– Soy Christian DuChateau, de Atlanta. Soy el productor del programa de hoy y quiero darle las gracias por levantarse tan temprano para estar en el aire. Vamos a repasarlo todo en cuanto entre en el estudio dentro de unos minutos. Pero ?queria hablar conmigo antes de eso?

– Si, espere un segundo.

Sali al pasillo y cerre la puerta de la sala de espera detras de mi.

– Solo queria asegurarme de que tiene a alguien bueno con los pitidos -le dije en voz baja.

– No entiendo -dijo DuChateau-. ?Que quiere decir con los pitidos?

– No se como se llama exactamente, pero deberia saber que Alonzo Winslow puede que solo tenga dieciseis anos, pero usa la palabra «hijoputa» con la misma frecuencia con la que usted usa el articulo.

Hubo un silencio como respuesta, pero no demasiado largo.

– Entiendo -dijo DuChateau-. Gracias por la ayuda. Tratamos de hacer entrevistas previas con nuestros invitados, pero a veces no hay tiempo. ?Todavia no ha llegado su abogado?

– No.

– Parece que no podemos localizarlo y no responde al movil. Tenia la esperanza de que pudiera… controlar a su cliente.

– Bueno, por el momento no esta aqui. Y ha de entender algo, Christian: este muchacho no ha cometido ese asesinato, pero eso no quiere decir que sea un nino inocente, no se si me explico. Es un pandillero. Es un Crip y ahora mismo la sala de espera es azul. Lleva tejanos azules, camisa azul claro y un panuelo azul en la cabeza.

No hubo dudas en el telefono este momento.

– Bueno, me encargare de eso -dijo el productor-. Si las cosas no se arreglan, ?esta dispuesto a seguir adelante solo? El segmento es de ocho minutos con un reportaje en video sobre el caso en medio. Si restamos el video y su presentacion, se trata de cuatro minutos y medio a cinco de tiempo en directo con nuestro presentador aqui en Atlanta. No creo que se le pregunte nada que no le hayan preguntado ya sobre el caso.

– Lo que necesite. Estoy listo para empezar.

– Esta bien, ahora vuelvo con usted.

DuChateau apago y volvi a la sala de espera. Me sente en un sofa contra la pared opuesta a Alonzo y su madre-abuela. No trate de conversar con el, pero finalmente el trato de hacerlo.

– ?Dices que empezaste todo esto?

Asenti con la cabeza.

– Si, despues de que tu… despues de que Wanda me llamase y me dijese que tu no lo hiciste.

– ?Como es eso? A ningun hombre blanco le he importado nunca una puta mierda.

Me encogi de hombros.

– Solo era parte de mi trabajo. Wanda dijo que la policia se habia equivocado y yo lo investigue. Encontre el otro caso como el tuyo y empece a entenderlo todo.

Alonzo asintio con la cabeza, pensativo.

– ?Vas a ganar un millon de dolares?

– ?Que?

– ?Te pagan por estar aqui? A mi no me pagan. Yo les he pedido unos pocos dolares por mi tiempo, pero no me han dado un puto centavo.

– Si, bueno, asi son las noticias. Por lo general no pagan.

– Estan sacando tajada con el -intervino Wanda-. ?Por que no van a pagar al muchacho?

Me encogi de hombros de nuevo.

– Podriamos volver a preguntar, supongo -propuse.

– De puta madre, se lo voy a preguntar cuando estemos en la entrevista en directo en la tele. A ver que dice el hijoputa entonces, ?eh?

Me limite a asentir. Alonzo no se daba cuenta de que su microfono estaba encendido y que al final del pasillo, o en Atlanta, alguien probablemente estaba escuchando lo que decia. Un minuto despues de que expresara su plan, se abrio la puerta y el tecnico volvio a la sala de espera y me pidio que lo acompanara. Al salir, Alonzo pregunto en voz alta.

– Oye, ?adonde vais ahora? ?Cuando salgo en la tele?

El tecnico no respondio. Mientras caminabamos por el pasillo me miro. Parecia preocupado.

– ?Eres tu el que tiene que decirle que no va a salir? -le pregunte.

El asintio con la cabeza.

– Lo unico que puedo decir es que me alegro de que haya pasado por el detector de metales en el vestibulo; no se preocupe, lo he verificado para estar seguro.

Le sonrei para desearle buena suerte.

Capitulo 11

La tierra fria, dura

Ya casi amanecia. Carver ya distinguia la linea dentada de luz que comenzaba a grabar la silueta de la cordillera. Era hermoso. Se sento en una gran roca y observo el espectaculo de luz mientras Stone trabajaba delante de el. Su joven acolito se afanaba con la pala y picaba en la tierra fria y dura que habia debajo de la fina capa de suelo suelto y arena.

– Freddy -dijo Carver con calma-. Quiero que me lo vuelvas a decir.

– ?Ya te lo he dicho!

– Pues dimelo otra vez. Necesito saber exactamente lo que se dijo, porque necesito saber con exactitud el alcance de los estragos.

– No hay estragos. ?Nada!

– Dimelo otra vez

– ?Joder!

Clavo con rabia el borde de la pala en el agujero y el impacto en roca y arena produjo un sonido agudo que resono en todo el paisaje vacio. Carver miro a su alrededor para asegurarse de que estaban solos. En la distancia, hacia el oeste, las luces de Mesa y Scottsdale parecian una quema de malas hierbas descontrolada. Se llevo la mano a la espalda y cogio la pistola. Se lo penso, pero decidio esperar. Freddy aun podria ser util. Esta vez, Carver solo le ensenaria una leccion.

– Dimelo otra vez -repitio Carver.

– Solo le dije que tuviera suerte, ?de acuerdo? -dijo Stone-. Nada mas. Y trate de averiguar quien era la perra que lo estaba esperando en su habitacion. La que lo jodio todo.

– ?Que mas?

– Nada mas. Le dije que algun dia le devolveria el arma, que se la entregaria personalmente.

Carver asintio con la cabeza. Hasta el momento, Stone habia dicho lo mismo cada vez que habia recontado la conversacion con Mc Evoy.

– Muy bien, ?y que te dijo?

– Casi nada, ya te lo he dicho. Creo que estaba cagado de miedo.

– No te creo, Freddy.

– Bueno, ese es… Si, dijo algo mas.

Carver trato de mantener la calma.

– ?Que?

– Sabe de lo nuestro.

– ?Que?

– Lo de las correas. Eso.

Carver trato de que su voz no trasluciera urgencia.

– ?Como lo sabe? ?Tu se lo dijiste?

– No, yo no le dije nada. Lo sabia. No se como, pero lo sabia.

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