que -yo estaba convencido- no habia cometido. Iba a ser un dia maravilloso, el inicio del sueno de cualquier periodista de liberar a un hombre inocente de una condena injusta.

Mientras esperaba el ascensor en el vestibulo, baje las botellas a un costado por si acaso estaba infringiendo alguna norma de la casa. En cuanto entre en la cabina, pulse el boton y me coloque en el rincon. Las puertas empezaron a unirse pero entonces una mano enguantada se interpuso en el infrarrojo y las puertas volvieron a abrirse.

Entro mi colega el Patillas. Levanto un dedo para pulsar un boton, pero se retiro.

– Eh, vamos al mismo piso -dijo.

– Fantastico.

Fue al rincon opuesto. Sabia que iba a decir algo y no tenia adonde huir. Espere y no me decepciono.

– Eh, colega, no queria fastidiarte alli abajo. Mi exmujer ya decia que hablo demasiado. Quiza por eso es mi exmujer.

– No te preocupes -dije-. De todos modos, tengo trabajo que hacer.

– Asi que has venido a trabajar, ?eh? ?Que clase de trabajo te ha traido a esta parte del mundo dejada de la mano de Dios?

Ya estabamos otra vez. El ascensor se movia tan despacio que habria sido mas rapido ir por la escalera.

– Tengo una cita manana en la prision.

– Vaya. ?Eres abogado de uno de esos tios?

– No. Periodista.

– Um, un escritor, ?eh? En fin, buena suerte. Al menos despues podras irte a casa, no como esos tipos que estan ahi dentro.

– Si, que suerte.

Me acerque a la puerta al llegar al cuarto piso para darle una clara senal de que habia terminado con la conversacion y queria ir a mi habitacion. El ascensor se detuvo y las puertas tardaron un tiempo interminable en empezar a abrirse.

– Buenas noches -dije.

Sali deprisa del ascensor y me dirigi a la izquierda. Mi habitacion era la tercera puerta del pasillo.

– Igualmente, socio -dijo el Patillas detras de mi.

Tuve que cambiarme de mano las dos botellas para sacar la llave de mi habitacion. Cuando estaba delante de la puerta, sacando la llave del bolsillo, vi que el Patillas venia hacia mi por el pasillo. Me volvi y mire a mi derecha. Solo habia otras tres habitaciones por alli hasta la salida de la escalera. Tuve el presentimiento de que ese tipo terminaria llamando a mi puerta durante la noche para decirme que bajara a tomar una cerveza o a irnos de putas. Lo primero que pensaba hacer era recoger, llamar a recepcion y cambiar de habitacion. El no conocia mi nombre y no podria encontrarme.

Finalmente meti la llave en la cerradura y abri la puerta. Mire otra vez al Patillas y lo salude con la cabeza. Su cara se ilumino con una extrana sonrisa al acercarse.

– Eh, Jack -dijo una voz desde dentro de mi habitacion.

Me volvi abruptamente para ver a una mujer que se levantaba de la silla que estaba junto a la ventana de mi habitacion. Inmediatamente reconoci a Rachel Walling. Tenia una fachada profesional. Senti la presencia del Patillas pasando por detras de mi hacia su habitacion.

– ?Rachel? -dije-. ?Que estas haciendo aqui?

– ?Por que no pasas y cierras la puerta?

Obedeci, todavia anonadado por la sorpresa. Oi que otra puerta se cerraba ruidosamente en el pasillo. El Patillas habia entrado en su habitacion.

Con cautela, me adentre.

– ?Como has entrado?

– Sientate y te lo explicare.

Doce anos antes habia mantenido una corta, intensa y digamos que indebida relacion con Rachel Walling. Pese a que habia visto fotos suyas en los periodicos unos anos atras -cuando ayudo a la policia de Los Angeles a encontrar y matar a un fugitivo en Echo Park-, no la habia visto en persona desde que nos habiamos sentado juntos en la sala de un tribunal una decada antes. Aun asi, no habian pasado muchos dias en esos diez anos sin que pensara en ella. Rachel Walling era una razon -quiza la mas importante- por la que siempre habia considerado ese tiempo como el momento culminante de mi vida.

