– Por ahora, si.

– Vale, eso es bueno.

– Si.

Nos pusimos de acuerdo para que esperara al agente que ella iba a mandar a recoger el telefono en la puerta del vestibulo del globo al cabo de media hora. Dicho eso, ya era el momento de que los dos volvieramos al trabajo.

– Aguanta, Rachel -le dije.

Ella guardo silencio un momento y luego dijo:

– Tu tambien, Jack.

Colgamos a continuacion. Y de alguna manera, con todo lo que habia pasado en las ultimas treinta y seis horas, con lo que le habia ocurrido a Angela y despues de que acabara de amenazarme un asesino en serie, una parte de mi se sentia feliz y esperanzada.

Sin embargo, tenia la sensacion de que eso no iba a durar.

Capitulo 7

La granja

Carver vigilaba con atencion las pantallas de seguridad. Los dos hombres del mostrador ensenaron su identificacion a Geneva. No sabia a que agencia de la ley pertenecian, porque cuando hizo zoom ya habian guardado las placas.

Observo que Geneva levantaba el telefono y marcaba tres digitos. Carver sabia que estaria llamando a la oficina de Mc Ginnis. La chica dijo unas palabras, colgo e hizo una senal a los dos hombres con placa para que esperaran en uno de los sofas.

Carver trato de mantener a raya su ansiedad. El impulso de lucha o huye se disparo en su cerebro al pasar revista a sus movimientos recientes y tratar de ver donde habia cometido un error, si es que lo habia cometido. Estaba a salvo. El plan era bueno. Freddy Stone era el unico motivo de preocupacion -el unico aspecto que podria considerarse un eslabon debil- y Carver tendria que tomar medidas para hacer desaparecer ese problema potencial.

En la pantalla observo que Yolanda Chavez, la segunda al mando de Mc Ginnis, entraba en el vestibulo de recepcion y estrechaba la mano a los dos hombres. Ellos volvieron a mostrar rapidamente las placas y acto seguido uno de ellos saco un documento doblado del bolsillo interior de la chaqueta y se lo entrego a Chavez. Esta lo estudio un momento antes de devolverselo. Hizo una sena a los dos hombres para que la siguieran y entraron por la puerta que conducia al interior del edificio. Conmutando entre las pantallas de seguridad, Carver pudo seguirlos hasta la zona de administracion.

Se levanto y cerro la puerta de su oficina. De regreso en su escritorio, cogio el telefono y marco la extension de recepcion.

– Geneva, soy el senor Carver. Estoy viendo las camaras y tengo curiosidad por estos dos hombres que acaban de entrar. He visto que mostraban placas. ?Quienes son?

– Son agentes del FBI.

Las palabras le helaron la sangre, pero mantuvo la serenidad. Al cabo de un momento, Geneva continuo.

– Dijeron que tienen una orden de registro. Yo no la he visto, pero se la han mostrado a Yolanda.

– Una orden de registro, ?para que?

– No estoy seguro, senor Carver.

– ?A quien querian ver?

– A nadie en concreto. Solo han pedido ver a alguien al mando. He llamado al senor Mc Ginnis, y Yolanda ha salido a recibirlos.

– Muy bien, gracias, Geneva.

Carver colgo el telefono y volvio a centrarse en su pantalla. Escribio una orden que abrio un nuevo conjunto de angulos de camara: una pantalla multiple que mostraba las cuatro oficinas privadas de los jefes de administracion. Esas camaras estaban escondidas en los detectores de humo montados en el techo y los ocupantes de las oficinas desconocian su existencia. Las imagenes de las camaras iban acompanadas de los correspondientes canales de audio.

Carver vio que los dos agentes del FBI entraban en la oficina de Declan Mc Ginnis. Hizo clic con el raton en esa camara y la imagen ocupo toda la pantalla; una vista cenital en angulo de la habitacion tomada por una lente convexa. Los agentes se sentaron de espaldas a la camara y Yolanda a la derecha. Carver tuvo una imagen completa de Mc Ginnis cuando este volvio a sentarse despues de darle la mano a los agentes. Uno era negro y el otro blanco. Se identificaron como Bantam y Richmond.

