– ?Que es lo que falta? -le pregunte-. ?Como iba a matarme y hacerlo pasar por un suicidio?
– Estuviste bebiendo, ?verdad? Entraste en la habitacion con dos botellas de cerveza. Me acuerdo de eso.
– Si, pero solo habia tomado otras dos antes.
– Pero ayudaria a vender la escena. Las botellas vacias esparcidas por la habitacion del hotel. Cuarto desordenado, mente desordenada, ese tipo de cosas.
– Pero la cerveza no me iba a matar. ?Como pensaba hacerlo?
– Ya has dado la respuesta antes, Jack. Has dicho que tenias un arma.
?Bang! Todo encajo. Me puse de pie y me dirigi a mi dormitorio. Habia comprado una Colt Government Series 70 calibre 45 doce anos antes, despues de mi encuentro con el Poeta. Todavia andaba suelto en ese momento y queria algo de proteccion en caso de que viniera a buscarme. Guardaba el arma en un cajon al lado de mi cama y solo la sacaba una vez al ano para ir a la galeria de tiro.
Rachel me siguio hasta el dormitorio y vio como abria el cajon. La pistola habia desaparecido. Me volvi hacia ella.
– Me has salvado la vida, ?lo sabes? Ahora ya no hay duda de eso.
– Me alegro.
– ?Como iba a saber que tenia un arma?
– ?Esta registrada?
– Si, pero ?que? ?Ahora estas diciendo que puede introducirse en los ordenadores del ATF? Es un poco exagerado, ?no te parece?
– En realidad, no. Si entro en el ordenador de la prision, no veo por que no podria entrar en el de registro de armas. Y ese es solo un lugar donde podria haber conseguido la informacion. En el periodo en que la compraste te entrevisto todo el mundo, desde Larry King a la revista
Negue con la cabeza.
– Es increible. Si. Lo dije en algunas entrevistas. Tenia la esperanza de que corriera la voz y disuadiera al Poeta de hacerme una visita por sorpresa.
– Ahi lo tienes.
– Pero para que conste, nunca he hecho una entrevista con el
– Perdon.
– De todos modos, este tipo ya no es tan listo como pensamos. Habia un error grande en su plan.
– ?Cual?
– Vole a Las Vegas. Todo el equipaje se revisa. Yo nunca habria conseguido pasar el arma por alli.
Rachel asintio con la cabeza.
– Tal vez no. Pero creo que es un hecho ampliamente aceptado que el proceso de analisis no es perfecto al cien por cien. Probablemente habria molestado a los investigadores en Ely, pero no lo suficiente para hacerles cambiar su conclusion. Siempre hay cabos sueltos en cualquier investigacion.
– ?Podemos volver al salon?
Rachel salio de la habitacion y yo la segui, mirando por encima del hombro hacia la cama al cruzar el umbral. Me deje caer en el sofa del salon. Habian pasado muchas cosas en las ultimas treinta y seis horas. Estaba cansado, pero sabia que no habria descanso durante un largo tiempo.
– He pensado en otra cosa: Schifino.
– ?El abogado de Las Vegas? ?Que pasa con el?
– Fui a el primero y el lo sabia todo. Habria descubierto la mentira de mi suicidio.
Rachel considero esto por un momento y luego asintio.
– Eso podria ponerlo en peligro. Tal vez el plan era matarte y luego volver a Las Vegas y matarlo tambien a el. Despues, al perder la oportunidad contigo, no habia ninguna razon para matar a Schifino. Pedire a la oficina en Las Vegas que contacte de todos modos y estudie la cuestion de la proteccion.
– ?Les pediras que vayan a Ely y saquen el video del casino donde me sente con ese tipo?
– Si, tambien.
El telefono de Rachel sono y ella respondio al momento.
– Solo yo y el dueno de la casa -dijo-. Jack Mc Evoy. Es periodista del
Cerro el telefono y me informo de que la policia estaba en la puerta.
– Se sentiran mas tranquilos si salimos a su encuentro.
Caminamos hasta la puerta de la calle y Rachel salio delante.
– Manten las manos a la vista -me dijo.
Rachel salio, sosteniendo sus credenciales en alto. Habia dos coches patrulla y un vehiculo de detectives en la calle, enfrente. Cuatro oficiales uniformados y dos detectives estaban esperando en el camino de entrada. Los oficiales nos enfocaron con sus linternas.
Cuando nos acercamos reconoci a los dos detectives de la Division de Hollywood. Mantenian las armas al costado y parecian dispuestos a usarlas si les daba una buena razon.
No lo hice.
Y que otro companero esta involucrado de una u otra manera.
Dorothy Fowler, la redactora jefe de Local, fue la primera en verme en cuanto sali de la escalera. Se levanto como un resorte de su escritorio en la Balsa y vino directamente hacia mi.
– Jack, a mi oficina, por favor.
Cambio de direccion y se dirigio hacia la pared de cristal. La segui, a sabiendas de que todas las miradas de la sala de redaccion estaban puestas en mi una vez mas. Ya no se trataba de que el verdugo me hubiera dado la rosa; ahora me miraban porque yo era el posible responsable de la muerte de Angela Cook.
Entramos en la pequena oficina y Fowler me dijo que cerrara la puerta. Hice lo que me pidio y ella ocupo el asiento situado al otro lado de la mesa.
– ?Que ha pasado con la policia? -me pregunto.
No «?como te va?» ni «?estas bien?» ni «siento lo de Angela». Fue al grano; lo prefiero asi.
– Bueno, vamos a ver -dije-. Me han interrogado durante casi ocho horas. En primer lugar la policia de Los Angeles y el FBI, luego se unieron los detectives de Santa Monica. Me dieron un descanso de una hora y luego tuve que contar toda la historia otra vez a los policias de Las Vegas, que volaron solo para hablar conmigo. Despues de eso, me dejaron ir, pero no a mi casa, porque todavia es una escena del crimen activa. Les dije que me llevaran al Kyoto Grand, donde pedi una habitacion y la cargue a la cuenta del
El Kyoto estaba a una manzana de distancia y el
– Esta bien -dijo Fowler-. ?Que dijiste a la policia?
– Basicamente, les dije lo que trate de contarle a Prendo ayer. Descubri a un asesino suelto que mato a Denise Babbit y a una mujer llamada Sharon Oglevy en Las Vegas. De alguna manera, o Angela o yo pisamos una mina virtual en alguna parte y alertamos a este tipo de que ibamos tras el. Entonces el tomo medidas para eliminar la amenaza. Eso suponia matar a Angela primero e ir a Nevada para tratar de acabar conmigo. Pero yo tuve suerte. Aunque no pude convencer a Prendo anoche, convenci a una agente del FBI de que todo esto era legal, y ella me espero en Nevada para discutirlo. Su presencia ahuyento al asesino. Si ella no me hubiera creido y no se hubiera reunido conmigo, estarias escribiendo articulos sobre como mate a Angela y fui al desierto para suicidarme. Ese era el plan del Sudes.