Siempre habia sido su himno, una cancion por la que regir su vida. Subio el volumen y cerro los ojos. Metio la mano en el lateral del asiento y apreto el boton para reclinarse mas.

La musica lo transporto al pasado. Mas alla de todos los recuerdos y pesadillas. Al camerino, con Alma. Se suponia que ella lo cuidaba, pero tenia las manos ocupadas con el hilo y la aguja. No podia vigilarlo todo el tiempo y no era justo esperarlo. Habia reglas de la casa sobre madres e hijos. La madre era la responsable ultima, aunque estuviera en el escenario.

El joven Wesley se puso en marcha, colandose a traves de la cortina de cuentas, tan sigiloso como un raton. Era tan pequeno que solo movio cinco o seis hilos. A continuacion recorrio el pasillo, paso junto al maloliente cuarto de bano y llego hasta el lugar desde donde salia la luz intermitente.

Giro y alli estaba el senor Grable con su frac, sentado en un taburete. Sostenia el microfono, esperando que terminara la cancion.

La musica sonaba fuerte a ese lado del pasillo, pero no tan fuerte para que Wesley no oyera los aplausos y algunos de los abucheos. Se escabullo por detras del senor Grable y miro a traves de las patas del taburete. El escenario estaba salpicado de luz blanca, intensa. Entonces la vio: desnuda delante de todos los hombres. Wesley sintio el ritmo de la musica en las venas.

Girl, you gotta love your man… [2]

Ella se movia a la perfeccion al son de la musica. Como si hubieran escrito y grabado la cancion solo para ella. Wesley observo y se sintio fascinado. No queria que la musica se detuviera. Era perfecto. Ella era perfecta y el…

De repente, lo agarraron por el cuello de la camiseta y lo arrastraron hacia atras por el pasillo. Logro mirar hacia arriba y vio que era Alma.

– ?Eres un nino muy malo! -lo regano.

– No -dijo llorando-. Quiero ver a mi…

– Ahora no, ?no!

Ella lo arrastro otra vez a traves de la cortina de cuentas hacia el camerino. Lo empujo y el cayo sobre el monton de boas de plumas y panuelos de seda.

– Estas metido en un buen lio… ?Que es eso?

Estaba senalandolo a el, con el dedo dirigido hacia abajo. Al lugar donde Wesley sentia que nacian extranas sensaciones.

– Soy un buen nino -dijo.

– No. Con eso, no -replico Alma-. Vamos a ver que tienes ahi.

Ella se agacho y le puso la mano bajo el cinturon. Empezo a bajarle los pantalones.

– Pequeno pervertido -dijo Alma-. Te voy a ensenar lo que hacemos con los pervertidos por aqui.

Wesley estaba paralizado de terror. No sabia lo que significaba esa palabra. No sabia que hacer.

El golpe seco de metal contra cristal interrumpio la musica y el sueno. Carver se incorporo en su asiento. Momentaneamente desorientado, miro a su alrededor, se dio cuenta de donde estaba y se quito los auriculares de los oidos.

Miro por la ventana y alli estaba Mc Ginnis, de pie en la calle. Sostenia una correa que se extendia hasta el cuello de un perro poquita cosa. Carver vio el grueso anillo de Notre Dame en el dedo de Mc Ginnis. Debia de haber golpeado la ventanilla del coche con el para llamar su atencion.

Bajo la ventanilla. Al mismo tiempo se aseguro de esconder con el pie el arma que habia colocado en el suelo.

– Wesley, ?que estas haciendo aqui?

El perro empezo a ladrar antes de que Carver pudiera responder, y Mc Ginnis lo hizo callar.

– Queria hablar contigo -dijo Carver.

– Entonces, ?por que no has venido a casa?

– Porque tambien tengo que ensenarte algo.

– ?De que estas hablando?

– Entra y te llevare.

– ?Llevarme adonde? Es casi medianoche. No enti…

– Tiene que ver con la visita del FBI del otro dia. Creo que se a quien estan buscando.

Mc Ginnis dio un paso hacia delante para mirar de cerca a Carver.

– Wesley, ?que esta pasando? ?Que quiere decir a quien estan buscando?

– Sube y te lo explicare por el camino.

– ?Que pasa con mi perro?

– Puedes traerlo. No tardaremos mucho.

Mc Ginnis sacudio la cabeza como si estuviera molesto con todo el asunto, pero luego rodeo el coche para entrar. Carver se inclino hacia delante y rapidamente cogio el arma del suelo y se la puso en la parte de atras de la cinturilla del pantalon. Tendria que soportar la incomodidad.

Mc Ginnis puso al perro en el asiento trasero y se sento delante.

– Es hembra -dijo.

– ?Que? -pregunto Carver.

– Que no es un perro, es una perra.

– Lo que sea. No se va a mear en mi coche, ?no?

– No te preocupes. Acaba de hacerlo.

– Bueno.

Carver arranco y empezo a alejarse del barrio.

– ?Tu casa esta cerrada? -pregunto.

– Si, cierro cuando la saco a pasear. Nunca se sabe con los chicos del barrio. Todos saben que vivo solo.

– Eso es inteligente.

– ?Adonde vamos?

– A la casa de Freddy Stone.

– Muy bien, ahora cuentame que esta pasando y que tiene que ver con el FBI.

– Te lo dije. Tengo que ensenartelo.

– Dime que me vas a ensenar. ?Has hablado con Stone? ?Le has preguntado donde diablos ha estado?

Carver nego con la cabeza.

– No, no he hablado con el. Por eso he ido a su casa esta noche, para tratar de encontrarlo. No estaba alli, pero he hallado otra cosa: la pagina web por la que estaba preguntando el FBI. El es el hombre que esta detras.

– Asi que en cuanto se entero de que el FBI llego con una orden, se largo.

– Eso parece.

– Hemos de llamar al FBI, Wesley. No puede dar la sensacion de que estamos protegiendo a este tipo, no importa lo que estuviera haciendo.

– Pero podria perjudicar el negocio si salta a los medios de comunicacion. Podria hacernos caer.

Mc Ginnis nego con la cabeza.

– Vamos a tener que aguantar los palos -dijo enfaticamente-. Taparlo no va a funcionar.

– Muy bien. Vamos a su casa primero y luego llamamos al FBI. ?Te acuerdas de los nombres de los dos agentes?

– Tengo sus tarjetas en la oficina. Uno se llamaba Bantam. Lo recuerdo porque era un tipo grande pero se llamaba Bantam, como los boxeadores de peso gallo.

– Si, es verdad.

Las luces de los edificios altos del centro de Phoenix se extendian ante ellos a ambos lados de la autopista.

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