puede decirme por que no puedo verlo hoy?

– No, no puedo. Es una cuestion de seguridad.

Negue con la cabeza en ademan de frustracion una vez mas.

– Gracias, capitan. Supongo que lo vere manana.

– Estare aqui.

Despues de volver a mi coche de alquiler, marque el hotel Nevada de Ely en el GPS y segui las instrucciones hasta que llegue alli en treinta minutos. Meti el coche en el aparcamiento y vacie los bolsillos antes de decidirme a entrar. Contaba con 248 dolares en efectivo. Sabia que tendria que gastar al menos 75 en gasolina para llegar al aeropuerto de Las Vegas. Podia comer barato hasta que llegara, pero necesitaria otros 40 dolares para el taxi del aeropuerto a casa. Asi que calcule que tenia unos cien dolares para el hotel. Mirando el aspecto gastado de los seis pisos supuse que eso no supondria un problema. Baje del coche, saque la maleta y entre.

Cogi una habitacion de cuarenta y cinco dolares en el cuarto piso. La habitacion era correcta y limpia, y la cama, razonablemente comoda. Eran solo las cuatro de la tarde, demasiado pronto para gastarme lo que quedaba de mi fortuna en alcohol. Asi que saque mi telefono prepago y empece a devorar minutos. Primero llame a Angela Cook, probando en su movil y en la linea del despacho y sin obtener respuesta. Deje el mismo mensaje dos veces, luego me trague el orgullo y llame otra vez a Alan Prendergast. Me disculpe por mi arrebato y mi lenguaje en la anterior llamada. Trate de explicarle de manera calmada lo que estaba ocurriendo y la presion que estaba sintiendo. El respondio con monosilabos y me dijo que tenia que ir a una reunion. Le dije que le mandaria un texto de prevision revisado del articulo si podia conectarme y me dijo que no me apresurara.

– Prendo, hemos de sacar esto en el periodico del viernes o lo sacaran todos los demas.

– Mira, he hablado de esto en la reunion de noticias. Queremos actuar con cautela. Te tenemos a ti perdido en el desierto, no hemos tenido noticias de Angela y, francamente, nos estamos preocupando. Deberia haber llamado. Lo que quiero es que vuelvas aqui cuanto antes para que podamos sentarnos y ver que tenemos.

Podria haberme enfadado otra vez por la forma en que me estaba tratando, pero habia percibido algo mas apremiante: Angela.

– ?No habeis recibido ningun mensaje de ella en todo el dia?

– Ni uno. Envie a un periodista a su apartamento para ver si estaba alli, pero no hubo respuesta. No sabemos donde esta.

– ?Le ha pasado alguna otra vez?

– Alguna vez llamo a media manana para decir que estaba enferma. Probablemente eran resacas, pero al menos llamo. Esta vez no.

– Bueno, escucha. Si alguien tiene noticias suyas, me avisas, ?de acuerdo?

– Claro, Jack.

– Vale, Prendo. Hablaremos cuando vuelva.

– ?Tienes monedas? -pregunto Prendergast a modo de oferta de paz.

– Unas pocas -dije-. Ya nos veremos.

Cerre el telefono y pense en la desaparicion en combate de Angela. Empece a preguntarme si todo estaba relacionado. Mis tarjetas de credito, que nadie tuviera noticias de Angela. Parecia pillado por los pelos porque no veia ningun punto de conexion.

Mire a mi alrededor en la habitacion de cuarenta y cinco dolares. Habia un pequeno folleto en la mesa lateral que decia que el hotel contaba con mas de setenta y cinco anos de historia y habia sido en su momento el edificio mas alto de Nevada, cuando las minas del cobre hicieron de Ely una ciudad en alza y nadie habia oido hablar de Las Vegas. Esos dias habian pasado hacia mucho.

Encendi mi portatil y use el Wi-Fi gratuito del hotel para tratar de conectarme a mi cuenta de correo, pero mi contrasena fue rechazada y al cabo de tres intentos me desconectaron. Sin duda, quien habia cancelado mi credito y el servicio de movil habia cambiado tambien mi contrasena.

– Esto es una locura -dije en voz alta.

Incapaz de establecer contacto con el exterior, me concentre en el frente interno. Abri un documento en el portatil y saque mis notas en papel. Empece con una narrativa que resumia los movimientos del dia. Tarde mas de una hora en terminar el proyecto, pero cuando lo hice tenia para un articulo de setecientas palabras. Y era un buen articulo. Probablemente el mejor que habia escrito en anos.

Despues de leerlo y mejorarlo con algunas correcciones, me di cuenta de que trabajar me habia dado hambre. Asi que conte una vez mas el dinero que me quedaba y sali de la habitacion despues de asegurarme de que la puerta quedaba bien cerrada. Camine hasta la sala de juego y llegue a una barra situada junto a las tragaperras. Pedi una cerveza y un sandwich de carne y me sente a una mesa del rincon con vistas a las maquinas.

Al mirar a mi alrededor percibi que el lugar tenia un aura de desesperacion de segunda, y me deprimio la idea de pasar otras doce horas alli. Pero no tenia muchas opciones. Estaba varado e iba a quedarme asi hasta la manana.

Mire otra vez mi pila de efectivo y decidi que tenia bastante para otra cerveza y para echar unas cuantas monedas de cuarto de dolar en las tragaperras baratas. Me puse en una hilera de maquinas que habia cerca de la entrada del vestibulo y empece a echar mi dinero en una de poquer electronico. Perdi mis primeras siete rondas antes de sacar un full. Segui con un color y una escalera. Enseguida pense que podia permitirme una tercera cerveza.

Otro jugador se sento a dos maquinas de distancia. Apenas me fije en el hasta que decidio que le apetecia el consuelo de la conversacion mientras perdia su dinero.

– ?Has venido a mojar? -pregunto con alegria.

Lo mire. Tendria unos treinta anos y grandes y pobladas patillas. Llevaba un sombrero de vaquero sobre un cabello rubio sucio, guantes de conducir de cuero y gafas de espejo, aunque estabamos en el interior del hotel.

– ?Perdon?

– Dicen que hay un par de burdeles fuera de la ciudad, pero no se cual de los dos tiene mejor carne. Acabo de venir de Salt Lake de una tirada.

– No lo se, tio.

Volvi a mi maquina y trate de concentrarme en con que me quedaba y que descartaba. Tenia el as, el tres, el cuatro y el nueve de picas ademas del as de corazones. ?Lo intentaba con el color o iba de conservador, me quedaba la pareja y esperaba un tercer as u otra pareja?

– Pajaro en mano, tio -dijo el Patillas.

Lo mire y el asintio como para decirme que no me cobraba por el sabio consejo. Vi el reflejo de mi pantalla en sus gafas de espejo. Lo unico que me faltaba era alguien dandome consejos en poquer de cuarto de dolar. Me quede las picas, descarte el as de corazones y le di al boton. El dios de la maquina dicto su suerte. Me toco la jota de picas y cobre siete a uno por el color. Lastima que solo estuviera jugando monedas de cuarto.

Le di al boton de final de partida y escuche que caian en cascada catorce dolares en monedas de veinticinco centavos a la bandeja metalica. Las recogi en una taza de plastico para guardar cambio, y me levante dejando alli al Patillas.

Lleve las monedas a la caja y pedi cobrar. Ya no tenia ganas de jugar por calderilla. Decidi invertir mis ganancias en otras dos cervezas y subir de nuevo a mi habitacion. Podia seguir escribiendo y prepararme para la entrevista del dia siguiente. Iba a hablar con un hombre que llevaba mas de un ano en prision por un asesinato

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