– Bueno, ?me han dicho que tienen una orden de registro? -dijo Mc Ginnis.

– Si, senor, eso es -dijo Bantam.

Volvio a sacar el documento del bolsillo de la americana y se lo paso a Mc Ginnis por encima de la mesa.

– Ustedes alojan una pagina llamada asesinodelmaletero.com y necesitamos toda la informacion que tengan sobre esa web.

Mc Ginnis no respondio. Estaba leyendo el documento. Carver se estiro y se paso las manos por el pelo. Necesitaba saber que decia esa orden y lo cerca que estaban. Trato de calmarse, recordandose a si mismo que se habia preparado para eso. Incluso lo habia previsto. El sabia mas sobre el FBI de lo que el FBI sabia de el. Podia comenzar alli mismo.

Apago las camaras y luego la pantalla. Abrio un cajon del escritorio y saco la pila de volumenes de informes mensuales del servidor que su personal habia preparado esa misma semana. Por lo general, los guardaba hasta que Mc Ginnis preguntaba por ellos y los enviaba con uno de los ingenieros de servidores que salia a fumar un cigarrillo. Esta vez iba a entregarlo el mismo. Dio unos golpecitos con la pila de papeles en la mesa para cuadrar las esquinas; luego salio y cerro su oficina.

En la sala de control les dijo adonde iba a Mizzou y Kurt, los dos ingenieros de servicio, y abrio la puerta de seguridad. Por suerte, Freddy Stone no empezaba el turno hasta la tarde, porque nunca podria volver a Western Data. Carver sabia como trabajaba el FBI; tomarian nota de los nombres de todos los empleados y los buscarian en sus ordenadores. Asi, averiguarian que Freddy Stone no era Freddy Stone y volverian a por el.

Carver no iba a permitirlo. Tenia otros planes para Freddy.

Subio en el ascensor y entro en la zona de administracion con la cabeza gacha, leyendo la pagina superior de la pila de informes. Levanto la cabeza con disimulo al entrar y vio a traves de la puerta abierta de la oficina de Mc Ginnis que este tenia compania. Giro sobre sus talones y se dirigio al escritorio de la secretaria de Mc Ginnis.

– Dale esto a Declan cuando este libre -dijo-. No hay prisa.

Se volvio para salir de la habitacion, esperando que el movimiento de giro hubiera llamado la atencion de Mc Ginnis al otro lado de la puerta. Pero llego hasta la puerta sin que lo llamaran.

Puso la mano en el pomo.

– ?Wesley?

Era Mc Ginnis, que lo llamaba desde su oficina. Carver se volvio y miro por encima del hombro. Mc Ginnis estaba detras de su escritorio, haciendole senas para que se acercara.

Carver entro en la oficina. Saludo con la cabeza a los dos hombres sin hacer el menor caso a Chavez, a quien consideraba una empleada sin ningun valor a la que habian contratado por motivos de diversidad etnica. No habia silla para Carver, pero eso le convenia. Ser la unica persona de pie le proporcionaria una posicion de mando.

– Wesley Carver, los agentes Bantam y Richmond de la oficina del FBI en Phoenix. Estaba a punto de llamarte al bunker.

Carver estrecho las manos de ambos hombres y repitio su nombre cada vez, cortesmente.

– Wesley se ocupa de varias cosas aqui -dijo Mc Ginnis-. Es nuestro jefe de tecnologia y el que diseno casi todo este lugar. Es tambien nuestro principal experto contra amenazas. Lo que me gusta llamar nuestro…

– ?Hay algun problema? -lo interrumpio Carver.

– Puede ser -dijo Mc Ginnis-. Los agentes acaban de decirme que alojamos una pagina web que es de interes

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