Mostraba pocos signos externos de los anos transcurridos, aunque sabia que habia sido una epoca dura. Pago por su relacion conmigo cinco anos de condena en una oficina unipersonal en Dakota del Sur. Paso de hacer perfiles de asesinos en serie y perseguirlos a investigar apunalamientos en bares de reservas indias.

Pero habia salido de ese pozo y hacia cinco anos la habian destinado a Los Angeles, donde trabajaba en alguna clase de unidad de inteligencia ultrasecreta. La habia llamado al enterarme y habia contactado con ella; pero me habia rechazado. Desde entonces le habia seguido la pista desde lejos siempre que habia podido. Y ahora estaba delante de mi en mi habitacion de hotel, en medio de ninguna parte. En ocasiones resultaba extrano como funcionaba la vida.

Dejando de lado mi sorpresa por su aparicion, no podia dejar de mirarla y sonreirle. Ella mantuvo la fachada profesional, pero vi que no apartaba la mirada. No era frecuente estar tan cerca de un amante de hace tanto tiempo.

– ?Con quien estabas? -pregunto-. ?Vas con un fotografo en este articulo?

Me volvi hacia la puerta.

– No, estoy solo. Y no se quien era ese. Solo un tipo que se ha puesto a hablar conmigo en el salon de juego. Ha ido a su habitacion.

Ella paso abruptamente a mi lado, abrio la puerta y miro a ambos lados del pasillo antes de volver a entrar en la habitacion y cerrarla.

– ?Como se llama?

– No lo se. En realidad no hablaba con el.

– ?En que habitacion esta?

– Tampoco lo se. ?Que pasa aqui? ?Como es que estas en mi cuarto?

Senale la cama. Mi portatil estaba abierto y las notas impresas, asi como las copias de los archivos del caso que habia conseguido de Schifino y Meyer y los articulos que habia encontrado Angela Cook en Internet, desplegados en abanico sobre la colcha. Lo unico que faltaba era la transcripcion del interrogatorio de Winslow, y solo porque era demasiado pesada para llevarla conmigo.

Yo no lo habia dejado todo asi en la cama.

– ?Y estabas mirando mis cosas? Rachel, te he pedido ayuda, no que entraras en mi habitacion y…

– Sientate, ?quieres?

La habitacion solo tenia una silla, en la que ella habia estado esperando. Me sente en la cama, cerre el portatil con gesto hosco y apile mis documentos. Ella se quedo de pie.

– Vale, ensene mis credenciales y le pedi al gerente que me dejara pasar. Le dije que tu seguridad podria estar en peligro.

Negue con la cabeza, confundido.

– ?De que estas hablando? Nadie sabe siquiera que estoy aqui.

– No estaria tan segura de eso. Me dijiste que ibas a la prision. ?A quien mas se lo dijiste? ?Quien mas lo sabe?

– No lo se. Se lo dije a mi redactor y hay un abogado en Las Vegas que lo sabe. Nada mas.

Ella asintio.

– William Schifino. Si, he hablado con el -me explico.

– ?Has hablado con el? ?Por que? ?Que esta pasando aqui, Rachel?

Rachel asintio de nuevo, pero esta vez no era en un gesto de acuerdo. Asintio porque sabia que tenia que decirme lo que estaba pasando, aunque fuera contra el credo del FBI. Coloco la silla en el centro de la habitacion y se sento de cara a mi.

– Cuando me has llamado hoy no has sido muy coherente, Jack; sera porque eres mejor escribiendo historias que contandolas. No importa. La cuestion es que, de todo lo que me dijiste, me quede con la parte de tus tarjetas

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