– ?Que sabia?

– Dijo que el nombre que iba a darnos era la…

– ?A darnos? ?Sabe que somos dos?

– No, no, no me refiero a eso. No dijo eso, eso no lo sabe. Dijo que el nombre que iba a ponerme en el periodico, porque pensaba que era solo para mi, era la Doncella de Hierro. Eso era lo que nos iba a llamar, o sea, a llamarme. Creo que trataba de provocarme.

Carver reflexiono un momento. Mc Evoy sabia mas de lo que deberia saber. Tenia que haber contado con ayuda. Era algo mas que acceso a la informacion, se trataba de vision y conocimiento, y eso hizo que Carver pensara en la mujer que estaba en la habitacion, esperando. La que salvo la vida a Mc Evoy. Carver penso que tal vez ya sabia quien era.

– ?Es bastante profundo o no? -dijo Stone.

Carver dejo de lado sus pensamientos y se levanto. Se acerco a la tumba y enfoco con la linterna hacia abajo.

– Si, Freddy, ya esta bien. Pon primero al perro.

Carver le dio la espalda, mientras Stone se estiraba para recoger el cuerpo sin vida del pequeno animal.

– Con cuidado, Freddy.

Odiaba haber tenido que matar a la perra. El animal no habia hecho nada malo. Era una baja colateral.

– Muy bien.

Carver se volvio. La perra ya estaba en el agujero.

– Ahora el.

El cadaver de Mc Ginnis se hallaba al borde de la tumba. Stone se estiro para agarrarlo por los tobillos y comenzo a retroceder en la tumba para echar el cuerpo al hoyo. La pala estaba apoyada contra la pared del otro extremo. Carver cogio el mango y la saco mientras Stone retrocedia.

Stone metio el cadaver dentro. Los hombros y la cabeza de Mc Ginnis cayeron un metro con un ruido sordo. Mientras Stone estaba inclinado sosteniendo los tobillos del cadaver, Carver le dio un palazo al joven entre los omoplatos.

Stone se quedo sin aire en los pulmones y cayo de bruces en la tumba, cara a cara con Mc Ginnis. Carver rapidamente avanzo sobre el hoyo poniendo un pie a cada lado de este y apoyo la punta de la herramienta en la nuca de Stone.

– Fijate bien, Freddy -dijo-. Te he hecho cavar mas profundo esta vez para poder ponerte encima de el.

– Por favor…

– Rompiste las reglas. Yo no te dije que llamaras a Mc Evoy. No te dije que te pusieras a charlar con el. Te dije que siguieras mis instrucciones.

– Lo se, lo se, lo siento. No volvera a suceder. Por favor.

– Podria asegurarme ahora mismo de que no vuelva a suceder.

– No, por favor. Lo arreglare. No…

– Callate.

– Esta bien, pero…

– ?He dicho que calles y escuches!

– Muy bien.

– ?Estas escuchando?

Stone asintio con la cabeza, con el rostro a escasos centimetros de los ojos sin vida de Declan Mc Ginnis.

– ?Recuerdas donde estabas cuando te encontre?

Stone asintio, sumiso.

– Ibas a ese lugar oscuro para enfrentarte a interminables dias de tormento. Pero yo te salve. Yo te puse un nombre nuevo, te di una vida nueva. Te ofreci la oportunidad de escapar y unirte a mi para abrazar los deseos que compartimos. Te ensene el camino y solo te pedi una cosa a cambio. ?Te acuerdas de lo que era?

– Dijiste que era una sociedad, pero no una sociedad entre iguales. Yo era el discipulo y tu eras el maestro. He de hacer lo que tu dices.

Carver hundio aun mas la punta de acero en el cuello de Stone.

– Y sin embargo aqui estamos. Y me has fallado.

– No volvera a suceder. Por favor.

Carver levanto la cabeza y miro a la cordillera. Las lineas irregulares se recortaban mas claramente ahora que el cielo proyectaba una luz anaranjada. Tenian que terminar enseguida.

– Freddy, te equivocas. Soy yo el que no va a dejar que suceda de nuevo.

– Dejame hacer algo. Deja que lo arregle.

– Te dare esa oportunidad. -Aparto la pala hacia atras y se alejo de la tumba-. Ahora entierralos.

Stone se volvio y miro cautelosamente hacia arriba, con el miedo todavia grabado en su mirada. Carver le paso la pala. Stone se levanto y la cogio.

Carver se llevo la mano a la espalda y saco la pistola. Con gran regocijo vio que las pupilas de Stone se ensanchaban. Pero entonces saco el panuelo del bolsillo y comenzo a limpiar el arma para eliminar las huellas dactilares. Cuando termino, la dejo caer en la tumba a los pies de Mc Ginnis. No le preocupaba que Stone intentara cogerla. Freddy estaba totalmente bajo su mando y control.

– Lo siento, Freddy, pero hagamos lo que hagamos respecto a Mc Evoy, no vamos a devolverle la pistola. Es demasiado arriesgado guardarla.

– Lo que tu digas.

«Exactamente», penso Carver.

– Y ahora date prisa -dijo-. Ya empieza a clarear.

Stone rapidamente comenzo a echar paladas de tierra y arena en el agujero.

Capitulo 12

De costa a costa

Como cabia esperar, mi segmento en el programa matinal no llego hasta la segunda hora. Durante cuarenta y cinco minutos espere sentado en un estudio pequeno y oscuro mientras miraba la primera mitad del programa en la pantalla de la camara. Uno de los reportajes era sobre Crossroads, el centro de rehabilitacion de drogodependientes que Eric Clapton habia fundado en el Caribe. El segmento termino con imagenes de un concierto de Clapton con una version muy soul y con un toque de blues de Somewhere over the Rainbow. El tema era maravillosamente conmovedor y cargado de esperanza en relacion al reportaje, pero un anuncio lo interrumpio.

Durante la pausa, recibi la advertencia de que faltaba un minuto y enseguida estuve en directo de costa a costa y mas alla. El presentador del programa en Atlanta me hizo preguntas faciles que le respondi con un entusiasmo que sugeria falsamente que no las habia escuchado antes y que la noticia no llevaba ya tres dias circulando en el Times. Cuando termine y el programa paso a la siguiente historia, Christian DuChateau me comunico por el auricular que ya podia marcharme y que me debia un favor por salvar al programa del desastre que habria supuesto Alonzo Winslow. Me dijo que la limusina me llevaria a donde tuviera que ir.

– Christian, ?le importa que le pida que haga una parada en el camino? No tardare mucho tiempo.

– No, en absoluto. Tengo a otra persona que llevara a Alonzo a su casa, asi que puede disponer del coche el resto de la manana si lo necesita. Como le he dicho, le debo una.

Eso me iba bien. Hice una parada rapida en la sala de espera para coger otra taza de cafe y descubri que Alonzo y Wanda seguian ahi. Daban la sensacion de que aun estaban esperando que alguien los llevara al estudio para ser entrevistados. Nadie les habia dicho todavia que habian cancelado su presencia y parecian demasiado ingenuos para darse cuenta.

Decidi no ser el portador de malas noticias. Les dije adios y les di a cada uno una tarjeta con mi numero de telefono movil en ella.

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